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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Bahía Blanca: mi mamá, "La enfermera"

Compartimos el relato de Dani, estudiante, trabajadora precarizada e hija de una de las tantas trabajadoras de la salud que están en la primera línea frente a la pandemia de COVID-19.

Martes 21 de abril de 2020

Suena el timbre a cualquier hora, el teléfono y los mensajes de whatsapp tampoco tienen horario. El vecino está descompuesto a las 5 de la mañana y la enfermera está. A los hijos les duele algo a las 3 de la tarde y la enfermera está. Los padres reniegan y se niegan a cumplir con la cuarentena y, de nuevo, la enfermera está.
La enfermera es mamá, es hija, es hermana, es tía, es vecina, es amiga... pero siempre, siempre es enfermera.

Sin dormir, pensando en cómo llegar a fin de mes sin que nos falte nada, con miedo por estar expuesta ella e, indirectamente, nosotros también. Preocupada porque no sabe cómo hacerle entender a mis abuelos que tienen que quedarse en casa, que no pueden salir a trabajar, por más que sea al campo, ni mucho menos a pasear.

"La tienen que cuidar", me repitieron incontables veces estos días. Yo la voy a cuidar y defender hasta el último día, pero ustedes, ustedes como familiares, como amigos, como vecinos, como sociedad, también cuiden a "La enfermera". Respeten la cuarentena siempre que puedan, y toda medida de prevención posible. Respeten los horarios, déjenla descansar. Respeten y sean justos a la hora de pagar por el servicio, porque mi vieja puede atenderlos de onda y hacer favores, porque son amigos, familiares o vecinos, pero es su trabajo. Y quienes la conocen saben de sobra que se desvive por sus pacientes, que no importa si durmió solo 2hs en el día o si le pueden pagar o no, los asiste y atiende igual. Pero, repito, es su trabajo.

Hablo por mi mamá, pero creo que se ajusta a cada personal de salud. Seamos justos, respetemos y luchemos todos para que tengan el sueldo que se merecen, un sueldo que les permita vivir. No las migajas que les tira este sistema corrupto.
Los aplausos son muy lindos y emocionantes, pero con aplausos no se come, con aplausos no se vive. Dejemos de romantizar la precarización laboral.

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