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Red Internacional
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Provincia de Buenos Aires. Bingos bonaerenses: "Machismo y maltrato no son un juego de azar"

Jornadas de trabajo agotadoras. Presión de los clientes. Maltrato de los jefes y supervisores. Si sos mujer la pagás el doble.

Viernes 2 de septiembre de 2016 14:56

Soy camarera de una de las salas de Bingos de la empresa Codere.

Cuando empecé a trabajar tenía grandes expectativas, muchas ganas de aprender y progresar. Al principio fue difícil adaptarme en un ambiente que no es el mejor y con la presión de hacer las cosas rápido y bien, con mucho desgaste físico. Fueron pasando los días y pude concentrarme para hacer mi trabajo.

Las expectativas que tenía iban quedando atrás. Me di cuenta que lo que se valora no es como hago mi trabajo, si no otras cosas. Porque para poder ascender tenía que mantener diálogo con los encargados, jefes y gerentes, contarles lo que hacían o dejaban de hacer mis compañeros: en pocas palabras, tenía que ser una buchona y responder para ellos.

Esa fue la primera desilusión, seguidas de muchas otras que me generaron bronca e impotencia.

Las jornadas en el bingo son extenuantes, de 8 horas, turnos rotativos, parados o caminando, frente a un público muy exigente y a una presión por parte de los encargados para no bajar el ritmo de trabajo ni perder un minuto de tiempo. Pero en el caso de las mujeres es distinto. Parece que nosotras tenemos que "pagarlo el doble".

Nuestro uniforme: pollera arriba de la rodilla, camisa y zapatos de tacos, mientras los hombres usan pantalones cómodos y zapatos. Todo tiene que estar en perfectas condiciones como si esto fuera necesario para desempeñar bien nuestras tareas.
Las veces que no nos maquillamos tuvimos recriminaciones al punto de exigirnos que volviéramos al vestuario a "arreglarnos".

¿Qué tiene que ver la forma de vernos (maquillada o no, rubia o morocha) para desempeñar nuestro trabajo?

Parece normal y común que todo el tiempo nos estén "tiroteando" con frases en doble sentido y cuando les gustas se vuelve insoportable, llegando a la persecución y la proposición directa y cuando no les gustas te tratan como un perro. Para sintetizar: o estamos re buenas y corre la baba o somos estúpidas que no sabemos hacer el trabajo.

Si llegas a quedar embarazada ellos dicen: "otra más embarazada", "estas no quieren trabajar, no quieren venir por un año", haciendo referencia a la carpeta que te dan por maternidad que ellos mismos te obligan a sacar. Cuando volvemos nos reciben con comentarios sobre nuestro cuerpo de que si estamos muy flacas o si tenemos unos kilitos de más.

Cuando comenzamos a trabajar después de la maternidad nos hacen trabajar una hora menos (7 horas), contemplando los dos parates de media hora que deberíamos tener cada 3 horas para la lactancia, o sea que las mamás están 7 horas sin poder extraer su leche y de este modo pierden la estipulación cortando la producción de la misma.

Pero lo más grave y repugnante es el maltrato y abuso de poder por parte de los jefes y encargados. Miradas, comentarios y burlas cuando no respondemos como ellos quieren y ni hablar si los enfrentamos o nos hacemos respetar. Nos buscan excusas para suspendernos o sancionarnos y si nos quedamos calladas lo siguen haciendo cada vez peor.

Todas estas cosas en lo cotidiano muchas veces se vuelven naturales, incluso para nosotras mismas. Sabemos que estas líneas no alcanzan, pero para mí es un paso poder expresarlas, denunciarlas y que dejen de naturalizarse.

Nuestra situación seguramente no es muy diferente a las de otras trabajadoras, donde las mujeres tenemos que luchar doblemente contra la prepotencia patronal y contra el machismo para que dejen de ponernos como objetos de sus ganancias tratándonos como seres inferiores. Tenemos que decir "basta, hasta acá llegamos".