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Red Internacional
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VIDA PRECARIA. Avellaneda: un incendio evitable en medio de un barrio de familias trabajadoras

Un depósito de la fábrica de colchones Simmons ardió este viernes en Gerli. No hubo víctimas fatales. Los vecinos denuncian desidia estatal y que la fábrica nunca debió estar ahí.

Sábado 7 de enero de 2017

Según datos oficiales hubo dieciséis personas afectadas, la mayoría con principio de asfixia o crisis nerviosa. De ellas diez fueron bomberos voluntarios. No hubo víctimas de consideración y, por suerte, nadie murió. Pero la conmoción tardó muy poco tiempo en extenderse desde la calle Heredia al 600 de la localidad de Gerli (Avellaneda) a toda la región. Y vía los canales de TV de noticias, a todo el país.

Más de 20 dotaciones de bomberos trabajaron durante algunas horas para extinguir el fuego que consumió prácticamente todo lo que se encontraba en el enorme galpón de la empresa Simmons. Y todo lo que se encontraba era altamente inflamable: colchones y sommiers listos para ser despachados.

Pasadas las 12:30 de ayer, los 80 trabajadores que se encontraban en la planta fueron alertados e inmediatamente abandonaron las instalaciones. Todos resultaron ilesos. Pocos minutos después la enorme columna de humo negro se encargó de “avisarle” a todo el vecindario que algo malo estaba sucediendo y había que evacuar las casas que están pegadas al depósito.

“Estábamos en casa y empezamos a ver humo en el patio. Salí a mirar y enseguida le dije a mi señora que se estaba prendiendo fuego la fábrica”, contó a Damián Vázquez, cronista de La Izquierda Diario, uno de los habitantes del barrio Agüero. “En 15 minutos se prendió fuego todo. Era incontrolable”.

Testimonios similares se recogieron durante toda la tarde. La alarma generalizada se mezcló en poco tiempo con el temor y la incertidumbre.

“Estaba en casa con mi señora y los chicos. Ella está embarazada de siete meses. Estaba esperando a mi mamá que había ido a hacer un mandado. En eso viene corriendo y gritando que saquemos a los chicos que se estaba prendiendo fuego la fábrica”. Maxi Quinteros y su familia viven también pegados al galpón de Simmons. En diálogo con este diario dijo que tiene un nene discapacitado y una nena. “Subí a la pieza, agarré al nene y se lo llevé a mi tía que vive enfrente. La nena estaba durmiendo, también la levantamos. Agarramos a los perros y el cochecito del nene y nos fuimos. Fue una locura”.

A Maxi le dijeron los propios bomberos que si el hecho hubiera ocurrido de noche o si llegaba a haber un viento fuerte “se prendía fuego todo. Por suerte apenas sólo se llegó a derretir el tanque de agua del techo, un caño y algunos cables”.

Pero la peor parte se la llevaron Edmundo Toledo y su familia, quienes alquilan la casa que terminó más afectada. Literalmente perdieron todo. “La llamarada fue tremenda. Pasó por encima de la pared, bajó y enseguida agarró la ventana del dormitorio de los chicos. La explotó. Por suerte pude sacarlos a tiempo. Pero me destruyó casi todo”, dijo Edmundo al cronista de La Izquierda Diario cuando el fuego había ya terminado. Minutos después Sandra, la dueña de la vivienda, también lamentó sus pérdidas. “Yo prácticamente perdí la casa, Defensa Civil me dijo que está con peligro de derrumbe”.

El depósito de Simmons está literalmente rodeado de cientos de viviendas, en su mayoría precarias, por lo que una parte de las personas que viven en el lugar optaron por improvisar un operativo colectivo, arrojando baldazos de agua, procurando evitar que el fuego traspase las paredes del depósito.

Parte de lo perdido por la familia Toledo

“Esta fábrica nunca debió estar acá”

Después de comentar lo que vivió en su casa destruida por las llamas, Edmundo agregó que “los de la Municipalidad vinieron, preguntaron cómo estábamos, tomaron nota, pero nada más. Y como siempre, de la fábrica nadie apareció. Dijeron que nos iban a donar colchones, pero eso es lo de menos. En realidad tenemos que recomponer la casa. Hasta el revoque de la pared entero se me cayó”.

Maxi y otros vecinos coincidieron en decir que ningún funcionario de la gestión kirchnerista de Jorge Ferraresi apareció en toda la jornada a dar explicaciones de lo sucedido ni mucho menos a explicar las medidas elementales para reparar los daños brindar todo lo que necesitan las familias afectadas.

Sandra coincidió con Edmundo, su inquilino, y con todos los entrevistados por este diario. “De la Municipalidad se acercaron, tomaron nota en un papel con una birome, preguntaron cuántos colchones se necesita y se fueron. ¿Pero quién responde por estas cosas? Esa empresa nunca debería haber estado en ese lugar”, sentenció.

Y eso es lo que piensan muchos en el barrio Agüero. Maxi dijo que los vecinos “nunca supieron realmente el riesgo que había con esta fábrica. Pero siempre lo imaginamos. Decíamos ’el día que se prenda un colchón ahí, estamos al horno’". Para Edmundo tampoco “esa fábrica no puede estar acá. Un depósito de casi 200 metros, con todo químico”.

Otro habitante, que prefirió no dar su nombre, remarcó que “la fábrica no debería estar ubicada en este lugar. Pero de última, si está, debería tener todos los recaudos para que esto no pase. No puede ser que el fuego se haya propagado en minutos a todo el depósito. Si hay un principio de incendio debería poder solucionarse enseguida y no debería correr riesgo ninguna familia de los alrededores, porque somos seres humanos, no somos ratas que si se prende fuego la fábrica da lo mismo que se muera la gente de al lado. A ellos les importa el negocio nomás. Siempre hay que esperar a que pase una tragedia para tomar conciencia de estos peligros. Ahora que pasó esto, que hagan una plaza o más viviendas y no haya más este peligro. Acá somos todos laburantes, criamos a nuestras familias, el barrio tiene muchos años."

Al cierre de esta edición ni la Municipalidad de Avellaneda ni la empresa Simmons habían hecho público ningún tipo de comunicado explicando las causas del siniestro y mucho menos explicando los pasos a seguir para solucionar los problemas ocasionados a los habitantes del barrio Agüero.

Sólo a través de testimonios de los propios trabajadores de la empresa se supo que todo empezó por un cortocircuito eléctrico en el sector Expedición y en pocos minutos terminó colapsando el techo completo del galpón.

El desprecio capitalista por la vida de los barrios donde habitan familias trabajadoras y la desidia gubernamental que deja hacer a esos capitalistas lo que quieren sin control, ayer no se cobraron ninguna vida en el barrio Agüero de Gerli. Pero esa suerte no debería hacer perder de vista que ese desprecio y esa desidia suelen ser verdaderos fabricantes de crímenes sociales.


Redacción

Redacción central La Izquierda Diario