La semana del 18 al 25 de junio, hubo un incremento de las hospitalizaciones por Covid 19 en un 11.7% y para el 28 de junio se registró un aumento del 22.5% en contagios en la CDMX. Estos incrementos se han dado sobre todo entre jóvenes de entre 18 y 39 años, según informaron Claudia Sheinbaum y Eduardo Clarck, director del Gobierno Digital de la Agencia de Innovación Pública el pasado viernes.
Lunes 5 de julio de 2021
Vacunación para todas y todos
Como mencionaron los funcionarios, no es ninguna casualidad que sean precisamente las personas entre este rango de edad, quienes aún no han recibido la vacunación, las que hoy representan la mayoría de los contagios.
Este lunes 5 de julio comienza la vacunación para la población de 30 a 39 años en Cuajimalpa, Milpa Alta, Xochimilco, Cuauhtémoc y Magdalena Contreras; sin embargo, aún no hay fecha para los menores de 30. El profesor de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la UNAM, Malaquías López Cervantes, señaló que los ritmos de la vacunación habían disminuido tras las elecciones.
Al hecho de que los menores de 39 no han sido vacunados aún, se suma que la variable Delta del SARS Cov 2, afecta principalmente a los y las jóvenes ya que se transmite con una mayor velocidad y tiene mejores mecanismos para evadir las defensas del sistema inmunológico.
El avance del programa de vacunación en los mayores de 50 ha logrado que estos sectores hayan reducido la vulnerabilidad ante el contagio. Pero esta suerte tendría que estar corriendo el conjunto de la población, pues lo que hay detrás de que menos del 30% de la población cuente ya con por lo menos un esquema de vacuna, es que la producción de éstas corre únicamente por la cuenta de las grandes farmacéuticas que han aprovechado la crisis sanitaria para enriquecerse con las patentes.
Ya fue anunciado que la vacuna Patria, producida en México con una coinversión pública y privada, estará lista en diciembre, pero de liberarse las patentes, no habría necesidad de esperar a que cada país con la tecnología que tiene -donde claramente los países dependientes tardarán mucho más o ni siquiera lleguen a desarrollar patentes “propias-, podrían producirse vacunas en todos los países bajo el control de los trabajadores de la salud y no de las grandes empresas.
De esta manera, las y los jóvenes no tendríamos que esperar por tiempo indefinido a ser vacunados y dejaríamos de ser la población vulnerable.
La precariedad de la juventud
Si bien las cifras de contagios, hospitalizaciones y defunciones, no se acercan a los que vivimos en la capital a finales del 2020, es innegable que hay un rebrote en la CDMX y que, como señaló también López Cervantes, se debe en gran medida a la apertura de actividades aún estando en semáforo amarillo.
En efecto, la reapertura económica que se decretó sólo unos meses después de empezada la pandemia en el país, ha sido la principal fuente de contagios, pues los y las trabajadoras de la industria y servicios regresaron a sus labores sin las condiciones higiénicas mínimas para evitar los contagios, mientras que los sectores considerados esenciales, así como gran parte de los trabajadores informales, nunca pararon de trabajar, convirtiendo así los centros de trabajo en los principales focos de contagio.
El caso del aumento de contagios entre las y los jóvenes de la CDMX responde también a que con las condiciones laborales de este sector son ultraprecarias, siendo que la gran mayoría labora en la informalidad, mediante el outsourcing y sin prestaciones; no cuentan con las medidas de higiene necesarias para evitar los contagios y las posibilidades de hacer cuarentena en su casa son nulas.
Frente a esta realidad, el llamado de Sheinbaum y Clarck a los jóvenes para que tomen precauciones frente a los contagios, resultan de menos cínicas, pues en realidad son las patronales las que deberían garantizar las condiciones mínimas para sus trabajadores, desde contratos con el total de prestaciones establecidas por la ley, salarios que alcancen para cubrir la canasta básica, además de insumos como cubrebocas, gel antibacterial, agua y jabón en los centros de trabajo y permisos pagados por enfermedad.
A esto se suma que el transporte público de la ciudad no alcanza para la población y somete a las y los trabajadores a condiciones de hacinamiento que son óptimas para el contagio. La falta de aumento al presupuesto del transporte, da cuenta de la política del gobierno capitalino, así como del federal, de depositar la responsabilidad para la prevención de los contagios en los individuos y no en garantizar las condiciones estructurales para disminuir la propagación del virus.