La brutal violencia vivida en el instituto nacional, junto a la aprobación en general del Senado sobre la ley corta antiterrorista, viene reafirmar el combate político que emprendió el gobierno, nuevamente, contra la juventud y el “movimiento estudiantil", que tantas pesadillas ha traído a la derecha. Ese movimiento estudiantil que desde la revolución pingüina del 2006 y en el histórico proceso del 2011 ha logrado empalmar y dinamizar las aspiraciones sociales de gran parte de la población, y que con las movilizaciones de algunos colegios emblemáticos como el instituto nacional, pareciera resistirse a salir de la agenda política nacional.
El objetivo hoy es el insituto nacional y la Universidad de Chile (particularmente su Campus Juan Gomez Millas, considerando también a lo que se conoce como “Cordón Macul”, donde se encuentra el ex -pedagogico y la UTEM, cuna de la demanda de educación gratuita)
Dichos para acá, dichos para allá, la represion policial y politica se ha sentido con fuerza las ultimas semanas en ambos lugares. La derecha en su conjunto salió a golpear a los estudiantes por los hechos de violencia cometidos por los llamados “capuchas” u "overoles blancos". Las amenazas de personeros de la UDI como la diputada Hoffman, incluyeron la posibilidad de quitar beneficios mínimos de los estudiantes como la beca gratuidad en el caso de los estudiantes universitarios y por otro lado el alcalde Felipe Alessandri, llevo adelante una brutal represión contra los estudiantes del instituto nacional y toda la comunidad educativa, ocupando y sitiando el colegio desde antes de la entrada de los alumnos, y llenado con gas lacrimogeno el mismo
Plantearemos este artículo en base a esos últimos hechos, para distinguir algunos de los principales aspectos teóricos que se encuentran en el centro del debate y que permiten elevar el nivel de la discusión por sobre las trampas discursivas de la derecha.
Desde aquí, vemos dos problemas centrales en los cuales detenernos. El primero, la violencia estatal y el monopolio de la fuerza que no solo se desarrolla contra el movimiento estudiantil, sino contra todo quien se organice para enfrentar los ataques de este gobierno. Qué hacer con la violencia organizada y monopólica del estado toma ribetes contradictorios para la izquierda cuando tenemos, por ejemplo, sectores del Frente Amplio como Convergencia Social, que han solicitado más intervención policial desde la alcaldía de Sharp en Valparaíso, o en la última marcha por el Aborto Legal, donde llamaban desde el escenario a FFEE a controlar a manifestantes.
Y en segundo lugar, analizaremos críticamente los métodos radicales ligados al mundo anarquista , “capucha” o cualquiera de sus vertientes que reivindique la acción individual ( o de unos pocos) como herramienta de emancipación, ya que estas actuaciones acaban por restringir la acción política a un pequeño circulo y terminan siendo la mejor excusa de la derecha para aumentar la represión. Comencemos.
La violencia estatal y el monopolio de la fuerza
La academia tradicional (Weber) [1], reconoce al Estado como aquella organización que tiene el monopolio de la fuerza, a la vez que es el lugar donde se hace concreto el acuerdo general de la sociedad para la administración de la nación. Por otro lado las y los marxistas [2], como otras corrientes de izquierda, vemos al estado como la fuerza organizada de una clase sobre otra. De estas dos emanan las distintas variantes y teorías.
El quiebre violento con el antiguo Régimen (monarquias con estado absolutistas), en base a revoluciones, reivindicado en un principio por las jóvenes burguesías, luego de algunas décadas tuvo que volver a ser puesto bajo la alfombra, debido a la emergencia de una nueva clase social (proletariado) que le pisaba los talones, cobrándole su propia palabra.
Así, los nacientes estados modernos, con sus códigos civiles, sus códigos de comercios, sus parlamentos, sus elecciones, hacían vista gorda de las propias ideas que los encumbraron a lo más alto, para osificarse en Estados que aseguraran su pervivencia como clase social, incluso en no pocos casos pactando con sus viejos archienemigos, las monarquías y noblezas, dando vida a ese hibrido de las monarquías constitucionales, como en su momento la misma Francia, y los principales países de Europa.
Interesante es también la retórica del cambio de discurso que hasta ahora explica su propio encumbramiento como clase dominante, donde no solo reivindican su monopolio de la fuerza, sino de la ilegitimidad del uso de la violencia por otras clases o sectores. O sea, tienen el monopolio de la fuerza, y parte importante del diario existir de un Estado es que se mantenga así, teniendo además a un ejército de ideólogos e intelectuales justificando esto, a través de las universidades, la iglesia incluso, los medios de comunicación etc.
¿Porque este rapido repaso por la constitución de los estados modernos como los que conocemos hoy? para hacer ver, tanto, que no es un debate nuevo, como que aun esta a la orden del día la lucha contra un estado que sostiene este sistema fundado en la explotación y en la opresión, y que dispone de una fuerza organizada para defenderlo, llámese hoy en Chile, carabineros, FFEE, FFAA, etc, y que se aplica para todo el mundo.
De que otra manera se podría justificar – y proteger por la fuerza de ser necesario- que el 1% de la población en Chile concentre el 26,5% de la riqueza, y que el 50% de los hogares de menores ingresos apenas el 2,1%, cuando la creación de esa riqueza viene de esos mismos hogares precarizados. (Datos Cepal 2017 Informe Panorama Económico de Latinoamérica y el Caribe). ¿Que tipo de Estado tiene que existir para que se den estas condiciones abismales de reparto de la riqueza? Sin duda uno que sepa acallar rápidamente cualquier posición que cuestione su existencia.
Pero complejicemos el tema. Las y los marxistas, que luchamos por acabar con este orden y estado burgués, no renunciamos construcción de un Estado y un gobierno de las y los trabajadores, un estado transitorio que lleve adelante las tareas de distribución de la riqueza y de bienestar social, a la vez que se opone y enfrenta a los estados de la burguesia. Esto con el objetivo final de asentar las bases de una sociedad comunista, donde ya no sea necesario que una institución particular concentre el monopolio de la fuerza.
Este breve apartado teórico sobre el Estado, o los distintos tipos de estado, lo traemos a colación debido a que aún persiste en sectores de la izquierda (Frente Amplio) la confianza en que la utilización de ese mismo monopolio de la fuerza, que levanta ese mismo estado, que asegura las condiciones de explotación y opresión, puede estar a disposición de las demandas políticas del pueblo trabajador y el conjunto de los oprimidos.
Tratar de hacer ver de otra manera, que este aparato represivo, puede estar en concordancia con un proyecto político radicalmente transformador, y que lo incluya como parte de ese proceso, es la incapacidad de ver cuál es la verdadera naturaleza del monopolio de la fuerza de un Estado.
Lo vimos con Allende, y la Unidad Popular, y su confianza total en los militares, a quienes puso incluso a la cabeza de ministerios, lo que termino por facilitar un Golpe "de" Estado, o mas específicamente un Golpe “del” Estado, de su carácter de clase, y de la fuerza que dispone para esa defensa. Pero los viejos recuerdos parecen ser solo eso, no lecciones, al menos para ese sector del Frente Amplio que sigue confiando en la fuerza represiva del Estado, y en llamar a Chadwick por más dotación de Carabineros como nuestro alcalde Sharp.
Los métodos de acción política. Capuchas, anarquistas y otras hierbas.
“Nos oponemos a los atentados terroristas porque la venganza individual no nos satisface. La cuenta que nos debe saldar el sistema capitalista es demasiado elevada como para presentársela a un funcionario llamado ministro. Aprender a considerar los crímenes contra la humanidad, todas las humillaciones a que se ven sometidos el cuerpo y el espíritu humanos, como excrecencias y expresiones del sistema social imperante, para empeñar todas nuestras energías en una lucha colectiva contra este sistema: ése es el cauce en el que el ardiente deseo de venganza puede encontrar su mayor satisfacción moral.”
Leon Trotsky
Si a las y los primeros marxistas y les correspondió la tarea de batirse en un duro combate ideológico con el socialismo utópico -con Proudhon y Bakunin como principales referentes- a la generación siguiente, en especial en los lugares más atrasados de Europa, como Italia, Irlanda, España o Rusia, les toco levantar las banderas del marxismo en algunos de los lugares donde algunas de las viejas ideas socialistas utópicas se habían refugiado de su derrota y desapegado del movimiento obrero europeo, mientras que en los principales países de Europa, como en Alemania y Francia comenzaban las luchas contra el reformismo dentro de las mismas filas de los partidos ya hegemónicamente marxistas. [3]
Estudiando los primeros textos de Lenin podemos encontrar estas dos líneas de fuego, ya contra la fuerte tradición del populismo, que era el concepto que amarraba tanto al terrorismo de la intelligentsia rusa como a aquellos que con ideas mas autonomistas y pacifistas buscaban organizar al campesinado (acá usaremos el mismo concepto), como por otro lado las tendencias como el bernestianismo que se comenzaban influir en el joven marxismo ruso. [4]
Sobre la composición social de la intelligentsia rusa, básicamente eran universitarios e intelectuales provenientes de la burguesía y pequeña burguesía rusa. Promulgaban los ataques terroristas contra el absolutismo ruso como forma de "despertar" al campesinado al enfrentamiento final. Era básicamente una forma de propaganda. Entre los principales métodos de terror, se incluía el asesinato de figuras de orden, como altos mandos militares, altos funcionarios públicos y nobles, incluyendo destrucciones de edificios públicos.
En Rusia, para el mismo Lenin no era un tema lejano, su mismo hermano mayor, estudiante en el Universidad de San Petersburgo en su momento (solo una infinitesimal minoría accedía a la universidad), se integró al grupo “La Voluntad del Pueblo”, haciéndose parte de un atentando al Zar Alejandro III, el cual fue descubierto y luego fusilado. [5]
La lección de esto, tanto para Lenin, como para cierto sector de la intelligentsia rusa, no fue que no había que meterse en el combate contra el autoritarismo zarista, o solamente luchar por una república burguesa, sino que teniendo como guía al marxismo, no solo se podía terminar con el zarismo, sino también sobrepasar la opción de constituir un Estado Republicano, y avanzar a un estado socialista en la misma vieja y atrasada Rusia.
De estos viejos debates y aun mas viejas lecciones, que han pasado a la historia como clásicos de las ideas revolucionarias modernas, y que testimonian las primeras batallas contra las corrientes adversarias del marxismo, vuelven a poner al día la contraposición de ideas y estrategias para el logro de los objetivos socialistas.
Si por un lado, tenemos a sectores de una juventud que recurre a métodos que encuentran alguna similitud con el populismo ruso, a mucha menor escala y con mucho menos “éxito” por supuesto (aunque con un romanticismo que algunas veces parece alcanzarlo), testimonian la hegemonía del pensamiento dominante que busca que las viejas lecciones y debates desaparezcan, y donde a pesar del paso del tiempo, el aparato represivo del Estado avanza y mejoras su estrategia, mientras el resto de clases explotadas y oprimidas tiene que partir siempre de cero. Un castigo de Sisifo.
Aqui se grafica la importancia del marxismo y particularmente la construcción de partido, como summun del encuentro de las experiencias y lecciones para los combates del presente, porque ¿qué tienen las y los explotados y oprimidos, para ir acumulando las lecciones sus derrotas y victorias ? a diferencia de la burguesía, que antes de sus revoluciones contaba con poder económico, universidades, influencia cultural, y que con ello creo toda una red de fibras que soportaron las primeras derrotas (entre la derrota de la revolución inglesa y el triunfo de revolución francesa hay cerca de 200 años), para la clase trabajadora se presenta un escenario completamente distinto, donde la organización política juega un rol clave en la posibilidad de realizar balances históricos de su propia actuación.
A modo de conclusión
Violencia estatal versus violencia de unos pocos, es una vieja formula perimida, pero que vuelve a aparecer en algunos sectores de la juventud cada vez que siente asqueada de este mundo basado en la competencia, la explotación y la opresión.
La acumulación de experiencia, tanto desde las y los trabajadores, como de otros sectores oprimidos, han demostrado lo inocuo de estas formas de organización que tienden a la accion individual, o de una minoria, contra un estado masivo que se destaca por su capacidad de filtrarse por los más mínimos rincones, y de aplicar una fuerza intensiva donde sea necesario, y darlo incluso vuelta a su favor. De ahí la necesidad de construir partidos que puedan influir en las masas, no para arrebatarles la opción de hacer política por mano propia, por el contrario, para promover la autoorganización masiva, y acelerar la asimilación de las lecciones que dejan las batallas dadas, para colaborar en la tarea de constituir una fuerza material capaz de acabar con las condiciones de explotación y opresión a la que somos arrojados en este sistema capitalista.
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