Después de casi 15 años sin enfrentarse en la Primera División del Fútbol Argentino, Belgrano y Talleres reeditarán uno de los clásicos más importantes del país. Te contamos el origen popular y obrero de los dos clubes más grandes de Córdoba.
Luis Bel @tumbacarnero
Sábado 15 de abril de 2017
Foto: Sitio oficial Club Atlético Talleres.
Osvaldo Bayer, en su libro Fútbol Argentino, narra la manera en que los porteños veían como “locos” a esos marineros ingleses que corrían pateando una pelota en los baldíos de los alrededores del puerto.
También cuenta como fue el escocés Alejandro Watson Hutton, que desembarcó en 1881 en el Río de la Plata para hacerse cargo del exclusivo Saint Andrew College, quien incorpora la práctica de deportes a la vida escolar de Buenos Aires. Tan sólo un año después se sumaría el fútbol.
La sociedad porteña liberal y la vieja oligarquía cipaya, con los ojos siempre puestos en las “buenas” costumbres inglesas, adopta la práctica de deportes en las escuelas por ley en 1889.
Pero a pesar de ese intento de elitización, el fútbol rápidamente pasa a ser jugado por los sectores populares y obreros. Principalmente porque no hacía falta tener dinero para practicarlo, con cualquier objeto que tuviera más o menos una forma esférica enseguida se armaba un “picado”.
Los primeros clubes que surgieron tuvieron una gran impronta británica, como lo indican sus nombres: el Quilmes Athletic Club fue el primer club fundado para la práctica del fútbol exclusivamente y el Lomas Athletic Club fue el primero en ganar el campeonato de la, por entonces, Argentine Associated Football League.
En las primeras décadas del siglo XX, el fútbol se fue “acriollando”. Los apellidos ingleses de los jugadores fueron, poco a poco, reemplazados por apellidos italianos, españoles y criollos. Así fue, que muchos de los trabajadores a los que no se les permitía el ingreso al Quilmes Athletic Club, fundaron el Club Argentino de Quilmes.
A pesar de un primer momento de resistencia de parte de socialistas y anarquistas -por considerar que el fútbol, al igual que la religión, distraía a las masas-, con el tiempo fueron fundando sus propios clubes. Un ejemplo es el Club Mártires de Chicago en el barrio de La Paternal, denominado así en homenaje a los obreros ahorcados en EEUU por luchar por la jornada de 8 horas de trabajo.Con el tiempo este club pasaría a llamarse Argentinos Juniors, según Bayer “un nombre menos comprometedor”. También el “utopista” club El Porvenir fundado en 1915 en Gerli, Provincia de Bs.As. y el Club Atlético Chacarita Juniors, nacido en una biblioteca socialista un 1° de mayo de 1906, tuvieron similar origen.
Sobre rieles
Probablemente con el primer tren arribado a la Córdoba mediterránea de 1870 haya llegado la primera pelota escondida entre los pertrechos de algún obrero ferroviario británico.
En el Barrio Inglés (hoy barrio Pueyrredón) se ubicaron la mayoría de los trabajadores ingleses, que en los muchos descampados que poseía la zona, hacían rodar a la primera oportunidad una pelota.
Los obreros locales del Ferrocarril Central Córdoba no tardaron demasiado en sumarse, como jugadores y también como espectadores de la legendaria “cancha de los ingleses” ubicada en el hoy barrio General Paz.
Muchos clubes a lo largo del país fueron fundados por el paso del tren: Ferrocarril Oeste en Caballito, Rosario Central en Rosario, Instituto Atlético Central Córdoba, etc.
El Córdoba Athletic, fundado en 1882 con mayoría de socios británicos, fue el primer club cordobés donde se practicó este deporte. La principal dificultad era la falta de pelotas, que la mayoría de las veces eran traídas directamente de Inglaterra.
En este marco histórico, nacen Belgrano y Talleres.
Belgrano
El Club Atlético Belgrano fue fundado un 19 de marzo de 1905, según cuenta la historia, debajo de un algarrobo en un populoso sector de la ciudad conocido como “Pueblo La Toma”, que en 1910 -al conmemorarse el centenario del nacimiento de Juan Bautista Alberdi- pasa a llamarse “Pueblo Alberdi”. Uno de los fundadores de Belgrano fue Arturo Orgaz, nombre que hoy en día lleva una de las calles que rodea el estadio. El nombre del club fue tomado, obviamente, en homenaje al abogado, político y militar Manuel Belgrano y de allí también viene el color celeste de su camiseta.
En sus comienzos, Belgrano tuvo que revalidar su nombre, ya que se enteraron que en la zona sur de Córdoba, en lo que hoy en día se conoce como Nueva Córdoba, existía un club homónimo.
Como era costumbre en la época, la suerte se decidió con un partido. El Belgrano de Alberdi venció entonces al Belgrano de Nueva Córdoba por 2 a 1 y se quedó con el nombre.
En 1913 se termina de construir el Hospital de Clínicas de Córdoba, que comienza a formar parte de la identidad y el paisaje de la zona, a punto tal de que a esa zona de Alberdi se la conocía informalmente como “Barrio Clínicas”. Éste comienza rápidamente a llenarse de guardapolvos blancos de los estudiantes de medicina, que se mezclaban con los trabajadores de la Cervecería Córdoba (1917) y los inmigrantes que poblaban las callecitas y veredas angostas.
Los estudiantes se alojaban en las pensiones y conventillos de los alrededores del hospital, atravesado por el pintoresco Pasaje Aguaducho. Allí nació uno de los bastiones que impulsaron la Reforma Universitaria de 1918, tras una huelga por tiempo indefinido de los estudiantes residentes del hospital, que reclamaban la restitución del internado que les había quitado la universidad.
Con el tiempo, en sus bares y conventillos nacería una bohemia cordobesa nutrida por estudiantes y trabajadores de todo el país que llegaban a la ciudad en busca de un mejor futuro.
El barrio también fue un bastión para la resistencia contra la represión policial el 29 de mayo de 1969, durante la semi-insurrección obrera y popular conocida como “El Cordobazo”, levantamiento que heriría de muerte a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Allí, los estudiantes organizados junto a los trabajadores, levantaron barricadas en las calles resistiendo el avance de las fuerzas represivas.
Talleres
Aquellos trabajadores del Ferrocarril Central Córdoba que solían observar los partidos que se disputaban en “la cancha de los ingleses” comenzaron a reunirse a mediados de 1912 en los galpones de la tornería del ferrocarril. Tras meses de reuniones, el 4 de octubre 1913 le dan vida al Club Atlético Talleres Central Córdoba.
Con ese nombre, Talleres ganó los torneos de 1915 y 1916. En 1917, durante un partido con el clásico rival, el delantero albiazul Horacio Salvatelli lesionó gravemente al arquero celeste Cardozo (poco antes había fracturado a un jugador de Juniors), en una jugada que había terminado en gol. El árbitro anuló el tanto y se produjeron incidentes que terminaron con Salvatelli preso. Los dirigentes de Talleres enviaron un comunicado a la Liga Cordobesa de Fútbol (organizada en 1906), porque consideraban que la lesión de Cardozo era producto del propio juego y que por ende, la detención del delantero resultaba injusta.
Unos días después de los incidentes, un seleccionado de la Liga Cordobesa debía disputar un juego con un combinado de la Asociación Argentina de Buenos Aires. Talleres se negó a ceder los jugadores hasta que no le dieran la libertad a Salvatelli. La Liga respondió expulsando al club y desafiliando de por vida al jugador.
Pero Talleres tenía demasiado peso en el ámbito futbolístico local como para que la desafección durara mucho tiempo. En una decisión oficial, el club se reintegra a la Liga pero antes debe cumplir algunos requisitos formales: cambiar de nombre y la fecha de fundación del club.
A partir de entonces la fecha de fundación pasará a ser el 12 de octubre de 1913 y la institución a llamarse Club Atlético Talleres.
Un nuevo clásico
Desde 1914 ambos equipos han protagonizado 392 partidos entre ellos, siendo uno de los clásicos más jugados del país, incluso por arriba del River y Boca. Este sábado a las 16 hs., cuando la pelota comience a rodar, se escribirá un capítulo más en la historia del clásico cordobés.
En la historia reciente los clubes han pasado profundas crisis económicas por los desmanejos y negociados de dirigentes y empresarios que utilizaron a las instituciones para llenar sus arcas personales.
En 2005, Belgrano pasó a ser gerenciado por Armando Pérez, un empresario dueño de una cadena de cosméticos y parte de la reciente intervención de la Asociación de Fútbol Argentino.
Por su parte, Talleres, luego de tocar fondo de la mano del corrupto empresario argentino-mexicano Carlos Ahumada, finalmente logró volver a los primeros planos a nivel nacional de la mano del aporte económico del Grupo Pachuca, acusado de asociación ilícita en México. Esto le permitió pagar costosos contratos y mantener un plantel de Primera División en la B Nacional.
Como lo fueron en sus orígenes, los clubes deben volver a estar en manos de los trabajadores, para que el deporte, el juego y el esparcimiento vuelvan a ser un derecho de todos y todas.