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Red Internacional
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OPINIÓN. Asesinato de Marielle: ¿y si es el Estado el que mata a una mujer?

Algunos títulos de los diarios en Brasil se preguntaron: “¿Quién estaba interesado en matar a Marielle?”. Marielle fue ejecutada porque denunció el golpe de 2016 y la violencia de la policía. Si no sabemos quién fue el individuo que realizó la acción, sabemos muy bien a quién le interesa acallar las voces contestatarias. Marielle murió en manos del Estado capitalista que no sólo sostiene y legitima el machismo, sino que, además, garantiza los intereses de la clase que representa, es decir, es el proprio responsable por la violencia.

Lunes 2 de abril de 2018 10:47

El caso del asesinato de Marielle generó una profunda crisis en Brasil, precisamente porque en él transita una serie de contradicciones propias del capitalismo y de la formación del Estado brasileño, que se alzó a costas de la esclavitud negra, de la opresión de la mujer y de la explotación de una gran clase trabajadora, formado por una burguesía orgánicamente débil que necesita dominar presionada entre el interés espoliador de países imperialistas y una gigantesca clase obrera brasileña que también es negra, femenina e superexplotada.

Es por eso que muchos sintieron el asesinato de Marielle en carne propia, pues vieron en ella la representación misma de la opresión y explotación que sienten a diario.

La concejala del Partido Socialismo e Liberdade (PSoL) era mujer, negra y bisexual. Estos factores contribuyeron al odio de los sectores reaccionarios y de la policía para matarla. Sin embargo, el motivo central del asesinato no fue ese, y sí el hecho de que una persona que "debería" ponerse en una posición social de oprimida y de víctima estaba denunciando la violencia de la policía y el golpe institucional.

Su asesinato fue un intento de una “muerte ejemplar” al tratar de instaurar un clima de miedo y defensiva ante la intervención federal y toda la miseria, desempleo y precariedad que la población se ve obligada a vivir en Rio de janeiro.

No obstante, la acción desencadenó fuerzas que ni el gobierno Temer, ni ejército y ni el gobierno de Rio de Janeiro esperaban. Incluso la Red Globo tuvo que apropiarse de Marielle para desviar la indignación que el caso generó. Todos ellos derramaban lágrimas de cocodrilo, ya que lo que temen es que los miles de actos por justicia por Marielle confluyesen con la lucha de clases, como la reciente huelga victoriosa de los docentes y municipales en San Pablo.

El Estado capitalista fue quien generó todas las condiciones necesarias para la muerte de Marielle y de muchos otros, en la medida en que mantiene todos los crímenes de la policía de manera impune, que tira a la población a la miseria, al desempleo y a la marginalidad.

Los brasileños viven en un país donde hubo una transición pactada con los militares al final de la dictadura y los principales partidos del régimen - incluso el PT - hicieron parte de ello, manteniendo impunes a todos los genocidas.

Es el Estado el que asegura y reproduce la opresión, y genera las bases ideológicas para los femicidios y la violencia de género. Nosotros, de Pan y Rosas de Brasil, participamos de todas las manifestaciones y movimientos contra la violencia y por el derecho de las mujeres, siendo conscientes que para terminar con cualquier forma de violencia en el ámbito individual es necesario combatir al Estado capitalista que pretende perpetuarse y legitimar la opresión.

El caso de Marielle deja en claro en cómo la violencia de género proviene desde el Estado, hecho que abre la discusión sobre quiénes son los verdaderos responsables y pone de manifiesto la necesidad de una estrategia anticapitalista para vencer la opresión.

El Estado, lejos de ser un “garantizador de intereses comunes”, es en realidad una máquina del despotismo nacional del capital sobre el trabajo, que actúa para mantener la explotación de una clase sobre otra, utilizando la fuerza física para ello - la policía y las fuerzas armadas - como uno de sus herramientas de dominación, garantizando y legitimando la continuidad de la opresión para, de esta forma, lograr dividir a la clase trabajadora, pagar menos salarios e intentar desmoralizar a amplios sectores, o sea, todo para aumentar las ganancias de una minoría.

Temer y todos los parlamentarios y empresarios golpistas ahora tienen temor de que los trabajadores vuelvan a hacer huelga, dado que la fuerza de las luchas obreras puede confluir con la indignación del caso Marielle.

El fusilamiento de Marielle expone a la vista el rol del Estado

En primer lugar, es necesario reconocer que el Estado es responsable por la continuidad de la violencia de género. Nosotras, de la agrupación de Pan y Rosas de Brasil, denunciamos que:

“Los datos de las diversas formas de violencia en Brasil demuestran la brutalidad de una cadena que se origina en la sociedad de clases, se legitima y se reproduce permanentemente desde el Estado y sus instituciones hasta la jerarquía de la Iglesia y sus políticos y aliados - los medios de comunicación - estando el femicidio en el último eslabón de esta cadena."

Es necesario reconocer que el Estado y sus instituciones son responsables por la muerte de miles de mujeres por abortos clandestinos, que sus fuerzas represivas, funcionarios políticos y judiciales están intrincados con redes de prostitución y acoso sexual que involucran a niños y adolescentes. El Estado también es responsable por las enfermedades, accidentes y muertes que provocan el trabajo precario agravado con la Reforma Laboral, situación que se encuentran más de 40% de las mujeres trabajadoras en Brasil.

En este marco, para impedir que las ansias feministas convergieran con una estrategia anticapitalista y de trabajadores y trabajadoras, el Estado junto a los medios de comunicación y otros medios de formación de opinión se apoyaron en teorías posmodernas que ignoran la división de clases, al sujeto revolucionario e incluso la explotación y el papel del Estado, tratando de transformar toda la politización en torno al combate a la opresión y a la expansión de ideas feministas en ideias de “empoderamiento en los puestos políticos y de poder”, intentando que la salida sea individual, para que no haya solución al problema de todas las mujeres, principalmente de las más pobres y trabajadoras.

Y para responder a los escandalosos casos de femicidio, acosos y violaciones que hay en el país, el Estado se esconde tras un debate punitivo de individualizar al agresor y por esta vía trata de desviar esta revuelta en demandas que fortalezcan el aparato represivo del Estado con más policías en las calles.

Mientras que los datos de la violencia en Brasil siguen muy altos, el Estado brasileño demuestra su incapacidad para lidiar con el problema que él mismo genera. El asesinato de Marielle prueba que el Estado no sólo es el tutor de la opresión, sino que puede ser directamente el propio protagonista, y abre un debate con aquellos sectores feministas que pretende simplemente condenar al agresor como un hecho aislado. Incluso algunos sectores defienden a la "policía 24h" y que la misma resuelva e investigue los casos como si fuera una institución desprovista de intereses, cuando sabemos que es altamente violenta y opresora.

Andrea D’Atri, referente del feminismo en Argentina y dirigente del PTS, señaló un caso de femicidio en Argentina: “(...) se redujo el significado de ‘opresión patriarcal’ al de ‘violencia machista’ y, por ende, se resignificó la definición de las condiciones históricas y sociales de la discriminación y subordinación colectivas de las mujeres en las sociedades divididas en clases, exclusivamente como ‘violencia’. El grupo social que sufre esta violencia no es más que un grupo formado por víctimas. Víctimas de otro grupo social constituido por agresores. La opresión de las mujeres deja de ser un tema social, para transformarse en un tema criminal. El patriarcado, el Estado, el sistema capitalista, la heteronormatividad se reemplazaron por un sujeto individual: el agresor”.

De esta forma, la contradicción no estaría en la división de intereses de clase, sino en las “víctimas y agresores” y el Estado sería apenas un mediador común e imparcial. Al reducir este debate sobre la violencia, dejamos ileso a aquél que mantiene esta violencia: el Estado que legitima, justifica y reproduce la opresión hacia las mujeres.

Por ende, bajo ningún punto de vista, el Estado puede garantizar justicia por Marielle y por muchos otros a través de sus propios tribunales. Para conocer la verdad, exigimos una investigación independiente sobre el involucramiento de las fuerzas de la policía y del Estado, una investigación conducida por organismos de Derechos Humanos, por sindicatos y organizaciones de izquierda. ¡No podemos permitir que la policía encubra ni un solo centímetro de este crimen!

Para convertir la lucha contra la intervención federal en Rio de Janeiro en una gran batalla y lograr una comisión independiente en el caso Marielle, junto a la juventud y los trabajadores, necesitamos implementar una política independiente y de lucha contra la explotación y el capitalismo. Este caso demuestra, una vez más, que no podemos confiar en el Estado, en la policía, en el poder judicial o en los partidos políticos del régimen. Lo que debemos hacer es desarrollar una fuerza independiente junto a los trabajadores.

Cuando decimos que la lucha tiene que ser anticapitalista, es porque queremos que toda la humanidad sea libre de explotación y de toda opresión. Para ello, necesitamos cambiar las bases que sostienen este sistema en que una clase explota a las demás. Es decir, debemos construir un feminismo socialista y revolucionario que sea una fuerza para señalar, continuamente, cuál es realmente la raíz del problema: el viejo aparato del Estado de la burguesía que nosotras, trabajadoras, debemos organizarnos para destruirlo.