Además de anunciarse la lista de la Comisión Experta, la cual generó diversos cuestionamientos, ahora también comienzan a salir a la luz algunas cartas para consejeros constituyentes, entre ellos el de Michelle Bachelet, tratándose de una figura icónica de la administración neoliberal de los 30 años, pero también por otro lado podría significar una estrategia de los partidos que la postularon para inclinar la balanza a favor de este proceso por la simpatía que genera en un sector de la población.
Domingo 29 de enero de 2023
Este segundo proceso constituyente ha estado cargado de críticas por considerarse muy alejado de la realidad de la “gente común”, la clase trabajadora y sectores populares. Siendo una nueva cocina entre los partidos de derecha, centro izquierda e incluso la nueva centroizquierda del Frente Amplio.
La apatía que genera el proceso en la gente es un problema para los partidos que lideran el espacio debido que uno de sus objetivos es superar la crisis de hegemonía burguesa que enfrenta el país, que sobre todo se vio expresada luego de los resultados del primer proceso constituyente con la aplastante caída del Apruebo y el triunfo del Rechazo.
Según nuevos datos del Centro de Estudios Públicos (CEP) quienes profundizaron en una encuesta realizada a comienzos de año sobre los motivos de los votantes de “Apruebo” y “Rechazo”, en el Rechazo primaba una desconfianza en el proceso y la labor de los constituyentes, además de señalar que “había propuestas muy radicales”, entre otras cosas.
Ante esto, al parecer estas fuerzas políticas, no vieron nada mejor que atender a estas preocupaciones e impulsar un segundo proceso muchísimo menos democrático, donde si bien las reglas señalan que esta nueva constitución deberá ser plebiscitada en diciembre de 2023 por “voto popular”, el diseño lo harán los 24 polémicos expertos que en el fondo buscan mantener los pilares del neoliberalismo y resguardar la democracia burguesa chilena. No está en sus planes enfrentar esos sentidos comunes más conservadores y elevar las expectativas que abrió la misma rebelión, sino moderarlas cada vez más.
Bachelet, teniendo dos mandatos de presidenta encima, en general ha arrastrado a un sector de votantes que son mujeres de 55 años que son parte de estratos populares que la apoyan, por la figura que ha buscado consolidar de sí misma: una mujer, política de “centro”, que aplicó reformas progresivas en su gobierno y a favor de los derechos humanos por su cargo como Alta Comisionada para los DD.HH. de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sin embargo, en los hechos la ex presidenta en sus mandatos jugó un rol importante en contener cualquier intento de expresión y movilización popular, incluso violando derechos humanos que dice proteger. Lo pudimos ver con la represión que se aplicó a la generación estudiantil del 2006 cuando reclamaban justos derechos educacionales, luego en su segundo mandato, desplegó una represión policial contra los movimientos huelguisticos, contando con un asesinato hacia un obrero de la mineria, Nelson Quichillao. Solo por nombrar algunos ejemplos.
Bachelet pone como condición una lista única del oficialismo integrando incluso a la Democracia Cristiana, entregando nuevamente oxígeno a un partido que históricamente ha sido oposición a los derechos de trabajadores, mujeres y pueblo pobre. Ahora además, tiene un disputa con Ricardo Lagos, quien dice impulsar una lista única pero sin Apruebo Dignidad, donde en los próximos días que podrá ver quién va a liderar finalmente la lista según lo que discutan los propios partidos bajo sus reglas y decisiones.