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Red Internacional
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Entrevista. Bruno Arias: “Soy solamente un músico que a través del arte y las canciones trata de visibilizar lo que está pasando”

A pocos días de la presentación de su nuevo disco “El derecho de vivir en paz” en Niceto Club, entrevistamos a Bruno Arias, uno de los artistas de folklore más reconocidos.

Martes 1ro de noviembre de 2016

Fotografía: Rodrigo Wilson

Contanos como fueron tus comienzos desde tu infancia en Carmen hasta los primeros acercamientos a la música

Soy de un pueblo que se llama El Carmen, a 20 km de San Salvador de Jujuy. Este pueblo vive de la producción del tabaco, hay muchas fincas. Hay dos espejos grandes de agua, uno se llama el Dique La Ciénaga y el otro Dique Las Maderas. Toda mi infancia la he pasado ahí. Jujuy es una provincia que tiene mucho folklore en el aire, te vas a la cancha de futbol un redoblante, un carnavalito, un charango, un sikus, en un pesebre para la fiesta de reyes o Navidad los changuitos cantan villancicos, coplas populares, las maestras siempre te enseñan alguna copla, o sea que el folklore, está en la sangre y en mi inconsciente sí o sí.

Hay un pueblo cercano que se llama San Antonio, ahí he hecho la secundaria y ahí comienza la historia folklórica/musical de acercarme a la guitarra, a la música. Tenía un compañero que era el que llevaba la guitarra al curso y el contagió al resto la onda para empezar a aprender guitarra. Esto también me llevo a conocer la bohemia de la música jujeña.

Este compañero hacia reuniones en la casa y venían todos los folkloristas de Jujuy. Había un festival grande que se llamaba “El Festival del Quesillo” en San Antonio. Como una previa al Festival, al mediodía hacían un asado en la casa de él y caían todos los músicos que tocaban. Ahí fue la primera vez que vi y descubrí lo que era una guitarreada. Todos los que tocaban en esa rueda eran músicos que no habían grabado un disco, que no se dedicaban profesionalmente, pero la música era una prolongación de su vida aunque no se dedicaran al 100%. Entonces en esas ruedas de guitarra lo que más importaba era lo que transmitía uno como persona a través de una canción, más que si cantabas o tocabas bien. Eso me impulsó a tocar la guitarra y a aprender a cantar.

La formación que tengo en mis comienzos es puramente de la bohemia y de la noche jujeña. Después con el tiempo estuve viviendo en Tucumán, en La Plata, tomando clases particulares con profesores. Todo ese proceso, hasta llegar a Buenos Aires es una larga historia.

Todas estas experiencias que vos contás y las vivencias que tiene cada músico lleva también y se va plasmando en las canciones que una canta, en las letras que escribe, en las letras que elige tocar. Tus discos, sobre todo los últimos dos, siempre están atravesados por las problemáticas sociales que sufren tanto los pueblos originarios, como por la cuestión contra la mega-minería.

Eso viene de estar varios años en Bs. As. El primer disco “Changuito Volador”, era un changuito con una mochila llena de anhelo, de concretar algo. Ese vuelo alrededor de los sueños, de poder alcanzarlos. Tiene que ver con un changuito cualquiera, en una plaza, en una hamaca, hamacándose, soñando volar. Esa sensación es la que tiene que ver con el primer disco, de poder concretar algo. Venir a la gran ciudad, poder grabar un disco u volver a tu pueblo con algo abajo del brazo, con un logro. Eso fue en el 2004, 2005.

En 2007, establecido en la Capital Federal, sale el disco “Atierrizaje”. Este en un nombre inventado entre varias palabras. Aprendizaje, el volver a la tierra y aterrizar de ese sueño, poner los pies en la tierra más firme. Ese “Atierrizaje” tiene que ver con enrizarse los pies, con cantar desde otro lugar, más comprometido con la canción, reafirmando el lugar de referencia, de donde uno viene.

En 2009 hago “El Bondi Cultural” que es una juntada entre artistas y músicos. Sentía que había muchos cantautores jóvenes y que todos estábamos en Bs. As. y que ninguno por cuestiones económicas tenían el dinero para grabar un disco, entonces rompo un poco, madurar y despojarse un poco del ego y trato de armar un proyecto inclusivo entre varios músicos para que tengan la posibilidad de mostrarse y renovar el nuevo cancionero. Entonces hago este proyecto donde aparecen artista como Luciano Cañete, Che Joven, Federico Pequia, Juan Pablo Anse, Pucho Ruiz, Javi Caminos y Hernán Bolletta. Todos los músicos que están en este proyecto hoy tienen un disco, son reconocidos en el medio y las canciones que ellos crearon y siguen componiendo se escuchan en las guitarreadas y forman parte ya de la nueva canción del folklore.

En 2012 me empiezo a despojar de las productoras, de los sellos discográficos. Trato de empezar a hacer mi vida más independiente y viene “Kolla en la Ciudad”. Se venía viviendo una situación de muchos cambios. La asunción de Evo Morales en esos años como presidente había fortalecido un poco más lo que es pueblos originarios en el sentido de que a gente tenía ganas de decir cosas, de que los escuchen y visibilizar las problemáticas. Ahí aparecen las primeras carpas en la 9 de Julio y Av. De Mayo con Félix Díaz, con muchos otros hermanos de diferentes lugares, como Roberto López que fue asesinado en La Primavera. En ese momento ya venía tocando “Kolla en la ciudad”, canción de Néstor Gea y Sergio Castro, compuesta en el año 1985, como una Cantata por los Pueblos Originarios, por primera vez en 1985, se encadenó una Wichi en el Congreso y ellos hicieron esa canción, que después de tantos años, seguía vigente la temática. No es un problema solo de este país y esta asignatura pendiente en Argentina, sino en Latinoamérica porque los mismos problemas que tenemos acá los tienen en México y lo que se reclama acá, expone la gente de los Zapatistas.

Entonces ahí aparece alguien de los Zapatistas que me da un documental que se llama “Caminantes” y ya en esa época ya sonaba la saya que se llama “Caminantes” que tiene que ver con todo esto. Un homenaje a los que toda su vida luchan y van gestionando cosas para el pueblo y que nunca se detienen. De ahí sale “detrás de nosotros estamos ustedes, nosotros somos ustedes… Todo para todos y nada para nosotros”. Sería “para todos todo”, y yo le puse “todo para todos y nada para nosotros” por una cuestión de la música. Creo que ahí empieza a aflorar un poco la necesidad de ir más allá de cantarle al paisaje, de ir contra de lo cultural, que es siempre la discriminación que es está instalada hacia la gente de rasgos indígena. Entonces, era importante también manifestar eso a través de la música, y ahí nace “Kolla en la ciudad”, que revindica a los Pueblos Originarios.

Yo no soy ni el abanderado de los Pueblos Originarios, no soy nadie, soy solamente un músico que a través del arte y las canciones trata de visibilizar lo que está pasando en los tiempos que nos toca vivir. Creo que uno como artista tiene que ir proponiendo cosas distintas. El primer disco un sonido distinto al último, y todos los discos tienen un sonido distinto y una forma de expresión distinta. Por ahí a la gente le gusta más “Changuito Volador” y si yo seguía repitiendo esa fórmula capaz que hoy sería más masivo y más famoso, pero creo que tiene que ver con lo que uno va sintiendo. Uno va en constante aprendizaje y cuando toma conciencia del poder que tiene al subirse a un escenario, de decir algo, o de que un artista también despierte en uno, uno como público cosas y uno quiera seguir el camino, el legado de esos artistas, creo que es fuerte. Mis referentes son Mercedes Sosa, el Dúo Salteño, gente que estuvo en la época de la dictadura en las listas negras.

Ahora en tu último disco “El derecho de vivir en paz”, es como un homenaje a Víctor Jara, que también es de esa camada del folklore latinoamericano…

En esa época descubro a Víctor Jara, por ahí ya lo conocía pero nunca había profundizado en las obra. Vos decís Víctor Jara y Violeta Parra y uno sabe que son gente importante, gente de la música, pero por ahí no conoce ninguna canción, o si las conoces y no sabes que son de ellos, y nunca investigan como vivieron, que hicieron, cuáles fueron sus obras, como murieron, y por qué hoy en día siguen siendo referentes de la canción en toda Latinoamérica. Muchos de los temas de “Kolla en la ciudad” se convirtieron en cantos de las luchas sociales. En manifestaciones se escuchaba “Cinco siglos resistiendo” con Los Sikus, o “Kolla en la ciudad”.

Fue importante también porque tuve un legitimación quizás no mediática ni de ganar premios, pero si una legitimación verdadera de la gente que es de la resistencia, de la lucha, que pone el cuerpo y que vive alejado de la montaña y que se siente identificado con mi música, que eso para mí fue un premio muy importante, que me impulsó a que después venga este disco “El derecho de vivir en paz”.

En este disco, estaba buscando una canción, un nombre que represente en estos tiempos de cambio de gobierno, de muchas divisiones políticas, de guerras, de atentados. Tiempos donde esta política nueva está beneficiando a las empresas de afuera, a los que más tienen. Donde las luchas que teníamos contra mega-minería a cielo abierto, en estos tiempos donde se les saca las retenciones a las mineras y se está fortaleciendo en vez de nosotros seguir con la lucha.

“El derecho…” creo que era un nombre digno, sobre todo en estos tiempos donde recién ahora se está juzgando a los asesinos de Víctor Jara, como que necesitaba brindarle un homenaje a él. Ser alguien torturado, un trofeo de los dictadores de esa época, donde le metieron más de 30 balazos en el cuerpo, donde le crisparon las manos para que nunca pueda tocar y después fue asesinado. Era importante que su canción me acompañe y en los discos que vengan, siempre tratar de que éste presente.

En el 2014 hice un disco con “la Bruja” Salguero que se llama “Madre Tierra”, que ahora fue ganador del Gardel como mejor disco de folklore.

También vemos que siempre estás involucrado con causas sociales, participando en recitales solidarios. Contanos un poco de ese Bruno “militante”.

Con las cuestiones sociales se fue armando una rueda, un círculo que crece día a día cada vez más. Desde la primera actuación, que fue tocar en el comedor del Padre Mujica en la Villa 31, de ir a tocar con la Tupac Amaru de Milagro Sala a La Matanza, en el corazón de la pobreza, en el barrio El Porvenir, a ir a un acto de maestros que sufrían represiones por el gobierno de la ciudad (en ese momento estaba Macri).

Han ido sucediendo muchas cosas que han hecho que nunca pare de crecer. De ahí salió de ir a tocar para Martin Castelucci, un chico asesinado en Lanús, en La Casona, por un patovica, madres que luchan contra el paco, a jardines, a escuelas, para gente que precisaba un transplante. Y así se han ido dando cosas que todo el tiempo fue creciendo y que en un momento hice en cuatro meses, 90 shows gratuitos, a beneficio.

En este último disco estas inquietudes se reflejan en las canciones…

Con respecto al disco, primero como un homenaje a Víctor Jara, también tiene una reivindicación fuerte a dos maestras asesinadas en la época de la dictadura. Una desaparecida y la otra una de las primeras asesinadas, en el 73, que es Marta Juana Gonzales. Ella daba clase en una villa, en un vagón viejo, donde se luchaba por no tener chicos analfabetos. Donde en esa época, la gente que activaba la conciencia, buscaba la igualdad y despertaba la conciencia en los chicos era más peligrosos que tener un arma, entonces eran perseguidos y fueron asesinados.

Marina Vilte es otra desaparecida. Es un emblema de la lucha de las docentes de Jujuy, una de las fundadoras de CTERA, en Huerta Grande, Córdoba y en Jujuy. También era coplera y cantora. Es un homenaje también, dignificando también la lucha de la mujer en esa época.

Hay un homenaje a las madres, que a pesar de ese eterno dolor de perder un hijo siguen adelante con su vida, en la canción “Ave de luz”, que tiene que ver con la mortalidad infantil. Este tema lo hice con Luciano Cañete, también integrante de “El Bondi Cultural”.

Hay canciones como “Algarrobo”, que la primera vez que fui a Andalgalá, conocí que era una lucha de hace 20 años contra la Barrik Gold y que recién ahora, después de tantos años hubo una ordenanza donde se prohíbe la mega-minería a cielo abierto ahí. Esta canción me la pasó un poeta y militante auto-convocado de la Asamblea El Algarrobo, que se llama León Cecenarro. El me dijo:- “quiero que cuentes donde vayas a tocar, como es la lucha de Andalgalá", de ahí sale la música de “Algarrobo”.
También pudimos plasmar en este disco temas que tienen que ver con estar conectado con nuestra madre naturaleza, como “Pachamama” con Ramiro Gonzalez, Pachi Herrera o “Huancar, Luis Bernal.

“Florcitay” que es una composición que estuve varios años para terminarla, con Rubén Cruz, un poeta tucumano. Después salió “Singani Congani”, que es una canción que habla de una bebida del norte que es como el agua ardiente boliviana y “Sol de los Andes”, que tiene que ver con la herencia y el legado andino, de la música bien de arriba, de la frontera.

Este disco tiene de todo un poco, pero bueno, en esas dos canciones esta la pertenencia de que soy de Jujuy. No se pierde eso, por más que es un disco que puede decirse que es combativo y tiene un mensaje de lucha.

¿Cómo estas preparando el show en Niceto?

En Niceto, el 4 de noviembre, voy a presentar este disco con toda la banda. Tal como suena en el disco va a sonar en vivo. Va a haber invitados y también danza, puesta en escena, pantalla, visuales. Vamos a hacer una puesta en escena grande, muy parecida a lo que fue Cosquín este año. Va a abrir como invitado el Mono Villafañe y un par de invitados sorpresa.