×
×
Red Internacional
lid bot

México

MÉXICO. Arrancó la mesa de diálogo en el IPN: estudiantes exigen una solución

Tras dos meses de reiniciar clases después del paro indefinido, los estudiantes politécnicos exigen una solución. El conflicto frente a la falta de democracia del Instituto Politécnico Nacional (IPN) continúa motorizando el descontento en la comunidad estudiantil y académica.

Viernes 20 de febrero de 2015

Las exigencias siguen apuntando a la destitución de las autoridades en los planteles, como directores y subdirectoras de 27 escuelas, el arreglo de infraestructura, presupuesto y formas de participación democráticas.

Sin embargo, tras la entrega de planteles, el interés de las autoridades por resolver las demandas ha venido decayendo. De las 28 peticiones de destitución de directores o funcionarios, parece que se iniciará a fines de mes con las resoluciones, pudiendo ser éstas negativas a la petición de las asambleas por Escuela. La fecha de resultados parece ser muy ambigua, como expresa el plazo indefinido para publicar las más de 48 auditorías para escuelas, centros de investigación y la administración completa de la ex directora general Yoloxóchitl Bustamante.

Para minimizar las tensiones en torno a demandas no resueltas, el interés del director general Fernández Fasschnat destinó $350mil para cada escuela del IPN. Habrá que ver si los insumos son suficientes como para apaciguar la demanda de destitución de los directores interinos que el mismo Fernandez Fasschnat impuso tras la salida de varios directores durante la Huelga Politécnica del fin del año pasado.

¿Todo se resolverá en el Congreso General Politécnico?

Y aún más, habrá que ver cómo se juegan las autoridades a descomprimir todo el proceso en el CGP, a donde aplaza muchas de las resoluciones de las exigencias planteadas, y que hasta ahora apunta a constituirse como un espacio igual de excluyente y antidemocrático que la propia estructura politécnica de toma de decisiones.

Sin representación de la mayoría estudiantil, sin reconocimiento de la voz y voto de los trabajadores y académicos, y sin derecho a la participación política, es imposible desarrollar un Instituto al servicio de las necesidades de la población pobre y trabajadora. Este es el principal punto débil de la Asamblea General Politécnica (AGP), un escandaloso funcionamiento burocrático que dejó fuera a la comunidad que nutría las asambleas y los paros, y que hoy se refleja en no más de una veintena de estudiantes negociando el rumbo de la lucha a puerta cerrada con las autoridades.

A retomar los métodos democráticos y asamblearios para decidir el rumbo de la lucha

Aunque se han convocado asambleas en varios de los planteles, es evidente que urge apostarse a renutrir esos espacios de toma de decisiones, y articularlos con otros procesos de organización como la Asamblea de Académicos y las escuelas organizadas alrededor de la Asamblea Interuniversitaria.

A su vez, es vital pelear porque el CGP se convierta en un espacio democrático y autónomo de toma de decisiones de los estudiantes, trabajadores y académicos; debería ser convocado con total independencia de las autoridades.

Al contrario de las dinámicas de negociación entre cúpulas que se han venido desarrollando, las exigencias del CGP deberían tener como piso mínimo la resolución integral de las demandas más urgentes y tendrían que discutirse ahí, con delegados rotativos, revocables y con mandato de base, las necesidades del personal trabajador (como hizo Voca 9 incluyendo las peticiones de intendencia en el pliego estudiantil), el pliego petitorio de los académicos, las exigencias del alumnado y formas apoyadas por la comunidad estudiantil para continuar con la presión ahora que los planteles están en poder de las autoridades.

Lo que se disputó con la huelga de 3 meses fue quién tenía el control en las escuelas. Este primer ejercicio debe apuntar a desarrollar otras formas de representación democrática que puedan oponerse a las autoridades y definir un plan de lucha para arrancar todas las exigencias. Aquí la AGP viene intentando mostrarse a la altura, pero sin transformar radicalmente la incorporación estudiantil en la toma de decisiones y democratizar su modelo de funcionamiento, corre el riesgo de tomar decisiones que no representen a la base y que la dejen aislada.