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Red Internacional
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EDITORIAL DE EDITORIALES DOMINGO. Arbitraje Supremo

La ausencia por enfermedad de la presidenta dejó entrever la anemia política de la oposición y los medios que la dirigen. Pero también las flaquezas de la coalición gubernamental que no logra más que administrar con el leve movimiento inercial. Sin Cristina en el centro de la escena se licua la agenda oficialista y opositora. La Corte Suprema y la "defección estratégica". El plan de ajuste se aplica y se anuncia. Los gobiernos pos neoliberales y las tendencias del "fin de ciclo" latinoamericano.

Domingo 9 de noviembre de 2014 12:49

La editorial de Julio Blanck toma nota de esta crisis de los “extremos” supuestamente enfrentados. Sobre las internas a partir de las vacantes en la Corte Suprema asegura que hay una operación de inteligencia contra el Presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, y a los demás jueces que intentan “actuar de forma independiente”. Blanck olvida que hace apenas un año, Clarín, Lanata y Carrió lo acusaban de adicto al Gobierno.

La reforma del Código Penal, también, según Blanck, genera malestar en la casta judicial, quienes rechazan la creación de nuevas fiscalías que al mando de la procuradora kirchnerista Gils Carbó “actuarían en paralelo y por encima del actual sistema investigativo ejercido por jueces y fiscales”.

Hernán Cappiello y Paz Rodríguez Niell de La Nación traen a colación el concepto de “defección estratégica” de la politóloga Gretchen Helmke: “Cuando un gobierno en ejercicio comienza a perder poder y debilitarse los jueces se ven estimulados a incrementar sus medidas contrarias al gobierno a fin de poner distancia con respecto a él´, y acercarse al que vendrá”. La política kirchnerista combinó en este aspecto, una ofensiva contra la vieja Corte, ampliamente cuestionada en la crisis de 2001, a la vez que una renovación parcial. La negociación incluía la continuidad de un sector sustancial de la década menemista, y desde ya, la impunidad para el conjunto de la estructura judicial que cuenta hoy con más de 400 jueces que juraron por los estatutos de la Junta Militar. El represtigio de este Poder del Estado, y en especial de la Corte Suprema es uno de los grandes aportes restauradores del kirchnerismo a la estabilidad del régimen capitalista. Hoy, cuando existe un Ejecutivo en retirada y un Legislativo donde la oposición no da “pie con bola”, sectores empresarios (Ley de Abastecimiento) y mediáticos (cautelares para La Nación), apuestan a un “Arbitraje Supremo” que pueda torcer la balanza a su favor. Solo la izquierda ha planteado la necesidad de acabar con la corporación judicial y sus castas aristocráticas exigiendo la eliminación de la Corte Suprema de Justicia, la elección de los jueces sin excepción por sufragio universal y que ningún funcionario judicial gane más que un docente, que sean revocables, y que los veredictos de los juicios sean dictados por jurados populares. {{“Tengo un plan”: La entrega, el salario y el ajuste}} La frase de De Narváez podría usarla el oficialismo (y la oposición) como síntesis de su plan de gobierno. La multinacional Chevron “condicionó la firma del acuerdo con YPF para invertir en el yacimiento Vaca Muerta a la reforma de leyes federales y provinciales, y a la aprobación de nuevas normas. Y esas modificaciones debían resultar de suentera satisfacción´ para que comenzara a traer capitales a la Argentina” como revelaron documentos secretos que el Gobierno negaba.

La fuga de dólares por parte de las multinacionales se muestra como una constante de la década. Según Alfredo Zaiat: “Casi 200 empresas han estado enviando dólares al exterior por ganancias generadas en el mercado local, un 23 por ciento más que en los primeros diez meses del año pasado. A estos montos, que en el acumulado será de unos 1700 millones de dólares en 2014 (…) se le adicionan los pagos por importación de energía, la ratificación de la estrategia de desendeudamiento (este año incluyó el acuerdo por el default con el Club de París, con un primer desembolso de 642 millones de dólares) y la cancelación de deuda en términos netos con organismos multilaterales de crédito.”

Entre las que lideran el ranking están Minera Alumbrera, Chevron Argentina, Cerro Vanguardia, Peugeot Citroën, Massalin Particulares, Acindar y el Grupo Techint, todos amigos del gobierno a los cuales se les garantiza la fuga. El caso de Chevron que lo exige por ley y el Gobierno acata, es más que suficiente.

De fondo, el problema estratégico radica en que “el grado importante de extranjerización de la economía (…) presiona sobre las reservas debido a la demanda de las filiales de envío de ganancias hacia las casas matrices”. Querer oponer a esto una política de “Señor Barriga” como la que lleva adelante la AFIP de Echegaray, es cuanto menos ilusorio. Seguir subsidiando a una burguesía “nacional”, empecinamiento masoquista.

Por su lado, Axel Kicillof declaró que “no la veía” en relación al extendido reclamo de un bono de fin de año para los asalariados. En su mundo virtual, los salarios no se vieron afectados por la inflación. Sin embargo, Ismael Bermúdez estima que la pérdida salarial promedio es del 7 por ciento (del 15 para quienes cobran la AUH) y del 14 por ciento para quienes los afecta el impuesto a las ganancias. Para Miguel Bein, el economista de cabecera de Scioli que es apoyado por la Cámpora y el Movimiento Evita, Argentina necesita endeudarse. Para eso hay que arreglar con los buitres y hace falta un ajuste tarifario.

El “centro” latinoamericano, las masas y la representación

Un debate transita todos los medios del progresismo internacional y nacional sobre el ciclo de los gobiernos pos neoliberales de la región.

Para el oficialismo, se trata de encontrar en los recientes triunfos electorales de Maduro, Evo Morales, Dilma Rouseff y Tabaré Vázquez (en primer vuelta) una confirmación de que el anunciado “fin de ciclo” era sólo una ilusión.

Como sostiene Mario Wainfeld, estos gobiernos “emergieron en condiciones económicas propicias que, sin embargo, pudieron ser capitalizadas con otro rumbo, en base a otro paradigma”. Pero le convendría ir aceptando que esas condiciones se comienzan a desmoronar.

La crisis internacional que aún no golpeó catastróficamente en la región, sí erosionó gravemente los márgenes de maniobra estatal para garantizar hiper ganancias empresarias a la vez que contener demandas sociales postergadas.

De conjunto, estos gobiernos lejos están de “profundizar los cambios”, sino que giran a derecha en sus agendas nacionales que se distancia bastante del relato que propone Edgardo Mocca y según el cual “se han realizado los cambios, el gran hilo común que une estas experiencias es la feroz resistencia de los grupos de poder económico concentrado”.

Pero además, la política interna tiene un reflejo en la política exterior, donde el proyecto del ALBA se diluye y el MERCOSUR se encuentra relativamente en crisis por el parate brasilero, aumentando las presiones por permitir acuerdos bilaterales similares a los que permite la Alianza del Pacífico donde se referenció el bloque regional conservador.

El problema para los gobiernos pos neoliberales es proporcional al que tienen las derechas más conservadoras. Con el crecimiento económico también se fortaleció socialmente la clase trabajadora de la región, y aumentaron las expectativas sociales. Por eso, pese a los resultados electorales, vemos en la región un proceso creciente de movilización popular, aún limitado, contenido, y sobre todo sin representación política superadora: huelga general en Bolivia, movilizaciones democráticas en México, movimiento estudiantil en Chile, movilizaciones juveniles en Brasil que habilitaron decenas de huelgas obreras, un sostenido ejercicio obrero en Argentina que tuvo además tres huelgas generales, etc.

El resultado de estos procesos, no depende como opinan Wainfeld y Mocca de las virtudes de tal o cual gobierno, sino de las relaciones de fuerzas entre las clases que se pondrán a prueba no sólo ante la derecha conservadora, sino ante los planes de ajuste y antipopulares en curso.

La resultante es incierta, no por la falta de resistencia y combatividad en la región, sino por la carencia de representaciones políticas que enfrenten los desvíos reformistas y puedan confluir con la lucha de las clases explotadas y oprimidas.
Tal vez la excepción, pueda ser Argentina, donde la izquierda clasista y anticapitalista logró ser parte orgánica de amplios sectores del movimiento obrero y popular, teniendo a la vez una herramienta política como el Frente de Izquierda que es referencia de millones. Por esa perspectiva lucha el PTS.

El desafío para una izquierda de los trabajadores está planteado para toda una etapa que excede los calendarios electorales y se prueba en cada una de las batallas.

SUBNOTA: Servicios para todos y todas


Sebastián Quijano

Nació en Málaga en 1980 y vive en Rosario desde 1992. Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y docente de Filosofía.