Tiene 18 años y desde la madrugada del sábado se encuentra con muerte cerebral. Las condiciones laborales en estas empresas ponen en peligro constantemente a los trabajadores.
Lunes 28 de enero de 2019 15:00
Foto ilustrativa
Kevin tiene 18 años y hacía solo dos semanas que trabajaba en la fábrica conservera Angiord, en el departamento de Maipú. El pasado viernes entró al turno noche donde le designaron un puesto frente a una maquina paletizadora, que acomoda las latas con imanes y compresa. Miles de latas de durazno pasan por esa máquina durante horas para después llegar a los puntos de venta.
Por la madrugada una de las latas trabó el proceso de producción y Kevin intentó repararlo, pero el desenlace fue trágico y su cabeza y uno de sus brazos fue aplastado por la máquina.
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Angiord es una de las empresas de la provincia que produce conservas de tomates, duraznos y mermeladas. Su director es Raúl Giordano, quien además preside la Cámara de Frutas Industrializadas de Mendoza (Cafim). Giordano controla el 20% de Angiord en sociedad con los hermanos Riba que poseen el 80% restante. La familia cordobesa Riba es dueña de la firma Dulcor que a fines de 2018 sacaron provecho del quiebre de Alco en Mendoza, adquiriendo las tres plantas ubicadas en Tupungato, Tunuyán y Real del Padre.
Kevin, al igual que los cientos de trabajadores que son empleados por estas empresas, ingresan por agencias y con contratos temporarios. Trabajan en pésimas condiciones de seguridad y reciben poca o nula capacitación para los puestos que deben cubrir, tal como sucedió con este joven trabajador que tuvo que hacerse cargo de una tarea muy riesgosa, siendo muy nuevo en la empresa.
En lo poco que va de este año este es el segundo hecho grave que se registra en Angiord. Días atrás una operaria perdió uno de sus dedos en el sector de producción de mermeladas. Las y los trabajadores han denunciado en varias oportunidades los accidentes que se producen en la planta y sostienen que las caídas de operarios, producto de la “baba” que desprenden los duraznos y el desperdicio de la fruta, son constantes y muy peligrosas.
Las malas condiciones laborales ponen a este tipo de empresas dedicadas a la agroindustria, junto a las del rubro construcción, entre los sectores más riesgosos para los trabajadores de la provincia y donde se registran la mayor cantidad de accidentes. A pesar de esta realidad Mendoza adhirió a la Ley de Riesgos de Trabajo en el año 2017.
Vale recordar que desde entonces, con esta ley impulsada por el macrismo y aprobada en ambas Cámaras, las y los trabajadores se ven obligados a pasar por distintas instancias administrativas antes de realizar un reclamo por un accidente laboral o una enfermedad profesional. Esta modificación fue rechazada por los sindicatos y la Izquierda, por considerar que viola el derecho de los trabajadores y favorece las ganancias de las empresas aseguradoras en detrimento del pleno acceso a la salud, en caso de accidentes o enfermedades laborales.
Pero sin dudas fue muy bien recibida por los empresarios. Sin ir más lejos, Raúl Giordano, titular de Angiord, se quejaba en esos momentos por tener un “costo laboral” muy alto en el sector. “El costo laboral en nuestro sector es muy superior al salario; lo que pagan las empresas por distintas alícuotas y la conflictividad, con todo, exige erogar casi 100% más. Por eso, lo que busque mejorar el sistema de contribución ayudará”, decía Gordano al diario Los Andes.
Lo que los empresarios miden como costo laboral muchas veces para las y los trabajadores significa su propia vida. Seguramente por eso, para evitar costos y pérdidas, la empresa Angiord ni siquiera detuvo su producción después que la máquina aplastara a Kevin y tuvieron que ser sus propios compañeros y compañeras del sector quienes lo socorrieron en los primeros minutos.
Una vez más, la vida de quienes hacen funcionar estas fábricas no vale nada para los empresarios que se llevan las ganancias. Desde La Izquierda Diario nos solidarizamos con la familia de Kevin y sus compañeros y compañeras de trabajo y volvemos a decir: nuestras vidas valen más que sus ganancias.