El equipo de Scaloni se impuso claramente con goles de MacAllister y Julián Álvarez. Recuperó el funcionamiento y pasa a la siguiente ronda para medirse con Australia el sábado a las 16 hs.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Miércoles 30 de noviembre de 2022 18:29
Enzo Fernández abraza a Julián Álvarez, autor del golazo que selló el 2-0 ante Polonia.
Después de tanto sufrimiento, de tanto cálculo y especulación, apareció el fútbol, la única garantía que tiene la Selección Argentina para llegar lejos en este Mundial de Qatar 2022. Y la buena noticia no fue solamente el triunfo: volvió a ser un equipo con alma, con una idea clara, que funciona. En parte, esa recuperación tiene que ver con una pieza fundamental del equipo que obtuvo la Copa América 2021: Rodrigo De Paul, aún por debajo de su nivel, volvió a ser uno de los ejes de la llamada scaloneta. También el picante que le puso arriba la presencia del ágil Julián Álvarez, la contundencia de MacAllister, las ganas de Di María y, sobre todo, la solidez defensiva de Otamendi (el mejor del equipo argentino). Y si el genio no aparece, porque Messi tuvo un partido más bien regular, lo esperanzador es que aparece un equipo.
Argentina dominó todo el partido. Polonia dejó una imagen pálida y pese a una fase de grupos floja, se metió por la ventana en octavos de final (le tocará la durísima prueba de Francia). Como diagnosticó Ángela Lerena, la comentarista de la transmisión en la TV Pública, bajo el formato de exclamación: “¡Qué equipo amarrete Polonia!”. Los dirigidos por Michniewicz (el “Mourinho polaco” como lo bautizaron en Europa del Este, aunque es bielorruso) se limitaron a esperar, confiados en que el paso del tiempo les aseguraba un empate que los ubicaba en el mejor lugar del grupo C: plantaron dos líneas de 4 casi pegadas, como un doble muro que el equipo argentino haciendo circular la pelota y utilizando el ancho de la cancha y apelando a los laterales logró desarticular. Tuvo las mejores posibilidades, transformó al arquero -arquerazo- Szczesny en la figura del partido y fue contundentemente superior. Una sola estadística vale de muestra: Argentina tuvo 10 tiros de esquina a favor (uno casi lo transforma en gol olímpico Di María, de no ser por la gran intervención del arquero), Polonia tuvo apenas uno.
La scaloneta terminó el primer tiempo como protagonista, aunque no podía plasmarlo en el resultado: tuvo la posibilidad con un penal de esos que viven en la imaginación burocrática de quienes se aferran a un reglamento caprichoso. Un centro que cabeceó Messi desviado encontró al arquero Szczesny dándole un manotazo involuntario en la cara a Lionel: ya no tenía ninguna incidencia en el juego, no significaba absolutamente ninguna ventaja para el equipo polaco y sin embargo desde las catacumbas con aire acondicionado y video del VAR recomendaron cobrar penal. Hubiera sido un escándalo de proporciones si perjudicaba a Argentina (en este caso, favorecía). Así se desnaturaliza el juego. Messi ejecutó, Szczesny atajó magistralmente y en el resultado se mantenía la paridad.
Pero en el segundo tiempo, la Selección Argentina arrancó con todo y la ventaja con el golazo de MacAllister terminó de hacer justicia y abrir el paso a otro partido. Y al ratito, en 12 minutos de esa segunda etapa, el golazo de Julián Álvarez al ángulo tras combinación con su excompañero de equipo Enzo Fernández cerró la historia; básicamente porque Polonia ya no estaba en condiciones de cambiar de libreto y buscar un empate cuando tenía un “chip” tan defensivo y cauto. Además, los cambios que planteó el DT aportaron frescura, especialmente el ingreso de Tagliafico.
#Qatar2022 #DatoAlbiceleste 🇦🇷
👣 Pases: 🇦🇷 882 vs. 304 🇵🇱
✅ Efectividad de pases: 🇦🇷 91% vs. 82% 🇵🇱
⚽ Posesión de balón: 🇦🇷 71% vs. 29% 🇵🇱 pic.twitter.com/PaktitkXl9— Selección Argentina 🇦🇷 (@Argentina) November 30, 2022
Ahora el panorama es totalmente distinto al de la última semana: empieza otro Mundial para el equipo argentino. En octavos de final se encontrará este sábado a las 16 (hora argentina) con una selección de Australia que es una de las sorpresas de esta Copa del Mundo, que dejó en el camino al siempre bien ponderado combinado de Dinamarca y que en los papeles parecería un rival accesible. Pero nunca hay que guiarse por los papeles, como demostró la amarga lección de Arabia Saudita. Solamente hay que seguir esa brújula redonda que pica y se mueve caprichosamente: la pelota, la verdadera protagonista que bendice con campeonatos a aquellos equipos que la tratan con respeto.