Entrevistamos al grupo BS-Teatro Performático, que presenta este viernes 29/3 “MichelXXX”, performance inspirada en la Historia de la Sexualidad de Foucault.
Jueves 28 de marzo de 2019
Fotos: Renzo Luna Chima
En tiempos de marea verde, mientras en el mundo resurge una nueva oleada del feminismo y los movimientos de lucha de las mujeres y la diversidad sexual, en Bahía Blanca un grupo de teatro performático hace una propuesta muy provocadora. Una performance de más de 3 horas en el pub Estación Rock, que durante la acción tiene su barra abierta, con la consigna de llevar ropa que se pueda ensuciar, y estar abiertxs a invervenir en una propuesta diferente.
El Grupo BS Teatro Performático se formó en 2016, convocado por Patricio Lodeiro. Primero presentaron Res Pública, obra de Felipe Hirschfeldt y luego surgió MichelXXX, creación colectiva a partir de la Historia de la Sexualidad de Michel Foucault. La próxima función es este viernes 29/3 a las 22hs, la entrada sale $200, $180 anticipada y hay 2x1 para estudiantes.
Me acerqué a realizar la entrevista cuando terminaban un ensayo y lo primero que ví fue los pañuelos verdes en las mochilas. La parte del grupo que podía quedarse se sentó en ronda y me pidieron que cuando desgrabe las respuestas no distinga personas, son respuestas colectivas, construidas en un diálogo permanente.
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-¿A quiénes dirigen la invitación a participar de esta acción performática? ¿Qué buscan que ocurra con lxs participantes?
BS: Los llamamos expectacipantes, que es una categoría que creó Federico [miembro del grupo], en lugar de público o participantes porque queremos derrumbar el umbral de ver a querer accionar. En general está abierto a todo tipo de público, mayores de 18 años.
Una de las constantes de lo performático es que tiende a romper el binomio de actor/espectador que es lo supuestamente constituyente de lo que hablan los grandes teóricos del teatro. Eso se está poniendo en crisis actualmente, donde hay muchas prácticas escénicas donde ese binomio tiende a diluirse. Apostamos por un sujeto que construya, que accione, no un público del siglo XIX que está quieto, callado, a oscuras, anónimo, prácticas que siguen estando vigentes.
-¿Qué actitudes observan en la gente que asiste a las funciones?
BS: En algunos casos la gente en seguida entiende el código y empieza a participar, en otros casos buscan lugares oscuros para que no los registremos y no los invitemos. Estuvimos hablando mucho de las diferentes reacciones. Hubo gente que se fue porque se sintió invadida de alguna manera, a pesar de que uno no aborde el cuerpo del otro de manera abrupta, pero la mayoría se queda hasta el final, se va incorporando de a poco a la performance y terminamos todos en un ditirambo. La idea es invitar, proponer, y no obligar, ni manotear ni agarrar.
El tema es que somos conscientes de que hay un condicionamiento muy fuerte sobre cómo se vinculan los cuerpos, y justamente lo que proponemos es una sexualidad que no ponga el foco en la genitalidad sino en la corporalidad total, ejercida colectivamente, romper lo monogámico, unas veces eso logra construirse y otras veces el código no logra formarse. Eso implica que nosotros tengamos debates posteriores para reformularlo. Cómo proponer sin imponer para que se pueda decodificar, y que el expectacipante pueda salir de ese condicionamiento, pueda confiar.
-Algo de esto ya me respondieron, pero quería preguntarles ¿cómo se transforma la propuesta al llevarla a la práctica volviendo parte integral de la acción a lxs que asisten?
BS: Hay cuestiones prácticas, si hay performers como uno que ahora está lesionado, o que no alcanzaban a llegar al horario de inicio. Cuestiones de rotación de modo que todos podamos estar en condiciones de hacer todas las acciones. Eso resignifica la puesta. Todavía el expectacipante sigue pegándose a las paredes, pauta su lugar para mirar y no invade el espacio que está disponible. Mientras va transcurriendo la acción hay gente que va siendo más participativa, pero todavía no logramos que el expectacipante se sitúe en el medio del espacio. Se sigue generando esa incomodidad. Ver gente que está libremente moviendo su cadera genera incomodidad en el que está mirando. Vos mirás fijamente mientras movés tu cadera y hay incomodidad, te desvían la mirada.
Por eso mismo es el tiempo de las acciones, tiene que ver con un desarrollo del concepto y darle tiempo al expectacipante de relajarse, saber que puede confiar, entrar y poder despejarse de preconceptos y naturalizar eso que está pasando. Por eso el tiempo que se le da a cada actividad.
Cada vez que terminamos siempre hay algo que es diferente. Y siempre nos preguntamos cómo invitar sin generar rechazo, como ir ablandando. ¿Cómo generamos colectividad de algo que ya viene fragmentado? Esa línea imaginaria entre espectador y performer se genera, ¿cómo hacemos? Eso es un aprendizaje. Nos pasa con Liminal, nos pasaba con Res Pública, donde estábamos desnudos. ¿Queremos generar incomodidad o queremos generar reflexión? Y eso se vuelve a trabajar.
-Hablar de sexualidad muchas veces puede generar incomodidad.
BS: Esa es la fundamentación que empleamos para el título, en XXX ponemos el sexo o la sexualidad sobre la mesa. Somos conscientes de que estas experiencias en Bahía Blanca son excepcionales, y es un shock para el expectacipante que se lo invite, va a llevar tiempo esa construcción. Todavía no logramos nuestro propósito, seguimos siendo “degenerados”.
Una de las primeras críticas que recibimos de Res Pública era “ustedes están queriendo cagar al espectador, molestar, no hay una intención de generar teatro”. Es un replanteo difícil, con alguien que se pone a la defensiva porque lo hiciste esperar o porque lo pesaste a la entrada, lo materializaste, ya te está descalificando. Hay veces que llegamos a la conclusión de que estamos yendo hacia otra clase de acontecimiento, y a gente que está un poco más abierta. La propuesta es abierta a todos, pero decanta por sí misma.
Si hay un preconcepto sobre qué es teatro y qué no lo es, esa persona se autoexcluye. Nosotros pensamos la propuesta, le ponemos el cuerpo, lo reflexionamos, pero hay alguien que decide jugar y alguien que no, alguien que ya tiene las reglas marcadas. Nuestro objetivo no está cumplido, estamos avanzando, generando práctica colectiva, que es muy buena, pero de manera incipiente. Un espacio importante que damos en todas las obras es el micrófono abierto al final. Es un espacio muy rico para ver qué nuevos significados le dio el expectacipante a eso que vivió, y también eso repercute en lo que vamos a hacer.
En parte gracias a los medios de comunicación, estamos en un período de literalidad, es muy dificultoso leer la metáfora. Y cuando una propuesta empieza a trabajar con la lógica de la metáfora, no hay de dónde agarrarse para decodificar lo que se está vivenciando. Es un ejercicio.
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-La obra se divide en tres partes, "La voluntad de saber", "El uso de los placeres" y "La inquietud de sí", como las tres partes de la obra "Historia de la sexualidad", ¿cómo se construye este diálogo entre la performance y la obra de Foucault? ¿cómo intervienen los distintos recursos en ese diálogo, el cuerpo, la palabra?
BS: El foco de atención lo ponemos en el cuerpo como sistema escénico predominante. Lo que es extra corporal, iluminación y utilería es bastante rudimentario. El foco está en la relación entre los cuerpos como constructora de espacio, de tiempo y de energía. El cuerpo es soporte del discurso, la palabra aparece en pocos momentos. En la primera parte hacemos un planteo a partir del dispositivo de sexualidad que propone Foucault, entonces abordamos las problemáticas de la mujer histérica, la familia malthusiana, el adulto perverso y el onanismo. Tomamos lo que a nosotros nos parecía más representativo de cada problemática de ese dispositivo de sexualidad y trabajamos explorando qué programación tenemos incorporada de agresividad en las cuestiones de cortejo, baile.
Después Foucault va desarrollando lo que plantea en el primer tomo, empieza con la antigüedad clásica y avanza hacia el crsitinanismo. En el cuarto [de reciente edición] hace foco en la virginidad. Para nuestra lectura nos separamos en grupos con la segunda parte y cada grupo abordó un capítulo, esos grupos construyeron las acciones que se fueron encadenando y constituyen la segunda parte. Tomamos por ejemplo elementos de la antigüedad clásica y los hacemos dialogar con nuestro presente, sino no tiene mucho sentido. En el segundo bloque apelamos a modelos de representación que avalan la sexualidad, y los subvertimos en base a la bio de cada performer que exploró los distintos capítulos del segundo tomo.
En el final, se ve que la intuición nos llevó para ese lado [del cuarto tomo], porque apareció la virgen. En el tercer tomo volvimos a lo colectivo. Hay un momento zen preparatorio para el ditirambo final, donde se propone una sexualidad que no focalice en la genitalidad.
-A eso iba mi siguiente pregunta ¿Qué es una sexualidad asistemática?
BS: En primer lugar eso. Después, no monogámica, no heteronormativa, colectiva. Que no implique una relación de poder, una verticalidad. Y eso cómo se traduce en agresión a partir de las tensiones que ejerce el sistema. Una de las violencias es la categorización, el rol, que lleva a alguien que puede ejercer un poder sobre otro. Algo asistemático es una búsqueda. Si quisiéramos definir la sexualidad asistemática sin saber la sistematicidad en la que estamos inmersos corremos el riesgo de volver a otra sistematicidad. Es una pregunta que nos llevamos nosotros y que también se lleva el expectacipante. La pregunta es cómo salir de los patrones.
-¿Es posible vivir la propia sexualidad de ese modo en este sistema social, donde la heteronorma se actualiza constantemente? Y, por otro lado, ¿es posible al acceso al goce, a la conciencia del propio deseo mientras hay pibes y pibas que laburan 12 o 14 horas por día, o no consiguen laburo, y no pueden estudiar?
Es una búsqueda colectiva. Porque si yo disfruto de mi sexualidad asistematizada, ¿qué soy, un individuo superado de lo colectivo, me ilumino? Como en las colonias hippies de los 60 ¿nos separamos y a partir de ahí construimos? Ese es el riesgo, plantear alianzas de sexualidad de nuevos tipos con el sistema que ya está instaurado. Sin concebir al otro como otro, y sabiendo que cambiar la sexualidad depende de cambiar todo. El feminismo puede ser neoliberal, consumista, por salir a buscar la igualdad en un mundo que ya está esquematizado. Por eso es un trabajo conjunto.
La sexualidad que ejercemos ahora es totalmente funcional al capitalismo, la monogamia, el matrimonio desde la ley natural hombre-mujer, con fines reproductivos y un montón de normas coercitivas en relación a los individuos. ¿Por qué los legisladores no se plantean la posibilidad de los matrimonios colectivos? Si quieren generar su proyecto común diez personas, ¿por qué no está esa posibilidad? Está pensado para sostener el capitalismo. Y además hablamos también de todas las políticas que hay sobre el cuerpo, cercenan la corporalidad al ciudadano trabajador y consumidor… y hasta ahí, en un contexto de atomización. Como un orden mínimo para una buena producción, ellos lo piensan así. Y en la medida que puedas satisfacer tu genitalidad ya está. ¿Qué pasa si empezás a satisfacer toda la corporalidad? Y permitirse también ceder al deseo, construimos muchas barreras para lo deseable. Por eso buscamos poner en una inquietud corporal al expectacipante. En ese camino vamos.
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-¿Qué piensan sobre hacer esta obra en esta época de crisis capitalista, con fenómenos por derecha como Trump y Bolsonaro, y por otra parte con la marea verde y el cuestionamiento a la iglesia?
BS: Es una paradoja, pero estas propuestas son lo más oportunas en estos procesos. En procesos más progresistas no tendrían el mismo impacto. Y la presión genera la necesidad. Son proyectos que, como dialogan con el contexto, se resignifican constantemente, y con cada avance de la derecha adquieren más peso. Y más compromiso, uno se compromete de otra manera al saber que estás denunciando.
En este contexto actual, es seguir pinchando. Y volviendo a la sexualidad y el deseo, se plantea esto de que yo considero que soy libre en el deseo, y lo que pone en conflicto esta acción es eso: el propio deseo. ¿Qué tan tuyo es el deseo si está normalizado? Y lo que plantea Foucault es que ese deseo está normalizado, entonces no somos libres.
Si no somos libres en aquello que siempre pensamos que éramos libres, ¿qué queda para el chico que labura 12 horas por día? Es un esclavo, entonces somos esclavos de este sistema, hasta la sexualidad. A mí me gustan las mujeres porque siempre me gustaron las mujeres. La sexualidad es un punto de entrega, desde donde cualquier persona se pone en contacto con su corporalidad y con el deseo, y con la otredad. En otro contexto no lo hacés, en la escuela no lo hacés.
Pensamos cómo se mete el sistema en la cama, y por qué consideramos que el sexo es la cama. El sistema lo reduce a la genitalidad, en el boliche, la gran mayoría de la música, la forma en la que bailamos. No hay verbalización, no hay miradas, genitalidad y me fui. En la primera parte hacemos mucho hincapié en la cadera, es esa genitalidad instalada que está corriendo subliminalmente.
Y la sexualidad se relaciona con la intimidad, por eso, en mi intimidad soy libre. Bueno, vení a presenciar MichelXXX y tevas a dar cuenta que ni siquiera ahí donde creiste que eras libre lo sos. Para las “minorías” eso siempre fue una carga. Ahora empezamos a poner en duda si las minorías no son el reflejo de lo colectivo, entonces no todos somos al final heterosexuales, ni uno homosexual, ni otro bisexual. Ahí se empieza la búsqueda, empezar a sacar las categorías. Es una manera interesante de ponerle el cuerpo a empezar a desaprender algunos conceptos y prácticas.