El fiscal Jorge Di Lello deberá resolver en los próximos días las causas por las que el nuevo presidente y el vice saliente están comprometidos judicialmente.
Miércoles 2 de diciembre de 2015
El fiscal federal Jorge Di Lello resolverá entre el jueves y viernes próximos si el presidente electo Mauricio Macri deberá ir o no a juicio por la causa de las “escuchas ilegales”.
Según Di Lello, es necesario que el electo presidente tenga clara su posición jurídica antes de asumir en sus funciones. Justamente hace pocos días el fiscal recibió la causa de parte del juez federal Sebastían Casanello para que diga si corresponde “elevar a juicio, sobreseer o pedir más pruebas” el proceso por presunto espionaje ilegal realizado por parte del Gobierno porteño.
Pero esa causa no será la única que por estos días tendrá que resolver Di Lello. También le tocará la misión de enviar o no a juicio oral al actual vicepresidente Amado Boudou por la causa en la que se investiga la compra fraudulenta de la gráfica Ciccone Calcográfica.
A su vez Boudou -quien está en París representando al gobierno nacional en la Cumbre climática- deberá afrontar en estos días las alternativas de otra causa judicial que lo tiene como imputado. Se trata de un proceso por dádivas encubiertas, y en este caso deberá presentarse a indagatoria el 15 de diciembre en Tribunales, es decir cinco días después de dejar su cargo.
En los pasillos de Tribunales es conocido el carácter “conciliador” del fiscal Jorge Di Lello. Lo que puede hacer inferir que en la causa de “escuchas ilegales”, más allá de toda evidencia y prueba judicial, Mauricio Macri será sobreseído como lo pidió su abogado, Alejandro Pérez Chada, antes del balotaje.
Para Boudou, sin embargo, parece que no hay espíritu “conciliador” que alcance. La situación del vicepresidente resulta más complicada. En primer lugar, porque desde diferentes sectores del gobierno en los últimos tiempos le fueron soltando la mano. Y además, si se contabiliza la cantidad de causas que acumuló desde la época en que se desempeñó como ministro de Economía, resulta difícil de imaginar que, ya sin el poder que lo protegió durante tantos años, pueda eludir todos los juicios que le esperan.
Los “nuevos tiempos” no jugarían a favor de Boudou. Quizás como en otro momento sucedió con exfuncionarios de Carlos Menem, como María Julía Alzogaray, en el final del ciclo kirchnerista alguien termine siendo un más que emblemático chivo expiatorio. Y dicen que el vicepresidente ya compró varios números para el sorteo.