Entre el medallero y el desempeño nacional podemos sacar muchas conclusiones. Phelps y nuestra capitana Wichi. Las derrotas dignas, un espejo de una realidad con muchos talentos, pero inmersas en un amateurismo, donde la política del estado es la “meritocracia”.
Sábado 13 de agosto de 2016
Foto: La voleibolista argentina wichí Emilce Sosa festeja clasificación junto a sus compañeras (sitio elpatagonico.com)
El top ten del medallero olímpico lo integran, fundamentalmente, las potencias económicas mundiales. El podio es absolutamente elocuente: Estados Unidos, China y Japón, las 3 economías más grandes del planeta. Australia perdió el cuarto puesto ante Gran Bretaña, que es la quinta economía mundial. Y Alemania, la cuarta economía del mundo, se viene recuperando aceleradamente en unos Juegos que, al empezar con la Natación, Judo, Gimnasia Artística y algunas competencias más, hizo una primera semana difícil para los europeos.
Phelps es una leyenda viva, pero…¿alguno pudo ver a Simone Biles, la gimnasta norteamericana que ya ganó dos oros con sus rutinas arriesgadas, perfectas y al ritmo de samba brasilera? Absolutamente recomendable. Ellos dos, junto al Dream Team de básquet, marcan bien lo que es Estados Unidos: una fina selección de los mejores jugadores desde el College secundario, una sencilla comprensión de la gestión profesional con los millones que mueve el deporte en ese país. El alto desarrollo cultural de una potencia económica asegura infinitos aspectos de la cotidianeidad de un deportista, que en otro país vería muy rápidamente frustradas sus posibilidades de desarrollo por impedimentos sociales. Ni la disciplina estatal China, con sus gigantescos desembolsos en programas nacionales de desarrollo; ni las antiquísimas escuelas nacionales europeas pueden con esta realidad evidente.
La pasión, la absoluta entrega: ese ímpetu que entregan los deportistas más allá de las cuestiones tácticas y técnicas de cada disciplina; comienza al aparecer la adversidad. Es allí donde más se lo necesita. ¿Alguno pudo ver el partido de vóley entre Irán y Polonia, la mejor selección del momento?. A Irán se le escapó ahí, en las puertas del paraíso. El llanto de nuestros Gladiadores de Hándbol ante Croacia fue el final de una misma película: derrota inmerecida en cuanto a entrega. Pero cuantas más veces uno habla de esto, peor es: muestra una debilidad infraestructural subyacente. Argentina habla de “La Garra”, “El Alma”, “Los Gladiadores”; incluso nuestros animales “Pumas”, “Panteras”, “Leonas”, son una metáfora de este necesario esfuerzo extra de nuestros deportistas olímpicos, inmersos en un mundo semi-amateur y de cero inversión estatal en la educación y gimnasia deportiva en escuelas y clubes desde la infancia.
No estamos hablando solamente de dificultades sociales: Michael Phelps escucha a Eminem antes de zambullirse porque justamente se siente identificado con las historias de vida del rapero. Lo tratan de adicto al alcohol, penalizado por el propio EE.UU. para competir en mundiales de natación por sus detenciones escandalosas. No estamos juzgando el comportamiento del mejor nadador de la historia de la humanidad; estamos hablando del complejo social que sufren deportistas incluso de elite en momentos de su desarrollo. Simone Biles se crió con sus abuelos, hija de padre ausente, su madre sufrió adicciones a las drogas fuertemente.
Nosotros tenemos a Emilce Sosa, nuestra capitana del vóley femenino, quien desde los 8 años decidió irse a vivir a una comunidad Wichi en Formosa, porque su madre, maestra de allí, sólo podía ver a sus hijos dos veces al año. Pero aquellas mega-estrellas tuvieron en sus federaciones nacionales, en esos College y Universidades, un lugar donde poder desarrollarse sin tener que sufrir las ataduras sociales a las que estaban sujetos. En una potencia imperialista las becas de alto rendimiento, el interés privado de los sponsor y un presupuesto nacional fabuloso hacen que la “selección” de deportistas sea exclusivamente por cómo juegan esos deportes. Los nuestros pasan por varios tamices primero.
Pareto recibirá 75 mil dólares por ganar una medalla de oro. Kazhajistán pagará centenares de miles de dólares por lo mismo. Es una hipocresía: los gobierno de las semicolonias como la Argentina premian por “meritocracia”. Quizás Paretto reciba en plata lo que nunca en su historia el Judo nacional reciba del estado argentino en apoyo para el desarrollo e infraestructura. Todos celebramos la conquista de “La Peque”, pero los méritos propios no pueden premiarse de ese modo si nuestros deportes viven ruinas en las finanzas de los clubes, o aún no tenemos canchas, pistas y demás “arenas” para las competencias deportivas que permitan el alto rendimiento deportivo en varios lugares de nuestro territorio. Es una contradicción absoluta, pero al señor Macri, como a los anteriores gobernantes, poco les importa, mientras tenga un lugar donde poner la cara para la “selfie”.
Ya pasó una semana de iniciados los juegos. Nuestros “viejos lobos de mar” de la Generación Dorada del básquet van a tener que sudar más de la cuenta y estamos en veremos. ¿Alguien vio a Ginóbili correr tanto como contra Lituania en los últimos 5 años en su franquicia de los San Antonio Spurs? Es necesario hablar con absoluto respeto del debut olímpico del vóley femenino: hace más de 50 años que la vienen remando. El Hándbol recién comenzó a tener roce internacional a fines de la década del ´90; cuando “Los Pumas” existen desde 1965 en un Rugby que, como el Hockey, se juega desde principios de Siglo XX, traído por los ingleses. En atletismo esperamos poder llegar a algún diploma olímpico, con Chiaraviglio, Toledo, Lauro y Cía, en esta segunda semana donde recién comenzarán a competir.
Talento no hace falta. El vóley masculino desde el Bronce de Seúl ´88 siempre queda ahí nomás de alguna medalla, y eso que la mitad de los jugadores actuales juegan en Argentina. El Hockey masculino siempre tuvo bajo perfil respecto de Las Leonas, pero ahora que no están más las glorias como Aymar, Oneto, García y secuaces, los hombres comenzaron a mostrar lo que ya tenían. Estos dos deporte, junto al esfuerzo increíble de Del Potro, y si se alinean todos los astros, “El Alma”; mantienen gran parte de nuestras expectativas en el medallero. Pero las más de las veces, en casi todos los deportes, nos quedamos sin resto. Somos una combinación de talentos, planteles cortos y absoluta entrega. Una postal del amateurismo y del vacío del estado, que en esto, como en muchas otras cosas, siguió siendo neoliberal en una semicolonia donde el deporte no es negocio.