Con la llegada del coronavirus al Estado Español, una de las primeras medidas que se tomaron fue el cierre de todos los centros educativos. La decisión también afectó a las universidades, las cuales cerraron sus puertas y enviaron a casa al estudiantado. Pero en mi curso, hoy hicimos asamblea.
Jueves 16 de abril de 2020
La incertidumbre que se generó inicialmente sobre qué iba pasar con el curso no tardó en convertirse en nervios y agobio, ya no solo por el problema académico, sino por la grave crisis social que atravesamos y sus consecuencias económicas.
Sin embargo y frente a esta situación, hay estudiantes que hemos decidido dar un paso al frente y empezar a organizarnos para afrontar los problemas relativos a la universidad con los que nos encontramos. Este es el caso de los y las estudiantes de segundo año del grado de Filosofía, Política y Economía que se imparte en Madrid, entre quienes me encuentro yo mismo.
Si bien ya celebramos una asamblea hace varios meses, hoy ha sido la primera desde que estalló la crisis y tampoco va a ser la última. Aunque no voy a entrar en detalles del caso concreto, sí que hemos discutido sobre cómo afrontar los problemas relativos a la fijación de criterios de evaluación, la carga de trabajos o las clases online.
Además, hay que destacar que se trata de un grado con personas de todo el Estado, pues tan solo hay 60 plazas cada año y únicamente se cursa en Madrid y Barcelona, siendo obligado estudiar el primer año en la capital catalana y el segundo en la capital estatal. Este punto es importante porque muchos y muchas de quienes la cursamos estamos pagando alquiler o residencia este año, asunto por el que la universidad ni se ha interesado.
Más allá de los acuerdos concretos alcanzados en la asamblea, lo que creo importante es el ejemplo que se establece con ello, una muestra de cómo el estudiantado podemos autoorganizarnos para buscar la mejor respuesta a nuestros problemas.
Crear asambleas virtuales en cada clase para discutir sobre las dificultades que atravesamos, tanto las académicas como las económicas y personales, es un paso clave para empezar a organizar nuestra voz y hacer que se escuche.
Así, queremos animar también a que otras clases se sumen a organizar sus propias asambleas para debatir sus situaciones específicas, desde los criterios de evaluación y la carga de trabajos, hasta los problemas económicos derivados de las matrículas, las becas o los alquileres.
Pese a las diferencias particulares que puede haber en cada caso, la manera de afrontar la crisis del coronavirus ha sido esencialmente la misma por parte de las universidades. Un modelo universitario que, si antes ya se caracterizaba por sus órganos de decisión burocráticos y con escaso (o nulo) poder de decisión real para el alumnado, en la situación actual no ha hecho más que profundizarse. Un poder de decisión que por cierto sí tienen las grandes empresas que ocupan puestos en los Consejos Sociales que dirigen la universidad.
Por este motivo, veo la creación de asambleas virtuales por clases como un primer paso progresivo para poder organizarnos y pelear por nuestras demandas. A su vez, estas deben poder elegir a sus representantes, los cuales han de ser de carácter revocable para garantizar que defienden los intereses y las decisiones resueltas en asamblea.
Espacios que pueden surgir para reunir propuestas sobre nuevas formas de evaluación o quejas sobre la sobrecarga de trabajos, pero en los que se pueda discutir también sobre cuestiones tan necesarias como que no haya ningún suspenso en esta crisis, la devolución de las matrículas universitarias dada la situación actual o el mantenimiento de las becas.