El lunes por la noche, Dias Toffoli, presidente del Tribunal Supremo, vetó una vez más los pedidos de entrevista al ex presidente Lula.
Miércoles 3 de octubre de 2018
En contra de la decisión del juez Ricardo Lewandowski, también miembro del Supremo Tribunal Federal (STF), Toffoli ordenó que se cumpla la censura que había impuesto el viernes el juez Luiz Fux, en vísperas de las elecciones.
Lewandowski había autorizado a Florestan Fernandes y al diario Folha de Sao Paulo para que hicieran una entrevista en la cárcel al ex presidente Lula da Silva. En la autorización destacó que la práctica de entrevistar a presos era común en Brasil. Sin embargo, Fux revocó la decisión en la noche del viernes pasado.
Este lunes, Lewandowski reafirmó su decisión de conceder autorización para que Lula fuera entrevistado, e hizo duras críticas a las arbitrariedades de la maniobra de Fux. No obstante, Toffoli - quien prefiere denominar el golpe militar de 1964 como “movimiento” - decidió intervenir a favor de Fux.
En respuesta al Ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann, que quería saber qué decisión iba a prevalecer, Toffoli afirmó que con el fin de aclarar cualquier duda respecto a la determinación de la Corte, se deberá cumplir, en toda su extensión, la decisión indicada por la orden judicial de 28 de septiembre de 2018, emitida por el vice-presidente de la Corte, Luiz Fux.
Se determinó que el plenario del tribunal delibere sobre los pedidos de entrevista, sin indicar una fecha, garantizando de esta forma que en el primer turno, o incluso en el segundo, este tema no vuelva a interferir en el proceso electoral. O sea que Lula no pueda ser entrevistado.
La “contra-decisión” de Fux tiene como objetivo marcar la cancha y demostrar el poder de la operación “Lava Jato”, ya sea para asegurar que el STF garantice la continuidad del golpe institucional o para que, como mínimo, los términos de su salida sean lo más a la derecha posible.
En este momento de roces en el “partido de la toga” o “partido judicial”, Toffoli invoca el respeto al pacto de 1988 (que permitió una salida negociada de la dictadura), lo que puede mostrar que cualquier intento de negociar un retorno a la normalidad del régimen, como propone el PT, será un pacto con el diablo para atacar a los trabajadores.
Quieren demostrar que seguirán con sus medidas arbitrarias, de censura y de aproximación constante a las ideas golpistas alineadas a las armas. Esto será utilizado para alejar aún más a Haddad de Lula, siendo un títere que aplicará ajustes neoliberales. Al final, la manipulación de estas elecciones por el Poder Judicial brasileño, tutelada por la politización a derecha de las Fuerzas Armadas, es moneda corriente en el escenario electoral.
Lo que queda cada vez más claro es que la “toga” conduce a los brasileños a una profundización del golpe institucional o, por lo menos, busca presionar al PT todavía más a la derecha en estas elecciones y se comprometa hasta el final a arrodillarse ante “los mercados”, algo que no ocurrirá sin antes entrar en contradicción con su propia base de votantes, esperanzados con que se oponga a los intereses inherentes del golpe. Cuanto más distante esté la figura de Lula de un eventual gobierno Haddad, menos fuerza política tendrá este último para hacerle contra a sus posibles aliados golpistas, convirtiéndose en un títere de los mandatos del imperialismo en el país.
Traducción: Sharon Vidal