El cordobés David Emanuel Peralta venció al ex campeón del mundo Robert Guerrero en su tierra natal, sorprendiendo a propios y extraños. Casi retirado y chófer de taxi, el argentino consiguió una de las victorias más resonantes del pugilismo nacional del 2016.
Martes 30 de agosto de 2016
Con 33 almanaques sobre sus hombros, David Emanuel Peralta era prácticamente un ex boxeador. Tal vez por los sinsabores, tal vez por las pocas posibilidades relevantes o, simplemente, por la necesidad de llevar comida a la mesa; el cordobés había cambiado el cuadrilátero por un taxi como lugar de trabajo. Quizá por eso su victoria ante Guillermo de Jesús Paz en mayo del 2015 aparecía como la última función de su carrera rentada. Sin embargo, del mismo modo que un viajante cualquiera solicitó sus servicios en las calles de su provincia natal en el último año, el negocio pugilístico lo convocó para una última travesía: enfrentar en California al ex campeón del mundo Robert Guerrero.
Peralta (26-2-1, 14 K.O) no dudó, a pesar de sólo contar con ocho semanas de entrenamiento. Asumió el compromiso, se puso bajo las órdenes de Darío “Colo” Fernández y fue a la aventura. Era claramente el invitado a la fiesta el norteamericano, quien buscaba reencauzar su campaña tras la derrota sufrida ante Danny García el enero pasado.
Los primeros cuatro episodios fueron para “El Fantasma” (33-5-1, 18 K.O), a quien pareció alcanzarle únicamente con su experiencia para adjudicarse, con poco, los doce minutos iniciales. Sin embargo, paulatinamente “El Pirata” hizo pie.
Sin amilanarse, encontró en la derecha recta la llave para vulnerar a un estático Guerrero, que empezó a perder algunos cruces y sentirse incómodo frente a un oponente que mostró también la concentración necesaria para evitar sus contados envíos.
Sorprendiendo a propios y extraños, Peralta comenzó a torcer las tarjetas y crecer en confianza, logrando en el noveno episodio acertar dos directos diestros consecutivos y derribar a Guererro, que no tocó la lona porque se amarró de las sogas, en una maniobra que debió haber sido contemplada como knock down.
El devenir de la contienda, no obstante, mostró al argentino enfocado y cerrando la noche de buena forma, buscando hasta el segundo final no dejar dudas e impidiendo crecer a un adversario que lució poca rebeldía para afrontar el vendaval y acompañar el beneficio que siempre otorga la localía.
La incertidumbre que inundó el Honda Center de Anaheim se convirtió en una inconmensurable alegría para el cordobés y su equipo al escuchar el fallo de los jueces, que señaló su triunfo en decisión dividida (injusta, debió ser unánime) con cómputos de 115-113, 116-112 y 113-115.
El éxito de Peralta debe ser incluido en la galería de las victorias más resonantes del pugilismo vernáculo del 2016. Poco importa en este momento su proyección, la cual emerge bastante compleja en caso de pretender continuar en la división welter, plagada de nombres excepcionales. Por lo pronto, tras innumerables viajes realizados para ajenos arriba de su taxi a cambio de algunos billetes, “El Pirata” merece disfrutar de ésta, su propia excursión, que lo llevó hasta Estados Unidos y le permitió regresar con aquella gloria deportiva que el dinero no puede comprar.