Fue este martes en un pronunciamiento oficial televisivo. Mostró total despreocupación con la salud de los trabajadores mientras ha propuesto varias medidas contra sus condiciones laborales.
Jueves 26 de marzo de 2020 01:02
Bolsonaro volvió a mostrarse despreocupado con la propagación del COVID-19. Hace solo dos días, Bolsonaro firmó un decreto que proponía que millones se queden sin sueldo por 4 meses. La bronca se escuchó en un fuerte cacerolazo en muchas ciudades del país.
“En mi caso particular, por mi historial de atleta, si fuera contaminado no tendría que preocuparme. No sentiría nada, o tendría una gripecita o un resfriadito” dijo el presidente en su pronunciamiento oficial.
Brasil ya superó los 2500 casos confirmados con 59 fallecidos. La Sociedad Brasileña de Infectología (SBI) expresó su preocupación frente al mensaje de Bolsonaro. "Desde el punto de vista científico-epidemiológico, el distanciamiento social es fundamental para contener la diseminación del nuevo coronavirus, cuando alcanza la fase de transmisión comunitaria" afirmó Clóvis Arns da Cunha, presidente de la SBI.
El discurso de Bolsonaro ya fue desmentido por el testimonio de atletas que están fuera del grupo de riesgo. El ex luchador italiano de la MMA, Cristiano Binda, de 42 años, está internado y describió el escenario vivido como peor que el “Círculo del Infierno” descrito en la obra de Dante. Cameron van der Burgh, de 31 años, oro olímpico en los 100 metros de nado pecho, está en tratamiento y dice que está viviendo “la peor enfermedad” de su vida. Paolo Maldini, 51 años, ex jugador del Milan y considerado por la Fifa como el mejor defensor central de todos los tiempos, dijo que “como todos los atletas conozco mi cuerpo, los dolores son particularmente fuertes”.
Su pronunciamiento se alinea con la política del presidente estadounidense Donald Trump y alimenta la crisis política mientras el país pasa por una enorme crisis sanitaria y económica. Los trabajadores tienen planteado dar una respuesta a todas estas calamidades.
El discurso de Bolsonaro fue idéntico al que empresarios reaccionarios han esparcido por las redes sociales, minimizando los riesgos de vida o intentando minimizarlos, comparando con el desempleo que ellos mismos quieren imponer. Su discurso repite también lo que el presidente Donald Trump está ensayando en Estados Unidos, enfrentando a algunos gobernadores. Los dos plantean a los trabajadores la disyuntiva de morir por el COVID-19 o morir de hambre y en la desocupación.
El reaccionario presidente buscó establecer un diálogo con sectores precarios e informales de la clase trabajadora brasileña que le tienen más miedo a la pérdida de ingresos que al coronavirus. Su discurso minimiza los riesgos para todos los habitantes de Brasil, incluso para las poblaciones de mayor riesgo si el virus sigue propagándose a la velocidad actual y se mantiene la absoluta desidia con falta de camas y respiradores necesarios para tratar los previsibles casos graves.
Bolsonaro apuesta políticamente a una polarización de que el virus matará poco y al mismo tiempo paga para ver cómo su gobierno puede salir de la enorme crisis económica perdiendo el apoyo de la clase media y de muchos electores, como lo demostraron los cacerolazos y las encuestas de opinión, bancando un enfrentamiento con los medios y con gobernadores. Además, hay que ver cómo evoluciona la relación con los ministros ligados a las Fuerzas Armadas y con el Ministerio de Salud. La propuesta de terminar con las cuarentenas puede abrir un nuevo capítulo de enfrentamiento entre Bolsonaro y gobernadores, replanteando la disputa sobre quién manda en las rutas, en la policía.
Bolsonaro desafía las evidencias sobre el virus y a todos los trabajadores y la clase media que lucha por minimizar los riesgos de contagio. Su discurso va a contramano de la indignación de tantos trabajadores de telemarketing y de tantos sectores precarios han expresado, queriendo garantizar condiciones sanitarias de trabajo o la licencia remunerada. La desidia es tan criminal que no anunció ninguna medida de contención al COVID-19, solo tests con la Cloroquina que se están haciendo en el hospital privado millonario que lo operó y por Estados Unidos. Se necesita la más absoluta transparencia en esos tests, garantizando el control por académicos de universidades públicas, el control de su producción por los trabajadores y el control de su distribución masiva por los trabajadores de la salud.
En una pandemia no se puede apostar solo a una droga. Incluso teniéndola, faltarían las camas de tratamiento intensivo y respiradores. Aún así serían necesarias medidas para garantizar empleos e ingresos, todo lo contrario a lo que busca Bolsonaro.
La defensa de la salud y el empleo de los trabajadores está lejos de ser una preocupación de los gobernadores que adoptan otra postura en relación al coronavirus. João Dória (PSDB), el gobernador de San Pablo, aplaudió “decreto de la muerte” de Bolsonaro, que permitía la suspensión sin sueldo de trabajadores por 4 meses - artículo que luego tuvo que revocar-, poniendo en evidencia que no están de acuerdo sobre la cuarentena pero tienen pocas diferencias en cuanto a la generación de camas, en centralizar las camas y clínicas privadas, y en la desidia frente al hambre de los trabajadores que se quedarían sin sueldo.
En el Congreso, el presidente del Senado Davi Alcolumbre salió rápidamente con duras críticas al discurso de Bolsonaro, mientras Rodrigo Maia, presidente de Diputados,, anunció antes del discurso la reducción de los sueldos de empleados y políticos mayores de 5.000 reales. Con esto, los diputados y senadores, Alcolumbre y Maia y las cúpulas del poder judicial van a seguir ganando mucho más que cada trabajador en cuarentena, para aplicar los planes de ajuste que solo empeorarán la situación de la salud y de vida durante la pandemia.
Los compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, que impulsan Esquerda Diário de Brasil, vienen planteando que “sí es posible dar respuesta a estas crisis, pero enfrentándose a los gobiernos y a las ganancias capitalistas, y de esa manera salvar vidas”.
Marcelo Pablito, dirigente del MRT y fundador de la agrupación de negros Quilombo Vermelho, afirmó que “Para responder de conjunto a las crisis de Brasil, política, sanitária y económica, hay que cuestionar las medidas adoptadas por Bolsonaro y los gobernadores. No será de la mano de ellos que habrán tests para todos, cuarentenas efectivas, tratamiento e instalaciones médicas, personal de salud contratado para atender a millones de personas, ni garantía de empleo e ingreso para los trabajadores”.