Los editoriales de este domingo apuntan a fortalecer la polarización política en danza entre el kirchnerismo -y particularmente su ala moderada- y el PRO, que da como gran ganador de la Convención Nacional de la UCR. Por detrás de la guerra de acusaciones y citaciones entre el gobierno y el “Partido Judicial” cobra más fuerza la tregua que denunciamos la semana pasada. Pero en el marco de la importante crisis que abrió la muerte de Nisman, todo acuerdo es, por definición, inestable.

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo
Domingo 15 de marzo de 2015 09:28
De color naranja
La crisis del régimen político nacido luego de las jornadas de diciembre del 2001 estuvo dada por la imposibilidad de lograr un escenario de algún bipartidismo estable.
Los años kirchneristas estuvieron marcados por un FpV fuerte y oposiciones inestables que se alternaban en el escenario electoral. En muchos casos, la oposición tendió a surgir al interior del mismo PJ. Eso expresó el massismo en el 2013 como corriente disidente.
La Convención Nacional de la UCR, que dio como ganador al sector de Sanz que propugna el acuerdo con el PRO (ver abajo), pareciera ser un paso en apuntalar un equilibrio inestable de partidos. Equilibrio cercano al “sueño” que durante varios años propugnó Néstor Kirchner de dos coaliciones, de centroderecha y centroizquierda, que se alternaran en el escenario político. Macrismo y FpV deberían ser los polos de esa ecuación. Sin embargo, la misma tiene que ser apuntalada, tanto desde el oficialismo como desde la oposición.
En ese marco, Jorge Fernández Díaz afirma en La Nación que “no hay peronismo sin traición (…) Cristina atraviesa un drama shakespeariano: sabe que, de ganar, inexorablemente alguno de sus "compañeros" le hará lo que ella le hizo a su padrino y mentor de Lomas de Zamora (…) la consigna Daniel o Florencio al Gobierno y Cristina al poder es una vana ilusión de laboratorio.
La mano que mece la caja maneja el mundo, y lo demás es puro cuento”. La perspectiva es que Daniel sea que el “maneje la caja” y se desprenda así de la tutela de CFK.
Uno de los jefes editoriales de Clarín, Ricardo Kirschbaum, afirma que “Scioli ha ratificado que está dispuesto a aguantar lo que venga. Y que, en su ambición por llegar a la Casa Rosada, está dispuesto a cualquier sacrificio (…) La conclusión del gobernador es que toda la presión actual del oficialismo es para arrancarle todas las concesiones posibles.
Confía Scioli en que el manejo de la lapicera, si llega a la Casa Rosada, funcione como un elemento para disciplinar al peronismo. Ya se ha probado como un método idóneo para manejar el poder, sobre todo en el justicialismo”.
En un escenario político donde Massa aparece cada vez más desdibujado en detrimento de la polarización “dura” del kirchnerismo o la más “blanda” de Scioli, la prensa de la Corpo se juega a instalar al ex motonauta como el candidato del FpV.
El color naranja invade los salones donde se reúne la burocracia sindical. Así tanto Ricardo Pignanelli (SMATA) como Antonio Caló, han salido a plantear su apoyo a Scioli. Esto no es un detalle menor en una interna abierta y en curso.
La nueva alianza
Mientras tanto, en el diario que tiene su redacción en la calle Solís al 1500, se privilegia como noticia y análisis la convención de la UCR.
Mario Wainfeld escribe que “la propuesta así planteada es la más polarizada respecto del peronismo desde que el radicalismo ensaya acuerdos transpartidarios. La Alianza incluía al Frepaso que congregaba peronistas renovadores con grupos progresistas.
La fórmula de 2007 llevaba como candidato presidencial al peronista Roberto Lavagna. Ambas contaron con el apoyo y hasta la promoción del fallecido presidente Raúl Alfonsín”.
Esto no es un dato menor. UCR+PRO no es igual que UCR+FrePaSo. La debilidad estructural de una coalición sin pata peronista, implica no contar con el poder del territorio ni con “la columna vertebral” (o alguna que otra suma de vértebras importantes) de un movimiento obrero que aumentó su fuerza social, sus expectativas y que, en los sectores de vanguardia, creció en experiencia de lucha y en relación con la izquierda política referenciada en el Frente de Izquierda.
Toma y daca
La guerra entre el gobierno y el “Partido Judicial” se mantiene pero la intensidad parece haber bajado. Las editoriales de los medios opositores hablan, sin tapujos, de un intento de negociación que, sin embargo, tiene muchos límites.
Morales Solá sostiene que “las embrionarias negociaciones con jueces y fiscales chocaron con un obstáculo: no hay confianza. Falta, entonces, un elemento clave para cualquier negociación. Es difícil que alguien o algunos puedan negociar con un gobierno que sólo sabe apretar”.
A su vez, Eduardo Van der Kooy señala que sectores de la Justicia “promueven una tregua entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, que debería comenzar a plasmarse liberando a Cristina y a Timerman de la denuncia por encubrimiento terrorista (…) Esas intenciones, sin embargo, se estrellarían contra otros estamentos judiciales que reniegan del proyecto de colonización kirchnerista y no sabrían de paréntesis en la causas en curso, en especial las de corrupción.
Lo integran los fiscales y jueces que participaron de la Marcha del Silencio (…) Tendrían otras razones para tal resistencia: sufren un hostigamiento permanente (…) La Presidenta y su Gobierno han atenuado en los últimos días sus invocaciones al presunto golpismo judicial. Un gesto, a lo mejor, a la espera de alguna novedad grata en la Justicia. La atención oficial estaría también clavada en Bonadío. El juez debería decidir el llamado a indagatoria de Máximo, el hijo de Cristina, por la causa Hotesur. ¿Pronto o más adelante? La oportunidad desnudaría, quizá, la existencia o no de una tregua”.
Para desilusión de aquellos que rodearon el Congreso el 1M, no habrá tampoco “gesta heroica” contra la Corpo Judicial, como antes no la hubo contra las patronales del campo ni tampoco contra los Servicios de Inteligencia. La negociación –acompañada del copamiento por medio de fiscales aliados- es parte fundamental de la “continuidad” del proyecto. Un procesamiento masivo a funcionarios K y a la misma presidenta las ubicaría un terreno resbaladizo para mantener el carácter épico del discurso, sea dentro del gobierno como fracción interna o en el llano de la oposición. Los ataques focalizados contra un fiscal como Moldes o contra los jueces que intervienen en causas donde funcionario K están procesados por corrupción, son apenas movimientos defensivos que no traslucen la posibilidad de una modificación estructural de los privilegios de la casta judicial.
Impunidad, genocidio y empresarios
Los hechos de estos días acaban de dar un nuevo golpe al Relato (y van…). Muestran además la imbricación entre el aparato judicial y el poder económico de los grandes capitalistas. La Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal declaró la falta de mérito en la causa que se sigue contra el empresario Carlos Blaquier y Alberto Lemos, dueño y ex gerente del Ingenio Ledesma en Jujuy.
La causa los vinculaba al secuestro y muerte de más de 20 personas, ocurridas en marzo y junio de 1976, durante las noches conocidas como “El Apagón”. El secretario de Promoción de Derechos Humanos, Luis Alen señaló que “está visto que las causas sólo avanzan en este momento cuando nos referimos a integrantes de las Fuerzas Armadas y de seguridad, pero cuando se trata de civiles comprometidos en hechos de lesa humanidad las estructuras judiciales se resisten”.
Ciertamente, estos fallos muestra la relación entre el aparato judicial y el poder capitalista, en relación a su accionar durante el genocidio. Pero el gobierno nacional no es una víctima de esta situación. Por el contrario, es también responsable. La causa, como se señala en el libro Cuentas Pendientes (Siglo XXI, 2013) compilado por Horacio Verbitsky y Juan Pablo Boholavsky estuvo parada entre 2003 y 2011. Durante esos años Blaquier se declaraba “cristinista”.. La causa recién se inició en el 2012, luego de 9 años de gobierno K.
Mal que le pese a Fresneda, este fallo no tiene nada de “llamativo”. Es la consecuencia lógica de una casta judicial que se sostiene desde los tiempos de la misma dictadura.
Pero además, no es real lo que sostiene Luís Alen. No se avanza contra los integrantes de las FFAA y de seguridad más que parcialmente. Lo demuestra mejor que nada el hecho de que César Milani sea hoy el Jefe del Ejército. El pacto de impunidad menemista-radical fue solo cuestionado parcialmente por el kirchnerismo que impulsó el juzgamiento a jerarcas jubilados, impidió la apertura de los archivos del Proceso y mantuvo en funciones a una enorme cantidad de represores que actuaron durante los llamados años de plomo. Jorge Julio López y Silvia Suppo son muestras de esa impunidad.
Lo verdaderamente "llamativo" es que Horacio Verbitsky no mencione esto en sus columnas del día de hoy, donde se dedica a un detallado análisis de todas las causas vinculadas con el atentado a la AMIA. ¿Será parte de bajar la intensidad de la guerra contra el “Partido Judicial”?
El diario, ningún diario salvo este, habla de ti
En los diario de hoy se pueden leer especulaciones sobre en qué bando patronal se ubica o ubicarán los distintos sectores de la burocracia sindical. Caló prepara sus huestes en apoyo a Scioli. Daer, “la pata sindical” de Massa. Yasky espera la orden de Cristina. Micheli apoya al papal De Gennaro. Moyano parecería “desensillar hasta que aclare”.
Todos los diarios hablan de traidores miserables que la historia condenará al lugar que se merecen. Pero ninguno de estos diarios habla de Leo.
Este es un diario de “otra clase”. Es el diario de una clase revolucionaria. Una clase que hoy aún no existe con fuerza material y organización capaz de tomar el cielo por asalto y barrer de la faz de la tierra la explotación del hombre por el hombre.
Pero esa clase sí tiene una tradición, una estrategia, un programa, y además tiene hombres y mujeres de carne y hueso que luchan descarnadamente día y noche para formar a sus generales. Y Leo peleó toda su vida consciente para ser y formar esos generales.
Como tal, durante su militancia revolucionaria, no se dedicó al mero sindicalismo y ya en plena década de los 90 fue parte de una clase fracturada pero no desaparecida. Fue parte de ella como uno de sus mejores combatientes. No hay batalla de clase de los últimos veinte años que no lo haya tenido como protagonista directo o indirecto.
Los trabajadores y las trabajadoras de PepsiCo jamás podrán olvidarlo, al igual que en toda la alimentación y la zona norte del Gran Buenos Aires. Pero la pérdida, sépase aún o no, fue para toda la clase.
Leo fue un gran luchador, pero sobre todo un socialista revolucionario. A diferencia de esos burócratas empresariales, traidores y nada más que traidores que pretenden que el movimiento obrero sea “la columna vertebral” de un movimiento burgués y capitalista, Leo dedicó su vida a recomponer esa “columna” en la lucha, y sobre todo a construir otra “cabeza”, una dirección revolucionaria a la altura de lo que merecen los explotados y oprimidos de esta y otras tierras.
Pese a la pérdida y el dolor, nuestro compromiso no flaquea. Se potencia
Porque la lucha revolucionaria es un canto militante a la vida plena que hoy no nos dejan vivir y nos oprime (a veces, hasta la desesperación), es que luchamos por forjar esa dirección fusionada a una clase que sea sujeto y no mero objeto de explotación, como mencionó el camarada Emilio Albamonte en el homenaje multitudinario en que ayer despedimos los restos de Leo.
Y cuando logremos esa conquista, cuando hayamos librado a la vida de todo mal y opresión, no solo habremos vengado a nuestros caídos, sino que cada uno de ellos tendrán el lugar de honor que se merecen. Leo estará ahí, con el puño en alto, y por eso le decimos: ¡Hasta el socialismo siempre!
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La decisión de la UCR en Gualeguaychu
Los diarios cerraron sus ediciones impresas (y por lo tanto sus editoriales), cuando aún no había finalizado la Convención Nacional del radicalismo que estaba sesionando el Gualeguaychu, Entre Ríos. Allí debía decidirse la estrategia electoral del partido que se debatía entre presentar una fórmula propia, apoyar a Macri o a Massa.
Finalmente, alrededor de las cuatro de la madrugada, los 186 convencionales votaron a favor de la postura del titular del partido, Ernesto Sanz , quien estableció su estrategia de confluir con el PRO y la Coalición Cívica (CC-ARI) para las primarias de agosto. La propuesta de Julio Cobos obtuvo 130 votos y apostaba a fortalecer la "identidad" del radicalismo en un marco de alianzas más amplio, que incluía al massismo, al socialismo y al GEN, aliados de la UCR en el casi extinto Frente Amplio UNEN (FAU). A su vez, se registraron 1 abstención y 13 ausentes.
De esta manera, Sanz será precandidato presidencial por la UCR en el marco de la alianza que ya concertaron Macri y la Elisa Carrió.
Julio Cobos, había afirmado en su discurso: "Si se impone la propuesta de Ernesto, él tiene que ser el candidato a presidente de la UCR. Si gana la nuestra, estoy en condiciones de representarlos".
Mientras que Sanz, había sentenciado en el suyo que "la Argentina necesita más que nunca de la Unión Cívica Radical, porque tenemos una oportunidad única para que el republicanismo democrático derrote al populismo autoritario y regrese al poder".
Una decisión (aunque prevista) que modifica el panorama electoral y da un impulso a Macri, aunque no necesariamente define qué fuerzas se impondrán para alcanzar el balotaje y eventualmente la presidencia.

Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.