1917-1919 escenarios brasileros que se hacen eco del ascenso de la posguerra y el triunfo de la Revolución rusa. Con la reciente huelga del 28A “el coloso latinoamericano” da muestras nuevamente de su combatividad.
Liliana O. Calo @LilianaOgCa
Sábado 29 de abril de 2017
Las conmemoraciones del Primero de Mayo promovidas por las centrales sindicales en Brasil de las últimas décadas, como “festejos” del día del trabajo, contradicen la historia de combatividad de la clase obrera brasilera forjada a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Los primeros de mayo de 1918 y 1919 guardan una historia de continuidad: la perspectiva anticapitalista de su lucha y el internacionalismo de sus orígenes.
Al inicio del siglo XX en Brasil, entre las diversas influencias políticas, el sector anarquista será hegemónico y uno de los más combativos, portador de la experiencia del movimiento obrero europeo. Surgen las mutuales, grupos de resistencia y sindicatos como primeros pasos organizativos de una clase obrera en la que ocuparán un lugar destacado los trabajadores extranjeros (italianos, españoles, alemanes, portugueses y japoneses). A pesar de sus limitaciones políticas, este sindicalismo revolucionario anarquista desarrolló su heroísmo enfrentando las condiciones de la acumulación capitalista de ese momento en Brasil, que imponía una desenfrenada explotación y provocaba duros enfrentamientos de clase. Toda pelea reivindicativa debía estar apoyada en una firme decisión de enfrentar la violencia que se descargaba casi sin mediaciones desde el Estado y la patronal. El predominio de las ideas anarquistas se mantendrá hasta el estallido de la Revolución rusa, luego de la Primera Guerra Mundial y la extensión y masividad de las huelgas obreras, iniciando un ciclo de mayor protagonismo del movimiento comunista bajo la experiencia de los soviets rusos.
El mundo del trabajo
A comienzo de siglo XX la utilización de mano de obra infantil era una constante en la industria y la jornada media de trabajo rondaba entre las 10, 12 y 14 horas, sin mencionar las multas y los castigos corporales frecuentes para imponer la disciplina y ritmos de trabajo agobiantes; salarios miserables, sin protección ni mínimas condiciones de salubridad, obligados a comer al pie de las máquinas, sin descansos ni reconocimiento de ningún tipo de derechos. La sed de ganancia patronal hasta agotar las energías de los trabajadores solo encontraba límites en la resistencia que éstos oponían. Estas condiciones provocaron reiteradas oleadas de ascenso huelguístico (1903-1909) que se continuaban con momentos de reflujos (1911-1913), la convocatoria a congresos obreros como el de la Confederación Obrera Brasilera (COB) en 1908, momentos de retroceso como en los primeros años de la Guerra Mundial y resurgir antes de que finalice.
El ascenso de la posguerra y la Revolución rusa
La agitación que sacudió Brasil entre 1917 y 1919 fue, junto a otros movimientos latinoamericanos, expresión del impacto de la Revolución Rusa y el descontento general que la finalización de la Guerra Mundial provocó en la clase trabajadora y los pueblos del mundo. Las terribles condiciones laborales y sociales en que se encontraba el movimiento obrero en el país dieron lugar a una serie de procesos de huelgas, que convirtieron los primeros de mayo en verdaderas jornadas combativas que junto a la pelea por reivindicaciones laborales como la reducción de la jornada de trabajo, alentaron el apoyo a la Revolución rusa como ejemplo de lucha contra la explotación capitalista.
1917 es el inicio de un ascenso masivo de lucha de los trabajadores. La conmemoración del Primero de Mayo de 1917, en Río de Janeiro, por entonces capital del país, tuvo como norte la lucha contra el costo de vida, con manifestaciones y marchas obreras en las calles de la capital, alentadas por las noticias que llegaban de la revolución de febrero en Rusia luego de la caída del zarismo. Será San Pablo la que inaugure un nuevo ascenso obrero. A partir de una serie de huelgas por fábricas y ante el asesinato de un joven zapatero por la policía, la ciudad se verá paralizada por una huelga general, proceso que algunos autores definen como “la Comuna de San Pablo”, afectando no sólo a las industrias sino también al transporte urbano y en la que los trabajadores por varios días enfrentaron a las fuerzas de seguridad, quedando algunos barrios obreros bajo control de los sindicatos.
1918 tendrá como protagonista esta vez a la ciudad de Río de Janeiro. Una nueva ronda de huelgas de los trabajadores textiles y ferroviarios de Río culmina en noviembre de ese año con un levantamiento de características insurreccionales. Los trabajadores textiles declararon la huelga y los metalúrgicos y la construcción se sumaron. La represión policial fue enfrentada a los tiros y con bombas caseras a las comisarías. Las tropas de caballería intervienen cuando los trabajadores intentan invadir las armerías. El levantamiento fue desarticulado, con cientos de detenidos, habiendo llegado a proclamar la creación de un consejo de Obreros y soldados.
Ese Primero de Mayo los trabajadores brasileros expresaron su profunda solidaridad con el pueblo ruso que había logrado triunfar sobre el capitalismo y su Estado. En Río de Janeiro, según cuenta Astrojildo Pereira, uno de los fundadores del Partido Comunista Brasilero, fue aprobada la moción en la que se declaraba que el proletariado carioca resolvía por aclamación, “manifestar su profunda simpatía por el pueblo ruso, en este momento en lucha abierta y heroica contra el capitalismo”.
Serán años de ascenso del movimiento huelguista en varias regiones del país como Santos, Porto Alegre, Río de Janeiro, Recife y San Pablo. Junto a la extensión de las huelgas se desarrollan movimientos de solidaridad obrera, que obtienen concesiones como la de los obreros de la construcción que logran el reconocimiento de las 8 horas, reajustes salariales y mejores condiciones de trabajo.
Las noticias de la extensión de la revolución a Hungría y meses después a Baviera transformaron el Primero de Mayo de 1919 en una jornada de manifestaciones en su apoyo y solidaridad como ocurrió en Río de Janeiro, San Pablo y Salvador, junto a una serie de demandas que incluían la prohibición del trabajo infantil, el trabajo nocturno femenino, la reducción de los alquileres y la jornada de 8 horas. Bajo las banderas del internacionalismo obrero y la reducción de la jornada laboral se convocó a uno de los más multitudinarios actos del Primero de Mayo que se estima llegó a reunir sesenta mil personas en Río. En esa gran demostración, entre otras fue aprobada la moción: “El proletariado de Río de Janeiro, reunido en masa en la plaza pública y solidario con las grandes demostraciones de los trabajadores este 1º de mayo, envía un saludo especial al proletariado ruso, húngaro y germánico, y protesta solemnemente contra toda intervención militar burguesa teniendo por fin atacar la obra revolucionaria tan auspiciosamente iniciada en Rusia”.
Un día después de la reciente huelga general del 28A y a pocos días de un nuevo Primero de Mayo, la clase obrera brasilera, “el coloso latinoamericano” da muestras de su combatividad y potencialidad. Este Primero de mayo nos preparamos para conmemorar el día internacional de lucha de los trabajadores. A pesar del tiempo transcurrido y que los escenarios de conflictividad no son los mismos, nuestras banderas buscan confluir con esta tradición revolucionaria de los trabajadores, retomando el profundo contenido de esos primeros de mayo en Brasil que señalaban el camino de la emancipación social. Este Primero de Mayo en Argentina expresaremos esta lucha por terminar con la esclavitud asalariada bajo el lema: ¡nuestra vida valen más que sus ganancias!
Liliana O. Calo
Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.