En la noche de este miércoles, tras la destitución de Dilma, se realizaron actos contra el gobierno golpista de Temer en las principales ciudades del país. La juventud fue el actor destacado.
Jueves 1ro de septiembre de 2016 12:02
Tras la votación del senado brasileño, que terminó con la destitución de Dilma, miles de brasileños salieron a las calles de las principales ciudades del país. Una vez consumado el golpe institucional, el centro de las protestas fue el presidente golpista Michel Temer. Con una fuerte presencia juvenil y represión de la policía contra muchas de las manifestaciones, la consigna central de los actos espontáneos fue la de #ForaTemer (Fuera Temer) y la denuncia al golpe.
Los actos más importantes se realizaron en Bahía, Ceará, Distrito Federal, Espírito Santo, Minas Gerais, Pará, Paraíba, Paraná, Pernambuco, Río de Janeiro, Río Grande do Norte, Río Grande do Sul, Rondônia, Santa Catarina y San Pablo.
También se realizaron pequeñas manifestaciones a favor de Temer en Alagoas, Espírito Santo, Minas Gerais, Paraná, Río Grande do Norte, Río Grande do Sul e San Pablo.
En San Pablo el llamado acto a favor de Temer se convirtió en una suerte de fiesta regada con champagne para celebrar el golpe y sin ningún tipo de amenaza de represión por parte de la policía.
Un nuevo clima en la juventud
Estos actos mostraron un espíritu renovado en la juventud que rápidamente respondió al golpe siendo la principal consigna la de “Fuera Temer”, lo que manifestó el gran rechazo popular contra el gobierno golpista y la politización en torno al golpe.
La principal tarea del gobierno golpista hoy es la de “pacificar y estabilizar el Congreso” para poder aprobar con éxito la reforma laboral, previsional, política, las privatizaciones y el ajuste fiscal. Sin embargo, la contracara de este ataque son las manifestaciones populares. Un elemento que ya empieza a expresar la resistencia al gobierno de Temer.
En los actos de este miércoles también se denunció la violencia policial, y también recordó la lucha contra el golpe cívico-militar de 1964, cantando “tortura, asesinato, no acabó el ‘64”. En San Pablo y en Porto Alegre fue donde se desataron las mayores represiones contra las manifestaciones anti golpe. En la capital paulista la Policía continuó persiguiendo a los manifestantes durante horas, usando carros hidrantes, gases lacrimógenos y balas de goma, pese a lo cual las manifestaciones continuaron en pequeños actos locales. En varias ciudades los manifestantes expresaron su bronca contra la sede del PMDB (partido al que pertenece Michel Temer).
Evidentemente entre los miles de manifestantes presentes habían simpatizantes del gobierno de Dilma, y organizaciones como la UNE (estudiantes), que pedían la “vuelta de Dilma”. A pesar de las diferencias según la región en torno al peso del petismo en los actos, es cierto que el mayor peso en la composición de los actos fue el de la juventud. Un sector que no tiene vínculos históricos con el PT, pero también que vio a este partido en el gobierno, y los ataques que llevó adelante con recortes a la educación o la precarización del trabajo.
La cobertura de los medios siguió la línea de los golpistas en el Congreso. Por la mañana el editorial del diario Estadao ya hacía un llamado a reprimir las manifestaciones. Lo que sucedió a la noche fue la concreción, con olor a pólvora, de esa línea, mientras se repetía en todos los noticieros de la televisión que los manifestantes, con carteles y desarmados, habían iniciado disturbios y enfrentado a la policía. Es decir la criminalización de la protesta para habilitar la represión abierta.
A pesar del giro a la derecha que se coronó con el golpe, la destitución de DIlma y la asunción de Temer, los actos que se realizaron en la misma noche del miércoles tienen la potencialidad de desarrollarse como una fuerza independiente de resistencia. Esta generación que irrumpió en la vida política durante las jornadas de junio de 2013 (cuando una lucha contra el precio de los transportes derivó en una manifestación de descontento nacional contra los partidos del régimen político), ha venido haciendo una experiencia en los últimos años que incluyó ocupaciones de escuelas, protestas contra el fraude y las desigualdades que mostraron la Copa de Futbol y las Olimpíadas, marchas contra el machismo y la “cultura de la violación”, por los derechos LGBT, y el apoyo a diversas luchas de trabajadores precarizados. Todo esto en medio de una crisis política profunda donde el enemigo se muestra más claramente, está en el accionar del poder judicial, las federaciones patronales y los medios golpistas. Pero sobre todo se ve dentro del parlamento, siendo parte sustancial e integrante de este sistema de sobornos y corrupción, y que tras el golpe quiere profundizar los ataques que el PT, que gobernaba en junio de 2013, ya venía llevando a cabo. Esta juventud puede indicar una salida a izquierda para la crisis de representatividad en el país.
El gobierno de Temer comenzó con un ataque policial contra los manifestantes la misma noche que se consumó el golpe. De esta manera ya deja establecido que su modelo de ajuste no pasa si no es con represión. Por otro lado, la importante composición juvenil en las movilizaciones contra el golpe y contra Temer es una señal de alerta para un gobierno que no asume subproducto de una elección sino del golpismo más rancio organizado desde los pasillos de un parlamento plagado de corruptos. Es por lo tanto un gobierno débil. Resta ver si la juventud se mantiene y fortalece como un elemento central de la resistencia que pueda abrir paso a una salida progresiva, ya no solo frente a los golpistas, sino frente al propio PT que se negó a enfrentar el golpe en las calles.
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