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Red Internacional
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Internacional. Brasil: el Poder Judicial al servicio de la impunidad de los políticos

El ministro Gilmar Mendes, del Supremo Tribunal, descartó investigar a Aécio Neves (PSDB), luego de los recientes audios difundidos, donde aparece involucrado en esquemas de corrupción.

Sábado 28 de mayo de 2016

Al ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), Gilmar Mendes, no le resultaron problemáticos los audios de la conversación entre Romero Jucá (brazo derecho del presidente Michel Temer) y Sérgio Machado (expresidente de Transpetro, subsidiaria de Petrobras, y devolvió (nuevamente) el pedido de investigación de la Procuraduría General de la República contra el senador Aécio Neves (PSDB), sin siquiera autorizar la apertura de investigaciones.

“El esquema de Aécio” que “todo el mundo conoce”, según los audios filtrados de la conversación entre Romero Jucá y Sérgio Machado, sería más de uno. Dos resoluciones judiciales fueron devueltas al Procurador General de la República Rodrigo Janot: una vinculada el esquema de Furnas (como es conocido el escándalo por corrupción y lavado de dinero que involucró a la empresa estatal Furnas Centrais Elétricas, con sede en Rio de Janeiro, destinado a financiar la campaña de políticos en 2002, especialmente asociados al PSDB) y la otra que solicita iniciar una investigación en función de las sospechas de manipulación de datos del Banco Rural, maniobra que buscó ocultar el escándalo de corrupción vinculado a Eduardo Azeredo (PSDB-Minas Gerais) el llamado “mensalão minero” durante el desarrollo de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de los Correos. Es la segunda vez que Gilmar Mendes exime a Aécio Neves de ser investigado, entre otras incontables veces en las que el “partido judicial” salvó al tucano (como se conocen los militantes del PSDB). En el caso de la CPI de los Correos, dos políticos más fueron eximidos “de la lista” de la investigación: Carlos Sampaio del PSDB y el “ansioso” Eduardo Paes. Paes, vale recordar, conquistó este seudónimo luego de reconocerse su nombre en la lista de los 300 políticos que recibieron pagos de la empresa Odebrecht, luego puesta bajo secreto judicial por el juez Sérgio Moro.

Entre todos los tucanos favorecidos por el “partido judicial”, lo de Aécio Neves es un escándalo particular porque no hace falta ser un gran investigador para saber que el senador está “en todas”. Según los audios de la conversación de Romero Jucá con Sérgio Machado, él sería el primer objetivo “en la mira” de la Operación Lava Jato o “el primero a ser tragado”. Las palabras de Machado resumen mejor que cualquier descripción periodística: “Aécio no tiene condición, eso lo sabemos” (…) “¿Quién no conoce el esquema de Aécio? Si dependiera del juez Gilmar y del “partido judicial”, vamos a quedarnos con ganas de conocerlo.

Este favorecimiento político en las investigaciones de los esquemas de corrupción queda completamente expuesto si analizamos que durante todo este tiempo el “partido judicial” retuvo el audio de Romero Jucá, demorando su difusión desde el golpe parlamentario hasta ahora. Mientras que los audios entre Lula y Dilma fueron expuestos a gran velocidad y contaron con toda la cobertura del “partido mediático". Lo mismo ocurre con varios políticos con fueros que ni siquiera son investigados y algunos incluso han asumido como ministros del nuevo gobierno golpista. Aécio Neves, un tucano reconocidamente corrupto, incluso hasta para manifestantes de derecha que lo expulsaron de una de las convocatorias derechistas opositoras realizadas en la Av. Paulista, sigue sin ser investigado gracias a los servicios ofrecidos por el juez Gilmar Mendes y el Supremo Tribunal Federal.

En relación a los audios, Gilmar Mendes declaró que no veía ningún intento del exministro Romero Jucá en obstruir el desarrollo de la Operación Lava Jato. El ministro del Supremo Tribunal Federal trata las conversaciones conspirativas entre Romero Jucá y Sérgio Machado con absoluta naturalidad porque la Operación Lava Jato ha establecido un “trato amistoso” con los esquemas de corrupción tucanos, demostrando el carácter selectivo de sus investigaciones, siendo un instrumento funcional al golpe.

Con el alejamiento de Cunha, mientras se avanzaba en el proceso de impeachment, se buscó trasmitir un clima “de neutralidad” del accionar de los jueces, el mismo con el que el juez Gilmar Mendes intenta ahora salvar a Aécio Neves, contando con la ayuda del “partido mediático” para amortiguar los efectos. Este juego entre jueces y grandes medios fue puesto a prueba un día después que el juez Sergio Moro declaró el secreto judicial sobre la lista de los 300 mencionados por la empresa Odebrecht. Al día siguiente la Globonews pasó a transmitir las recetas culinarias de Ana Maria Braga y la vida íntima de los protagonistas de las novelas de la tarde, para poner en práctica en forma inmediata sus planes golpistas. Prácticas que les permiten preparase en caso de que Temer no logre implementar los ajustes anunciados. Algunos indicios se pueden ver en las represiones a las ocupaciones de escuelas de los estudiantes secundarios en San Pablo y Río de Janeiro, o la represión al campamento del Movimiento Trabajadores Sin Techo (MTST) cerca de la casa de Temer en San Pablo.

En relación a la corrupción, la única cosa que la Operación Lava Jato hizo de hecho fue mostrar que la corrupción es un problema estructural, es decir, una característica intrínseca al régimen político brasilero. Y que ella no involucra solo a la “clase política”, sino también a los jueces, que, exactamente por el hecho de no haber sido votados y arrogarse poderes por encima de los “comunes mortales”, tienen toda la libertad para decidir a quién investigan y a quién no, cuándo y si investigan.

Y si Romero Jucá y Sérgio Machado no preocupan a Gilmar Mendes, es por el mismo motivo por el que el juez Gilmar Mendes mantiene a salvo a Aécio Neves: por el momento están en una relación golpista amigable. No está descartado que, si fuese necesario, la Operación Lava Jato pueda servir para ir más allá, en el sentido de dar lugar a una operación del estilo del “Mani Pulite” italiano a la brasilera. El hecho de que los jueces no asuman para sí la limpieza de la corrupción tucana es porque tienen “el cuchillo y el queso” en la mano, manteniendo cierta autonomía relativa. En caso de una crisis política del gobierno pueden nuevamente asumir las prerrogativas de defensores de la moral y las buenas costumbres y en su nombre asumir el control de la situación y también fortalecerse y ganar cada vez más autonomía para arbitrar en la crisis política.

Es urgente que los trabajadores, la juventud y el pueblo tomen en sus manos las decisiones y no depositen ninguna confianza en ningún juez. La Operación Lava Jato es un instrumento del régimen para limpiarse, no de la corrupción, sino para evitar la acción de las masas contra todos los elementos podridos que gobiernan el país. Asumiendo para sí el “juzgamiento de los corruptos”, cuando en realidad los protegen, los jueces impiden que sean los trabajadores y la juventud los que decidan sobre los rumbos del país, juzgando a toda la casta política. Por eso es necesario imponer con la lucha una nueva Constituyente, con la participación de la juventud, de los trabajadores y de los movimiento sociales, para terminar con la corrupción y privilegios del régimen e imponga que todo político sea revocable, que los jueces sean electos y revocables y que todo político y juez gane igual que una maestra y se confisquen los bienes de todos los corruptos para invertir en salud y educación.