El gobierno australiano del primer ministro Tony Abbott y el gobierno conservador de la coalición liberal-nacional se han unido rápidamente a la guerra liderada por Estados Unidos en Irak. Su afán de ser parte de esta guerra es acompañada por su voluntad de declararle la guerra a los trabajadores de Australia.
Sábado 25 de octubre de 2014
Fotografía: Reuters
En respuesta a una solicitud formal de Estados Unidos, el primer Ministro Tony Abbott anunció el 14 de septiembre que los equipos y el personal del Australian Defence Force (ADF - Fuerza de Defensa Australiana) serían enviados a Medio Oriente. En solo dos días, doscientas tropas de fuerzas especiales australianas, cuatrocientos oficiales de la Fuerza Aérea, seis SuperHornets, un avión de vigilancia Wedgetail y un avión KC-30 fueron enviados a los Emiratos Árabes Unidos. Dos semanas más tarde, aviones de la Fuerza Aérea Australiana volaban a misiones no bélicas junto a aviones de combate de Estados Unidos. El 8 de octubre, las fuerzas armadas australianas lanzaron su primer ataque aéreo contra las fuerzas del Estado Islámico (EI) en Irak, cuando un F/A-18E/f SuperHornet lanzó dos bombas sobre un objetivo del EI.
La carrera del gobierno conservador australiano para unirse a la misión encabezada por Estados Unidos en Irak está acompañada por su retórica contra el Estado Islámico, así como el lanzamiento de una operación sin precedentes contra el terrorismo y contra "sospechosos de terrorismo musulmán" en suelo australiano. El primer ministro Abbott nunca ha perdido la oportunidad para describir al Estado Islámico como una “secta apocalíptica de la muerte” que "le ha declarado la guerra al mundo". No fue suficiente con su retórica, por eso el gobierno levantó su nivel de alerta terrorista el 12 de septiembre, de “mediano” a “alto” (significaría que el riesgo de un ataque terrorista es probable). Esto ocurrió a pesar de que el gobierno no tenía ninguna investigación específica de algún complot terrorista. Las agencias de seguridad habían recomendado un aumento en el alerta debido al número de australianos “peleando y apoyando” a terroristas, así como a grupos en Medio Oriente y la posibilidad de que estos mismos regresaran a Australia. Se cree que unos sesenta australianos están peleando junto al EI y Al-Nusra.
Los australianos despertaron el 18 de septiembre con la noticia de que por medio de la operación más grande del país contra el terrorismo, llevada a cabo durante esa madrugada, se había descubierto un supuesto complot de los extremistas musulmanes para cometer una decapitación pública. Las redadas policiales de antes del amanecer, con más de 800 agentes fuertemente armados, golpearon 25 hogares en Sydney y Brisbane. Quince personas fueron detenidas, muchos de ellos sin cargo, bajo las órdenes de detención preventiva. La mayoría fueron liberados al día siguiente, sin haber sido acusados de delito alguno. Sólo una persona fue acusada de delitos de terrorismo. Otro fue acusado de la posesión de un arma de fuego sin autorización. A pesar de que las declaraciones de la policía acerca de activar los preparativos para llevar a cabo los ataques, aún no hay información sobre un ataque específico, incluidas las fechas, tiempo o lugar. La severidad de la policía, la presencia de los grandes medios de comunicación en las redadas y la falta de pruebas sugieren que esta operación tuvo más que ver con la creación de un clima de temor y de terror que otra cosa.
Esta fue la señal para que la prensa de las grandes corporaciones aprieten el acelerador. Los medios de comunicación del magnate multimillonario Rupert Murdoch se pusieron a la cabeza. Constituyendo casi 60 por ciento de los diarios de Australia, los titulares alertaban acerca del "Mal al interior" y de que Australia podría ser un "Primer Objetivo". Fairfax, un medio supuestamente más liberal, no se destacó por cumplir otro rol.
Unos días después de esta operación masiva contra el terrorismo, la campaña para sembrar miedo fue nuevamente acrecentada cuando un joven de 18 años murió por los disparos de la policía. Esto ocurrió después de apuñalar a dos oficiales fuera de una comisaría en el estado de Victoria el 24 de septiembre. El adolescente musulmán nacido en Afganistán estaba siendo investigado por las acusaciones de desplegar la bandera del Estado Islámico en un centro comercial y por publicar en las redes sociales consignas contra la policía y las agencias de seguridad. Recientemente su pasaporte había sido cancelado. El joven había sido invitado por la policía antiterrorista a reunirse con ellos, no era considerado una amenaza importante, pero era conocido por los investigadores debido a su reciente comportamiento errático.
Como si los fantasmas de los prejuicios contra los musulmanes no hubiesen sido agitados suficientemente por estos incidentes, el primer ministro Tony Abbott los avivó el 1° de octubre. En una conferencia de prensa, Abbott dijo que aunque “no es asunto del gobierno decirle a la gente de qué forma debe vestirse”, consideró el velo (burka, el vestido usado por algunas mujeres musulmanas para cubrir sus cuerpos y caras cuando se encuentran en público) como “un atuendo que busca la confrontación” y que desearía no fuese usada en absoluto. Para un primer ministro que se suele ver a menudo vistiendo solo un pequeño traje de baño rojo, describir el burka como "un atuendo que busca el enfrentamiento" es de mínima, irónico.
Para la comunidad musulmana en Australia, los comentarios de Tony Abbott sólo ha acrecentado la ya elevada atmósfera contra los musulmanes en el país. Las últimas semanas han visto un aumento dramático en el número de incidentes por la islamofobia. La mayoría de los ataques contra los musulmanes han sido contra las mujeres por llevar el hijab. Decenas de mujeres han sido amenazadas verbalmente o han sido agredidas físicamente, por este motivo muchas de ellas temen abandonar sus propios hogares. Un hombre entró en una escuela islámica en suroeste Sydney empuñando un cuchillo y amenazado al personal. Por lo menos cuatro mezquitas han sido blanco de amenazas anónimas, graffiti o vandalismo. El Gran Mufti de Australia fue amenazado directamente en una carta anónima de miembros de la Liga de defensa australiana, de la extrema derecha. Debido a la desconfianza hacia la policía dentro de la comunidad musulmana, muchos ataques simplemente no son denunciados.
La creciente ola de islamofobia en Australia es un regalo para Abbott y su gobierno por varios motivos. Primero, porque ayuda a justificar aún más el papel del imperialismo australiano en Medio Oriente. Segundo, porque se basa en el discurso que Australia necesita para reforzar su protección en las fronteras y las políticas de seguridad nacional. Tercero, porque ayuda a distraer a la población de los ataques que el gobierno conservador está llevando a cabo contra los trabajadores y el pueblo pobre.
El método de sembrar temor está en el ADN de los liberales del gobierno nacional. La victoria electoral de los conservadores en septiembre de 2013 fue en parte gracias al repetido discurso de Tony Abbott acerca de la necesidad de "detener los barcos”. Esto se refiere a los barcos desvencijados de quienes buscan asilo ya que vienen de países asolados por la guerra como Irak, Afganistán y Sri Lanka. Los conservadores afirmaron que Australia se enfrentaba a una emergencia nacional. Sin embargo son menos de 19.000 refugiados los que llegaron a Australia en barco, un pequeño número comparado con la población de 24 millones. El gobierno ahora llama a los refugiados que llegan por barco "arribos marítimos ilegales" (a pesar de que no han hecho nada ilegal bajo el derecho internacional). Frente a esto, la Marina de guerra los obliga a pegar la vuelta y navegar hacia Indonesia, o bien son detenidos y enviados a centros de detención de inmigrantes en las Islas del Pacífico de Nauru o la isla de Manus (Papua Nueva Guinea) donde abundan los abusos contra los derechos humanos y las posibilidades de asentamiento en Australia son escasas.
El mantra repetido una y otra vez de "detener los barcos" fue utilizado para esconder de agenda del gobierno liberal-nacional que tenía preparados ataques a trabajadoras y trabajadores, pero el gobierno no pudo ocultarla por mucho tiempo. En su primer mes en el poder nombró a una “Commission of Audit” (Comisión de Auditoría) para estudiar las posibilidades de un recorte en el presupuesto y los gastos. La Comisión estuvo encabezada por nada menos que el ex jefe del Business Council of Australia (Consejo de Negocios de Australia), que representa a más de 100 de las mayores empresas de Australia, incluyendo gigantes mineras como BHP Billiton y Rio Tinto, a los cuatro bancos más importantes y a la mayoría de las más grandes firmas y empresas de servicios del país. En este contexto, no es sorprendente que la Comisión haya recomendado una serie de recortes en el presupuesto.
El gobierno conservador votó en mayo el presupuesto, que incluye un ataque a los trabajadores; rápidamente demostró ser profundamente impopular con todos excepto con las grandes empresas. El tesorero Federal, Joe Hockey, intentó convencernos con un discurso neoliberal de que el presupuesto de "la época del derecho" estaba caduco y de la necesidad de reemplazarlo "no con una época de austeridad, pero con una época de oportunidad". Sin embargo, la mayoría de la gente no compró este discurso.
Uno de los ataques más odiados es hacia el sistema de salud universal, el históricamente gratuito "Medicare", con un nuevo cargo de 7 dólares (australianos) para ver a un médico, o simples pruebas y radiografías, así como un adicional de 5 dólares en todos los medicamentos. La desregulación del honorario universitario traerá como consecuencia aumentos de tarifa masivos y un cambio hacia un sistema de educación terciaria del estilo norteamericano. 80 mil millones de dólares permanecerán fuera del presupuesto de salud y educación por más de 10 años. La edad de la jubilación aumentará a 70 años en 2035. 8 mil millones de dólares se van a deducir de impuestos a los trabajadores y sus familias. Los menores de 30 años que pierdan su empleo tendrán seis meses de espera antes de que puedan cobrar el subsidio de desempleo. A su vez se perderán más de 16.500 empleos en el servicio público. Se hará un recorte de 500 millones en los programas destinados a los indígenas (cuyos fondos ya eran insuficientes) por más de cinco años; también se hará un recorte de 8 mil millones al presupuesto de ayuda extranjera. Todo esto se llevará a cabo mientras la tasa de impuesto a las empresas se disminuye a 1,5 puntos porcentuales, el presupuesto del ejército se incrementa con un adicional de 12 mil millones, gastados en nuevos aviones de combate, y las empresas mineras seguirán recibiendo rebajas de 2400 millones en combustible diesel por año.
Afortunadamente, la naturaleza profundamente impopular de este presupuesto ha llevado a que muchas de estas medidas queden estancadas en el Senado (Cámara Alta). Los partidos más pequeños que controlan el equilibrio de poder tampoco se oponen a estas medidas o están negociando con el gobierno para reducir su impacto.
Este ataque del gobierno liberal-nacional también está apuntando al movimiento sindical del país, pero los fantasmas del pasado todavía están atormentando al gobierno. En el año 2005 el gobierno anterior introdujo reformas draconianas en contra de los sindicatos conocidos como “WorkChoices” (“Opciones de Trabajo”). El movimiento sindical respondió con algunas de las manifestaciones de clase obrera más grandes de la historia de Australia. El partido laborista australiano de centro-izquierda, el que casi todos los sindicatos están afiliados, prometió abolir “WorkChoices”. Este partido fue arrastrado al poder en el año 2007, pero a pesar de sus promesas sólo derogó parte de esta legislación y gran parte se dejó intacta.
Tony Abbott tenía que tener cuidado en el escenario electoral de septiembre del 2013. A pesar de las advertencias de los sindicatos, Abbott había dicho repetidamente al electorado que “WorkChoices” estaba "muerto, enterrado y cremado". Ahora “WorkChoices” está resucitando, al menos en parte. La legislación antisindical ve en parte un retorno de la vieja política de relaciones industriales, que fue aprobada en la cámara de representantes (cámara baja) en agosto y ahora ante el Senado (cámara alta). Estas nuevas leyes le facilitarán el trabajo a los empresarios al forzar a un sector de los trabajadores a que firmen contratos individuales no sindicalizados, además de restringir el derecho de los dirigentes sindicales para entrar en los lugares de trabajo, e incluso harán más difícil para los sindicatos llevar a cabo acciones legales (ya tienen restricciones bajo las leyes actuales). También será mas fácil para los empresarios, realizar tratos amistosos con los sindicatos moderados de derechas.
También se apunta a las tasas de interés que ya existen para los trabajadores con los salarios más bajos. Más de 40 mil trabajadores en el sector hotelero perdieron 25 puntos porcentuales de los días domingo a partir del 1 de julio. Otros sectores son propensos a ser los próximos.
El gobierno sacó provecho de un reciente escándalo de corrupción en los sindicatos, y creó la Comisión Real de Gobernabilidad sobre asuntos de corrupción y de los sindicatos (Royal Commission into Trade Union Governance and Corruption) en marzo de este año. Más de 60 millones de dólares se están invirtiendo en una Comisión donde los jefes, los antisindicalistas y la policía pueden hacer reclamos escandalosos con poca o ninguna evidencia. Los medios de comunicación de las grandes empresas luego regurgitan estas afirmaciones y las imprimen. La Comisión Real Sindical de Abbott es centralmente una caza de brujas que intenta sentar las bases para poder aplicar más sanciones legales contra los sindicatos, los de Construcción, Forestales, Minería y Energía (CFMEU) en particular.
¿En dónde puede alinearse el opositor Partido Laborista Australiano (ALP) frente a estos ataques del ala más conservadora? En muchos frentes se ha alineado con el gobierno con un espíritu bipartidista. El líder de la oposición laborista Bill Shorten ya ha dado su apoyo a la guerra en Irak, y a pesar de algunos murmullos individuales, los laboristas han lanzado su apoyo a las nuevas leyes antiterroristas. Por más de una década, los sucesivos gobiernos de laboristas y liberales han competido para ver quién podría tratar a los refugiados de la forma más cruel e inhumana posible. Los laboristas han hecho mucho ruido cuando se trata del “cruel presupuesto” de Abbot, pero se han negado a bloquear el presupuesto y ya han dejado pasar algunas medidas. El partido se ha distanciado de las espeluznantes (y en su mayor parte simplemente falsas) exigencias por parte de la Real Comisión Sindical. Los laboristas bajo Bill Shorten son un gran ejemplo de "Oposición leal a su Majestad".
El movimiento sindical ha tenido poco que decir públicamente acerca de la nueva guerra en Irak y sólo ha organizado manifestaciones simbólicas contra el presupuesto. En su mayor parte, la burocracia sindical no quiere poner en evidencia al Partido Laborista y está trabajando en silencio para la reelección del partido dentro de dos años.
En muchos asuntos "Los Verdes Australianos” (The Australian Greens) están a la izquierda del Partido Laborista. Los Verdes han sido enérgicos opositores al recorte presupuestario de los liberales y al trato inhumano sobre los refugiados. Sin embargo, muchas de sus políticas son una confusión del liberalismo de clase media. Por ejemplo, los verdes se oponen unilateralmente a una acción militar en Irak, pero luego exigen a las Naciones Unidas "lograr una paz duradera". Algunos de los verdes son activistas sindicales, mientras que otros consideran a los "grandes negocios" y a "los grandes sindicatos" como males gemelos. El partido es una mezcla de todo, desde pequeños negocios ecoturísticos, partidarios del libre mercado y libertarios hasta excomunistas. Lo que los une es la idea de que el cambio social se puede lograr a través del Parlamento y no a partir de las acciones de masas.
Uno de los pocos destellos de esperanza es el creciente movimiento estudiantil contra el aumento de las tarifas universitarias. Miles han salido a las calles en las movilizaciones en ciudades de Australia. Incluso, las charlas de los políticos conservadores en las universidades generalmente están acompañadas de manifestaciones en contra, por eso en muchos casos son canceladas por temor a la irrupción estudiantil en las mismas. Los grupos de izquierda, como Socialist Alternative (Alternativa Socialista) y Socialist Alliance (Alianza Socialista) tienen cierta influencia en ese movimiento, sus militantes han sido electos para una serie de cargos en varios cuerpos estudiantiles y la Unión Nacional de Estudiantes (National Union of Students).
El actual clima político de miedo, islamofobia y paranoia racista es un regalo para el primer ministro Tony Abbott y su gobierno liberal-nacional. También lo es para el enfoque bipartidista de la “oposición leal", del Partido Laborista, la timidez de la burocracia sindical y la confusión de Los Verdes. Todo esto le permitirá al gobierno conservador poner en marcha su participación en la guerra en Irak y continuar su ataque contra los trabajadores en Australia por un tiempo.
Sean Ro es activista sindical y de la izquierda en Sydney, Australia