La ministra de Seguridad miente por donde se lo mire. Frente al Congreso, mientras las fuerzas que conduce cortaron avenidas con operativos descomunales, ella ordenaba reprimir a quienes se concentraban sobre la plaza. Ni siquiera respeta su mamarrachesco “protocolo de orden público”. Acá las pruebas.
Daniel Satur @saturnetroc
Viernes 2 de febrero de 2024 18:37
Apenas asumió como ministra del gobierno de Javier Milei, la expresidenta del PRO y quien ya condujo la cartera de Seguridad durante el fracasado gobierno de Mauricio Macri, había anunciado la creación del llamado “Protocolo de Orden Público”, una especie de decálogo de aprestos represivos para intentar suprimir el derecho constitucional a la protesta social.
Entre los diversos puntos del “protocolo” (uno más temerariamente ridículo que el otro) está la obligación de las fuerzas represivas de impedir a como dé lugar que una manifestación obrera, social, cultural, ambiental o de cualquier otra índole corte una calle, avenida, ruta o puente, garantizando la “libre circulación” de los “ciudadanos”. La burda "solución" propuesta por Bullrich es que toda persona que se manifieste lo haga por veredas y banquinas.
Para eso, el Gobierno busca ampararse en el artículo 194 del Código Penal (instituido por la dictadura de Juan Carlos Onganía), que dicho sea de paso ha sido reiteradamente puesto en cuestión y relativizado por diversos fallos judiciales de las últimas décadas.
Como se relató oportunamente en este diario, las ansias de Bullrich por hacer cumplir su protocolo fueron frenadas por masivas movilizaciones realizadas en lo que lleva Milei de gobierno, desde la convocada del 20 de diciembre hasta el paro del pasado 24 de enero convocado por la CGT y las CTA.
La ministra de Seguridad, que ante cada fracaso que arrastra desde hace décadas renueva su odio contra todo lo que huela a obrero o popular, esta semana decidió redoblar la apuesta y mandó a cientos de gendarmes, prefectos y policías federales a gasear, apalear y detener a cuanto ser humano (no uniformado ni identificado con el Gobierno) se encontrara en las inmediaciones del Congreso.
Pero parece que no le alcanzó con hacer una y mil maniobras para liberar a palazos uno o dos carriles de la Avenida Rivadavia, ni con detener de forma violenta a gente que no hacía más que estar parada o sentada, ni de gasear con carísimos químicos lesivos o balear con postas de goma a manifestantes, diputados y periodistas. La rabia bullrichiana se descontroló y sus perros de caza terminaron violando el propio “protocolo”.
En primer lugar, como informaron todos medios durante las jornadas del miércoles y el jueves, las fuerzas federales se encargaron de cortar de forma total y durante horas varias calles aledañas al Congreso, empezando por la propia avenida Entre Ríos que pasa por la fachada del edificio. Ningún periodista amigo le preguntó a la ministra el por qué de semejante contradicción entre lo que dice y lo que hace.
Pero lo más grave es que, como también lo mostraron todos los medios, esas mismas fuerzas el jueves reprimieron sobre las veredas y la Plaza Congreso a manifestantes, periodistas, referentes de organizaciones de derechos humanos y hasta médicos que asistían a heridos. Quienes ejercían su derecho constitucional a la protesta fueron directamente atacados por uniformados armados hasta los dientes (en muchos casos portando pistolas 9 milímetros, como se denunció en la Cámara de Diputados). Mucha de esa gente terminó gaseada, apaleada, baleada y hubo algunos detenidos.
El abogado Matías Aufieri del Centro de Profesiones por los Derechos Humanos (CeProDH) fue impactado en su ojo por una bala de goma lanzada por la Policía Federal. Estaba sobre la plaza, tomando conocimiento de heridos y detenidos fiel a su labor de abogado. Debió ser operado de urgencia y no se sabe aún si recuperará totalmente la visión. También recibió balazos de goma Sandra Raggio, directora general de la Comisión Provincial por la Memoria, quien estaba parada en la vereda de la plaza en representación de Comité Nacional de Prevención de la Tortura.
Más de veinte trabajadoras y trabajadores de prensa recibieron descargas “antidisturbios” en piernas, brazos, espaldas y cabezas. La mayoría de ellas y ellos llevaban identificación de prensa con credenciales y chalecos, además de haber sido atacados mientras tomaban fotos o filmaban, quedando claro que estaba cumpliendo con su labor. La mayoría, también, estaban sobre la vereda o la plaza.
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Fue brutal la arremetida de Gendarmería sobre la vereda de enfrente a la plaza, cuando un cordón compacto de uniformados avanzó sobre parte de la movilización que estaba, precisamente, en la zona supuestamente no contemplada por el “protocolo”. Allí hirieron a varios manifestantes, cuyos compañeros y compañeras sólo podían defenderse del embate.
Más tarde, decenas de motos de la Policía Federal comenzaron a rodear parte de la plaza, circulando con dos efectivos a bordo cada una. Esa fuerza tuvo el rol de disparar cientos de balas de goma desde Rivadavia hacia la plaza, pegando de lleno sobre columnas de manifestantes y sobre grupos de personas reunidas que asistían a heridos por los gases o que descansaban por el calor intenso. Eran concentraciones de personas sobre una plaza.
Parece que el objetivo no era otro que directamente la represión, sin importar la ubicación de la gente que se manifestaba contra la Ley Ómnibus pic.twitter.com/kAOsfS4S2h
— La Izquierda Diario (@izquierdadiario) February 2, 2024
La ministra Patricia Bullrich comete una inocultable violación, flagrante, del mismo protocolo que junto a sus secuaces de La Libertad Avanza dicen querer implementar. En la Cámara de Diputados fueron varias las intervenciones de legisladoras y legisladores que repudiaron toda la represión, que destacaron muchas de esas violaciones a la ley de parte del propio Gobierno y hasta se pidió que la funcionaria sea citada para ser interpelada. Ella, por el contrario, reivindicó absolutamente todo lo hecho por sus esbirros y hasta amenazó con repetir lo hecho si la movilización social continúa.
Lo que sabe Bullrich, pero oculta (como lo hace con tantas otras cosas), es que son las propias políticas que su gobierno lleva adelante las que, más tarde o más temprano, van a provocar la salida de muchos miles más de personas a las calles en reclamo de todo aquello que esas políticas les negarán o les sacarán. Y tiene claro que su política económica y social sólo puede imaginarse posible con represión a quienes resistan. En las calles se verá. Pero no hay tiempo que perder. Organización y lucha para torcerle el brazo a la ultraderecha gobernante. Paro general para poner todas las energías y potencia de la clase trabajadora al servicio de la defensa de nuestros intereses. No habrá “protocolo” que pueda contra el pueblo trabajador decidido a vencer.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc