La Fundación Terram realizó un balance medioambiental en lo que va del primer año del gobierno de Chile Vamos. Quintero-Puchuncaví y el Acuerdo de Escazú marcan la pauta como puntos negros.
Viernes 28 de diciembre de 2018
La fundación Terram realizó un balance medioambiental en lo que va del primer año del gobierno de Sebastián Piñera y Chile Vamos, en donde destacan como puntos negro la existencia de zonas de sacrificio como son Antofagasta, Mejillones y Quintero-Puchuncaví, además del rechazo del gobierno a firmar el Acuerdo de Escazú.
Flavia Liberona, directora ejecutiva de la Fundación comenta que : “La importancia de este documento es que permite tener una visión sobre lo que ha pasado a nivel nacional en materia ambiental durante el año que termina”.
En cuanto a la negativa al Acuerdo de Escazú, una decisión que para algunos parece contradictoria ya que Chile, durante el gobierno de Michelle Bachelet, inició este proceso, “Chile dejó de lado sus compromisos y decidió no firmar el Acuerdo de Escazú, situación que deja a nuestro país en una muy mala posición en la región. Jamás Chile había liderado un proceso internacional, para luego restarse del mismo” sostiene el informe de la Fundación.
En este sentido el rechazo al acuerdo es una expresión más de la política destructiva que el gobierno de Chile Vamos, el cual ha dado rienda suelta a los empresarios para que usurpen las tierras en la Araucanía, pongan la salud de miles en riesgo con las zonas de sacrificio, mientras destruyen la fauna marítima y terrestre.
Las Zonas de Sacrificio
Otro de los punto del informe es la situación que este año se vivió en Quintero-Puchuncaví, en donde a raíz de los cientos de casos de intoxicación se abrió una de las principales crisis en la gobernanza de Piñera que terminó con escuelas cerradas, estudiantes y trabajadores movilizados en las calles exigiendo una respuesta de parte del gobierno, con el asesinato del dirigente Alejandro Castro y cambios en el gabinete para intentar calmar el descontento.
A esto se suma la situación de Antofagasta, en donde los niveles de contaminación tienen a 30 mil habitantes afectados por el arsénico inorgánico que tiene como resultado, entre otras cosas, las altas tasas de cáncer que superan en un 60% el promedio nacional.
Entre otras cosas el informe da cuenta de que a pesar de la situación que se vive en algunas zonas del país el gobierno sigue dando luz verde a proyectos que intensifican la destrucción del medioambiente, como por ejemplo la aprobación de las tronaduras en Isla Riesco en Magallanes de la minera Invierno S.A, propiedad de los grupos Angelini y Von Appen, el mismo que enfrentaron los portuarios de Valparaíso.
La ineficacia de los tratados y las ley de bolsas plásticas
Los tratados como el Acuerdo de París y Escazú terminan siendo medidas formales que no responden al fondo del problema, que es el ritmo de producción tiránico de los empresarios, en este sentido la ley de restricción al uso de bolsas plásticas, catalogado como lo mejor del año según la Fundación Terram, es una medida minúscula que no le hace el peso a las empresas que cada día producen más plástico que él consume la población.
La solución a la destrucción del medioambiente no está en compromisos formales, sino que lo que necesitamos es un plan de emergencia que, en base a la organización en comisiones de trabajadores y habitantes de las zonas, pueda discutir medidas que reviertan el daño ambiental. Pero ninguna medida de restauración medioambiental va funcionar si los ritmos de producción no cambian y los únicos que pueden dar una respuesta a este problema son los trabajadores que deben ponerse a la cabeza de luchar por el control obrero de las fábricas para terminar con el ritmo anárquico de la producción que condena a los trabajadores, sus familias y al resto de la población vivir contaminados.
Estudiantes, mujeres y trabajadores debemos cuestionar las condiciones de vida a la que nos somete el sistema capitalista, rodeando de solidaridad luchas como la de los trabajadores portuarios que se enfrentaron a uno de los grupos que, además de contaminar, somete a sus trabajadores a precarias condiciones laborales y sueldos de hambre o como lo ha sido la lucha de los trabajadores del FCAB quienes exigiendo su reincorporación enfrentan al grupo Luksic, responsable de la contaminación en Antofagasta.