El autor, patrocinante de parte de las querellas, analiza los dos años transcurridos desde que se destapó el escándalo del Instituto Provolo de Mendoza.
Martes 27 de noviembre de 2018 00:00
A dos años de que se conmemoran las denuncias en el Provolo, en un primer momento estamos tranquilos porque lo que decían los chicos ha llegado a buen puerto.
Por un lado, ya hubo una primera condena a Jorge Bordón (uno de los imputados) a once años de prisión. Por otro lado, se tira por la borda esa actitud artera de miembros del Poder Ejecutivo, que dudaron de lo que había sucedido. Decían que autoridades de la institución no tenían implicancia, cuando culpaban a las víctimas, cuando negaban lo que manifestaban los intérpretes.
Con la condena a Bordón sabemos que las víctimas dicen la verdad pese a que los funcionarios públicos, ni en su momento ni ahora, las escucharon. Pero por primera vez el Ministerio Público Fiscal sí los escuchó.
En estos dos años vimos que la Iglesia está cumpliendo un papel patético. Sigue ocultando información, que tienen y que no la dan. Eso mismo lo dicen los expedientes. La Iglesia sigue siendo lo que creíamos, parte integrante de nuestro Estado, que saca provecho a costa de violentar a víctimas abusadas sexualmente por sus propios empleados, que son los curas.
Respecto a la causa, hay varias cosas a tener en cuenta. Por un lado estamos por empezar el juicio, el jueves 29 se hará la audiencia a los efectos de saber cuál será la fecha de inicio de esa instancia. Por otro lado, está la primera elevación de la causa que involucra a las monjas Kumico Kosaca y Asunción Martínez. Y después el resto de los omitentes, que son los directivos que no hicieron nada sabiendo que esto sucedía.
Y por último hay un esquema mayor, que tiene que ver con las denuncias de los nuevos hechos que están empezando a imputar a raíz de las nuevas declaraciones y pericias que se van a hacer.