Domingo 20 de mayo de 2018
Para las próximas elecciones presidenciales en Brasil, surgen candidaturas que se oponen al golpismo alternativas a la de Lula, como la de Ciro Gomes (PDT) o la de Manuela D’Avila (PCdoB). Sin embargo, estas candidaturas aparecen como “más de lo mismo” para algunos de los sectores que buscan una alternativa a la izquierda del PT.
Guilherme Boulos (PSOL), ligado a los movimientos sociales, aparece con propuestas que aparecen como las más a la izquierda. Esto refuerza la necesidad de debate con los ejes de su campaña, porque los trabajadores, la juventud y la izquierda necesitan superar al PT por izquierda sin repetir los viejos errores del PT, que abrió espacio al golpe, o de “nuevas alternativas” como Syriza de Grecia, que mostraron su fracaso.
Un mundo que no permite ni tímidas reformas sin romper con el imperialismo
La elección en Brasil se da en un momento en que los analistas serios burgueses tienen acuerdo con que la economía internacional tuvo un leve respiro que no es sostenible, con tendencias a nuevas crisis, guerras comerciales y tensiones geopolíticas. Ese es el elemento estructural detrás de la profundización de la agresividad imperialista con Trump, que en Brasil ya tuvo impactos como la reciente aumento de tasas de intereses que tiende a redireccionar capitales hacia Estados Unidos en detrimento de países com Brasil.
En el segundo mandato de Lula hubo una coyuntura extraordinaria de crecimiento económico que permitió un ciclo de consumo basado en el crédito, en la expansión del trabajo precario y en programas sociales, sin expansión de derechos sustanciales (como la reforma agraria o urbana). Pero no hay perspectivas de que vuelva cualquier ciclo como ese y Brasil es uno de los países con más crisis del mundo.
Ya en el gobierno de Dilma se hizo sentir este cambio, que llevó al PT a aplicar ajustes, rifando su propia base social, lo que hizo avanzar el golpe, que tuvo continuidad en la prisión de Lula. El PT fue vìctima de los golpistas aun aceptando la subordinación al imperialismo. Fue durante los gobiernos del PT que se consolidó el papel de Brasil como “hacienda del mundo”, alcanzando en 2014 el nivel de industrialización de 1910, el 15%.
Las empresas en Brasil que tienen entre 10 y 100% de capital extranjero en su composición controlan el equivalente al 85% del PBI. El capital extranjero representa el 39% de los movimientos en las bolsas de valores.
Si aplicaron un golpe contra el PT, que dirige las principales organizaciones del movimiento de masas, está claro que cualquiera que quiera ser una alternativa debería presentar un programa y estrategia a la altura de esos desafíos. Pero Boulos no va en ese sentido con sus ejes de campaña: la reforma tributaria y la reforma política.
Una reforma tributaria que hace irrealizable el objetivo de enfrentar la desigualdad
Para enfrentar la desigualdad, Boulos dice que (negritas nuestras):
“Algunos pueden estar pensando: solo hablas del gasto, ¿de dónde viene el dinero? La propuesta que defendemos de manera muy clara y contundente es una reforma tributaria progresiva, que sea capaz de recaudar un dinero de sectores que hoy pagan muy poco. Voy a dar solo el ejemplo de la tributación de ganancias y dividendos que ya mencioné. Tributaristas como Rodrigo Orair (…) estiman que tributación de ganancias y dividendos con una alícuota progresiva en Brasil rendiría el 2% del PBI al año en recaudación, 120 mil millones de reales. Eso por sí solo nos daría condiciones para avanzar considerablemente en políticas sociales democráticas. (...) El problema mayor de Brasil francamente no es la deuda pública. Por cierto, los niveles de proporción deuda/PBI son mucho menores que los de Europa y Estados Unidos. Si se reduce la proporción deuda/PBI no recortando gastos, se reduce la proporción deuda/PBI aumentando el crecimiento. Mientras la tasa de interés sea mayor que la tasa de crecimiento del PBI, uno puede cortar el gasto que quiera, pero va a seguir creciendo la proporción de la deuda. En los últimos tres años en Brasil se cortó todo en términos de inversiones sociales y la deuda solo está creciendo en relación al PBI. Tenemos que enfrentar esta cuestión, y no es con más recortes, sino con más inversiones públicas que puedan generar incluso dinamización de la economía y más recaudación”.
Boulos propone enfrentar la desigualdad grabando un poco más al capital “rentista” y a los ultra millonarios, como estos 120.000 millones sobre ganancias y dividendos. El carácter limitado de la propuesta ya se expresa al ver que el gasto previsional del gobierno golpista en un año fue cercano los 700.000 millones en educaciòn y 191.000 millones en salud. Pero veamos otros datos que muestran que se trata de muy poco:
a) Solo en 2016, 350 mil millones en ganancias y dividendos fueron exentos de impuestos;
b) también en 2016, 84 mil millones de rendimiento con herencias y donaciones también fueron exentos;
c) los 69.934 contribuyentes con ingresos declarados superiores a 160 salarios mínimos mensuales mantuvieron un rendimiento total de 399.000 millones de reales;
d) solo las empresas de capital abierto ganaron en 2017 un total de 144 mil millones.
Lo peor es que por más que Boulos presente un programa en los marcos constitucionales y tímidas medidas, la sed de ataques de nuestros enemigos no va a ser menor que la que tienen con el PT. Se profundizarán las maniobras golpistas, la derecha en las calles y un ataque especulativo, con fuga de capitales y otras medidas. Los capitales atacarían la economía nacional y eso afectaría inmediatamente a los trabajdores y pobres, profundizando la desigualdad que Boulos pretende combatir. Boulos reedita propuestas tímidas de control de capitales del sistema financiero, sin embargo en los moldes de lo que diversos países ya aplicaron y son incapaces de evitar esa extorsión.
El inevitable camino de no pagar la deuda pública para responder a los problemas estructurales del país
Pero lo más escandaloso se muestra donde Boulos dice que la deuda pública (interna y externa) “francamente no es el mayor problema”.
Solo en el gobierno de Fernando Henrique se fueron casi 2 billones al pago de la deuda. En los gobiernos de Lula se gastaron más de 3 billones. En los gobiernos de Dilma, más de 5 billones.
Aun pagando todo esto, solo entre 2007 y 2015 la deuda se duplicó, en parte porque tiene el costo más alto del mundo, con intereses altísimo (peores que los de Grecia, que quebró), de una deuda que a diferencia de otros países que Boulos nombra, tiene intereses mucho más bajos y mucho más margen de maniobra. En promedio, más del 6% del PBI anual va al pago de intereses de la deuda, siendo Brasil el país que más gasta en intereses de la OCDE (las 35 mayores economías del mundo), que gastan en promedio menos del 2%.
Los títulos de la deuda son el destino del 72% de todo el ahorro del país, alimentando la especulación financiera. Vale notar que no es solo de “rentistas”, sino también de sectores “productivos”, porque esa división mecánica ya no existe más desde principios de siglo pasado, cuando el capital industrial se fusionó con el capital bancario y generó, en concepto de Lenin, el capital financiero.
El único programa que puede defender la economía nacional del saqueo imperialista y de los capitalistas y enfrentar de hecho los problemas estructurales del país es el no pago de la deuda pública e impuestos verdaderamente progresivos sobre los capitalistas, con abolición de los impuestos que recaen sobre los salarios y todos los bienes de consmo de los trabajadores y del pueblo pobre.
Para evitar el ataque especulativo, hay que combinarlo con la estatización de los bancos (que no significa expropiar los ahorros privados, sino mantenerlos en el país e impedir que el capital financiero y los bancos especulen conel ahorro nacional) y el monopolio del comercio exterior (para impedir que los capitalistas destruyan ramas de la economía nacional o que no sean atendidas las demanas esenciales del pueblo). Esto tendría que combinarse con la completa nacionalización de los grandes sectores estratégicos de la economía nacional, como Petrobras y las empresas energéticas, que tendrían que pasar a ser administradas por sus trabajadores con control popular.
Solo medidas como estas, que rompen con el imperialismo y los capitalistas y protegen la economía del país, es posible enfrentar los problemas estructurales del país como la desigualdad, con un plan de obras públicas y otras iniciativas que resuelvan los problemas del empleo, vivienda, salud, educación, transporte, etc.
Somos conscientes de que esto solo puede hacerse efectivo con una enorme movilización obrera y popular, pero la actuación electoral de la izquierda debería servir para construir esa perspectiva, de la lucha de clases, y no alimentar ilusiones en tímidas reformas que una hipotética presidencia de Boulos aplicaría.
Esto sería repetir la tragedia petista o sus versiones renovadas como Syriza en Grecia.
Una reforma política que es una ilusión de democracia participativa en la democracia degradada
Boulos parte de la constatación de que hay una crisis de representatividad y propone medidas de “democratización” del Estado burgués, con eje en la realización de plebiscitos, para aplicar el “presupuesto participativo” petista, “colocar al PMDB en la oposición” y apoyarse en una supuesta “bancada progresista” (que para él y el PSOL involucra paridos burgueses como el PDB (de la representante del agrobusiness Kátia Abreu “motosierra” y de la comisaria Martha Rocha, diputada reaccionaria de Rio de Janeiro fanática de la intervención federal y la militarización) y el PSB (de Márcio França, vice gobernador de Geraldo Alckmin y actual gobernador de San Pablo). Lo que completa una “revisión del pacto federativo”, destinando un nuevo presupuesto y papel para los intendentes, que se llama una”sociedad de todos los organismos del Estado brasileño”, como si estos no fuesen en masa reaccionarios, incluyendo al PMDB que Boulos afirma que “va a poner en la oposición”.
Volvamos a la realidad para ver las propuestas de Boulos. La crisis de representatividad afecta, sobre todo, los pilares tradicionales del régimen político (PMDB, PT y PSDB) y fue fortaleciendo instituciones como el poder judicial (que ya comenzó a desgastarse) hasta los militares. La derecha no solo está presentando un programa radical para que los trabajadores y el pueblo paguen la crisis, sino está adoptando métodos radicales, usando incluso las balas. Es la lucha de clases volviendo a expresar sus contornos clásicos.
La izquierda debería responder a la altura, pero en vez de eso, luego de firmar manifiestos con partidos burgueses como el PDB y el PSB –como si pudiesen ser alidados en la lucha contra la derecha- de hacer actos de escenario inútiles, sin cualquier medida de acción contra la derecha y sus ataques, ahora Boulos y el PSOL que tanto vociferan que hay una “ofensiva facista”, en las elecciones proponen… ¿plebiscitos?
Digamos que la burguesía y sus agentes, con sus métodos cada vez más radicales, no logre impedir la realización de un plebiscito. Basta ver la tragedia del plebisicto organizado or Syriza en Grecia. Así que asumió el gobierno, Syriza convocó un plebiscito para “consultar al pueblo” si quería los ataques que exigía la Troika (FMI + Comisión Europea + Banco Central Europeo). Meses después se realizó el plebiscito y el resultado fue un ampliamente mayoritario NO, que obtuvo el 61% de los votos. En los principales barrios obreros de Atenas el no superó el 70% y en la juventud obtuvo casi 80%, mostrando el fuerte apoyo de masas por el NO. Pero los imperialistas simplementenno lo aceptaron, y Syriza, que era el “gran ejemplo” para sectores de la izquierda mundial de un “gobierno de izquierda”, aplicó directamente los planes neoliberales de la Troika ante el chantaje imperialista.
Podríamos dar también el ejemplo trágico del plebiscito en el Estado español por la autodeterminación de Cataluña, donde ganó el SI de las masas, pero no fue suficiente para impedir la ofensiva represiva de la burguesía españolista y la derrota del movimiento.
Su otra propuesta para que la población “participe de la política” más allá de votar a cada cuatro años, es reproducir el presupuesto participativo de Porto Alegre, que era una farsa que debatía apenas 5% del presupuesto y no cambió en nada a la ciudad.
Boulos alimenta esperanzas en resolver por el voto en plebiscito o “consejos policlasistas” algo que solo cabe a la lucha de clases. La masa se vuelve un pasivo votante, como si eso pusiese enfrentar a los reaccionarios y sus ataques.
Lo peor es que si ese programa, el programa de Boulos, fuese realizable, sería la linea de salvación del Estado burgués, y no de la construcción de una movilización que prepare su destrucción. Ni siquiera defiende una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la movilización de las masas para atacar a la corrupción y los problemas de la democracia degradada desde la raíz, instituyendo que todo político y juez gane el mismo sueldo que un docente, que sean elegidos por el voto popular y revocables, y que la corrupción sea juzgada por jurados populares, medidas elementales si el objetivo fuese una verdadera democratización del país.
Solo la movilización obrera y popular, con independencia de clase, puede enfrentar la derecha y sus ataques
Es importante que la izquierda actúe en las elecciones, pero eso debería darse en el marco de un programa y estrategia de independencia de clase, en una perspectiva anticapitalista, para fortalecer la perspectiva de la lucha de clases. El paro nacional del 28 de abril es el mayor ejemplo reciente a reotomar. Allí se trataba de la democraca de las masas en movimiento, lo que solo se dio por la presión de las masas que obligaron a las burocracias sindicales y políticas que controlan el movimiento obrero a convocar esas medidas. Ese era el camino que tenía que haber sido llevado adelante para enfrentar el golpe y los ataques, pero la burocracia sindical de la CUT, CTB y demás centrales traicionaron la única forma bloquear esta ofensiva. Una respuesta de fondo para los problemas del país solo puede contruirse partiendo de la construcción de un verdadero frente único obrero, o unidad de acción contra los ataques en curso y para revertir los que ya pasaron.
Boulos prefiere decir que “no demoniza a los empresarios”, mostrando la farsa del discurso “contra la conciliación de clases” y mantenerse sin hacer ni siquiera una crítica a los burócratas de la CUT y CTB, porque son sus aliados en el Frente Pueblo Sin Miedo, así como el PSB y PDB, que serían una “bancada progresista”.
No estamos hablando de ideas queno tienen fuerza en ningún lugar. Este es el programa y estrategia del PTS y del Frente de Izquierda y de los Trabajadores de Argentina, que tienen más peso que el PSOL en el movimiento obrero y estudiantil, así como en el terreno electoral, donde defendemos ideas como las que aquí señalamos, con el diputado federal Nicolás del Caño y Myriam Bregman al frente.
En vez de la ilusión de las tímidas reformas tributaria y política, afirmamos que los problemas estructurales del país solo se pueden resolver íntegra y efectivamente a través de un gobierno obrero de ruptura con el capitalismo, basado en organismos de democracia directa de los trabajadores y del pueblo obre, porque es el único gobierno que puede de hecho romper la subordinación al imperialismo y hacer que los capitalistas paguen por la crisis.
Abrimos este debate sobre programa y estrategia con la campaña de Boulos porque es necesario que todos los que están buscando una alternativa a izquierda del PT saquen lecciones profundas de las experiencias del PT y de la izquierda mundial, para que la izquierda pueda salir de la defensiva y sea parte de revertir la situación reaccionaria que vivimos en Brasil, preparándonos para batallar decisivas de la lucha de clases que aun están por venir, construyendo un partido revolucionario de los trabajadores y quitando los sindicatos de las manos de la burocracia para vencer.