La inflación interanual en abril alcanzó su mayor nivel en 30 años, y en alimentos fue de 62,1 %. Son bienes básicos, pero para millones de personas cada día son más inaccesibles. El costo de vida es enorme para los sectores populares, en el lado opuesto los capitalistas de la rama alimenticia siguen aumentando sus ganancias. ¿Por qué? Es tiempo que este sistema irracional sea cuestionado.
Matías Hof @HofMatias
Sábado 14 de mayo de 2022
La inflación no cesa, los datos del Indec publicados en el IPC del mes de abril marcaron un 6 %; acumulando un 23,1 % en los primeros cuatro meses del año. Dentro de un escenario de recuperación desigual, la inercia inflacionaria suma inestabilidad mientras pulveriza a su paso el poder de compra de los salarios e ingresos de los sectores más vulnerables.
El encarecimiento del costo de vida y la fuerte suba en los alimentos que en el mes de abril anotó un 62,1 % interanual, preocupa. “Por trabajo y por salario; contra el hambre y la pobreza”, fue la consigna de la masiva marcha nacional piquetera.
La contracara de esta realidad son las ganancias amasadas por los dueños de los alimentos, como Pagani de Arcor o la familiar Pérez Companc del grupo Molinos, que figuran en el ranking Forbes de multimillonarios. Se trata de dos pesos pesados con posiciones dominantes en la rama alimenticia.
En 2021 la ganancia neta de Arcor fue de $19.918 millones, 140% más que lo obtenido en 2020. En medio de la pandemia, y la crisis social, Arcor había ganado $8.213 millones.
De los estados financieros se desprende que la participación de los productos de Arcor en las ventas totales del país son: Golosinas y chocolates (28%), Galletitas (20,5%), Packaging (25,5%), Agronegocios (13,7%), Alimentos (10,5%). Además, la empresa fundada en 1951 por Fulvio Pagani hoy cuenta con el 49 % de las acciones de otra gigante de la alimentación, Mastellone Hnos (compañía a la que pertenece La Serenísima).
Se trata de un gigante que cuenta en el país con 10 plantas sólo dedicadas a la alimentación, algunas son producto de compras y fusiones como las de Bagley o La Campagnola. Para saber ¿cuál es el secreto de Arcor, la empresa que sigue ganando aún en plena crisis social?, nos preguntamos ¿cuál es la situación de sus trabajadores?
En el complejo Bagley (Córdoba Capital), la empresa cuenta con 350 trabajadores. Allí un obrero inicial cobra en promedio $ 113.500 por 186 horas de trabajo al mes, a raíz de $ 610 la hora. Si hacemos un simple cálculo -generalizando este salario- nos da como resultado que en un mes la empresa de Pagani necesita casi $ 40 millones para abonar los sueldos. Arcor ganó el año pasado $ 54,5 millones por día, las diferencias están a la vista.
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Molinos Río de la Plata, la empresa fundada hace más de 100 años por Bunge & Born, se transformó en un holding ligado al sector alimenticio “que realiza actividades principalmente de industrialización y comercialización de todo tipo de productos alimenticios y bebidas alcohólicas incluyendo, entre los más relevantes, aceites comestibles, pastas secas, congelados, harina fraccionada, yerba, arroz, vinos y espumantes.”
La información que se desprende de sus balances contables sostiene que en 2021 este grupo que pertenece a los Pérez Companc tuvo ganancias por $ 2.739 millones, esto equivale a decir que ganaron $ 7,5 millones de pesos por día.
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Caen sobre mi las cadenas de supermercados
Los productos de las grandes alimenticias - como Arcor y Molinos- inundan las góndolas de almacenes, autoservicios y mayoristas, pero en el rubro de los supermercados sólo seis grandes cadenas concentran el 80% de las ventas en el país, según el último informe realizado por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia en 2018. Las empresas son Carrefour (Francia), Cencosud (Chile) —dueña de las tiendas Disco, Jumbo y Vea—, Coto (Argentina), Walmart (Argentina, adquirida en 2020 por el empresario y exdiputado Francisco De Narváez) —que incluye la cadena Chango Más—, La Anónima (Argentina) y Día (España).
El estudio revela información que los oligopolios buscan ocultar. En el caso de Arcor podemos observar que acaparó el 67 % de las ventas de mermeladas bajo su firma y que a través de Mastellone lideró la comercialización de manteca, crema, dulce de leche, queso y leche fresca; en este último producto se quedó con el 65 % del mercado. El grupo Molinos dominó las ventas de pan rallado y aceite de mezcla, concentrando el 68 % y el 73 % de las mismas, respectivamente.
El grupo Carrefour global -que ostenta el primer lugar en cuanto a facturación en el país- aumentó en 14,5 % el beneficio neto frente al año anterior con 1.158 millones de euros, gracias a un aumento de las ventas y a un recorte de gastos. En la filial Argentina las ventas se dispararon y la corporación francesa, registró un “fuerte aumento en el volumen” de ventas y de su cuota de mercado, además de las subas explicadas por el efecto precio.
Sin embargo, en el país las ganancias de Carrefour y del resto de las cadenas de supermercados se mantienen en secreto, bajo muchas llaves, imposibilitando acceder a sus verdaderos costos, su poder de "mercado" los habilita a realizar maniobras especulativas sobre los precios que llegan al consumidor, y también sobre los productos ya que brindan lugares privilegiados a los de las “primeras marcas” en detrimento de otras. La apertura de los libros contables se vuelve una medida clave para desarticular el secreto comercial y las gravosas consecuencias de esta información sobre los consumidores y trabajadores al momento de discutir sus remuneraciones.
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¿Por qué suben los precios de los alimentos?
Bajo el capitalismo, el actual modo de producción de bienes y servicios reivindicado por Cristina Fernández días atrás, las empresas producen masivamente alimentos en función de sus ganancias. Esto quiere decir que aún en momentos donde la pobreza afecta a 17 millones de personas, y la inflación hace caer el poder de compra de trabajadores y jubilados, la acumulación de más capital y las maniobras (remarcaciones) para mantener márgenes de rentabilidad están primeras en su lista de prioridades. Otro elemento de su éxito son los salarios que pagan por debajo de su valor.
La concentración en la rama alimenticia desde la producción a la comercialización como vimos previamente, se extiende también a las exportadoras de grano y oleaginosas, entre otras. Como señalaba el especialista Martín Schorr entrevistado por este medio: “los distintos gobiernos del kirchnerismo no han desandado buena parte del andamiaje desregulador de los años de neoliberalismo extremo.” Esto explica que “el Estado encuentra grandes condicionamientos para intervenir en mercados altamente concentrados, como el alimenticio (...) De allí que bajos ciertas circunstancias, estos oligopolios tienen una clara capacidad de apropiarse de excedentes de modo diferencial, por caso vía la fijación oligopólica de precios.”
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La suba de los precios de los alimentos no puede pensarse ni explicarse por fuera del actual contexto de inflación general alta que en abril anotó un 58,1% en doce meses, un récord desde 1992 en el plano nacional. También intervienen factores externos como la suba de precios de commodities derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania que se trasladan internamente por el poder del monopolio privado del comercio exterior, y de los altos precios de la energía global.
Las medidas del Frente de Todos no afectan en lo más mínimo las ganancias de los monopolios que producen alimentos, tampoco logaron poner algún freno a la inflación. Mientras las grandes corporaciones siguen aumentando su rentabilidad, la recuperación “desigual” de la economía nacional muestra en números que la mitad de los trabajadores ocupados gana en promedio $55,512.
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Salir de esta situación de creciente encarecimiento del costo de vida para millones implica cuestionar profundamente este sistema, pensar medidas que prioricen los intereses sociales. Como propone la izquierda un aumento de emergencia del salario mínimo, vital y móvil y de jubilaciones y planes sociales igual a la canasta familiar, control de precios bajo un comité de consumidores y trabajadores; monopolio del comercio exterior, y poner fin al saqueo de la deuda denunciando el pacto de entrega al FMI.
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Guadalupe Bravo
Nacida en Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires en 1985. Es economista, recibida en la UBA. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2004. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.