Queridos camaradas del veterano director ruso Andrei Konchalovsky narra las protestas de los trabajadores rusos en los años 60. Un hito que el director aprovecha para presentar un retrato de aquella sociedad en la época postestalinista. Desde el 9 de julio se puede ver en cines.
La película de Andrei Konchalovsky se hizo con el Gran Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Venecia. Konchalovsky ya había conquistado al jurado del festival veneciano en varias ocasiones. En 2014 ganó el León de Plata a la mejor dirección por El cartero de las noches blancas y en 2016 volvió a ganar este premio con Paraíso.
La película narra los hechos ocurridos el 1 y 2 de junio de 1962 en la ciudad de Novocherkassk, antigua capital de la región del Don, que comenzó con una huelga obrera en una fábrica de motores contra el aumento de precios y derivó en una movilización de decenas de miles a la sede del gobierno local. Un levantamiento que fue brutalmente reprimido dando lugar a una masacre y donde también se persiguió a los dirigentes obreros; 14 fueron juzgados, la mitad ejecutados y los otros condenados a trabajos forzados. [1]Acontecimientos que la burocracia trató de mantener en secreto a través de la coerción a todos los habitantes de la ciudad, tal como puede verse en el filme. El detalle de lo ocurrido no fue conocido hasta 1992, año en que se inició la primera investigación oficial sobre los hechos. Yuri Bagrayev, fue el fiscal de aquella investigación y ha participado como asesor en la película de Konchalovsky.
No obstante, a pesar de los intentos por parte del régimen soviético por mantener ocultos los hechos, sobre todo la reacción del régimen ante los mismos, las manifestaciones obreras de Novotcherkask de junio de 1962 fueron conocidas y vistas dentro y fuera de la Unión Soviética como uno hito que mostraba dentro de la Unión Soviética, la toma de conciencia de los obreros en la etapa poststaliniana, su deseo de vivir mejor y el cada vez menor temor a expresar sus reivindicaciones. Así lo reflejaba Pierre Broué en su libro El partido bolchevique, publicado en 1975:
Durante el verano de 1961, la huelga de los obreros de los astilleros navales y las manifestaciones obreras de Novocherkask en junio de 1962 contra las elevaciones de los precios, constituyen nuevos indicios de esta toma de conciencia de los obreros que se convierte así en el acontecimiento decisivo posestaliniano. [2]
Este “acontecimiento decisivo” al que hace referencia Broué y el modo en que reacciona la burocracia ante este nuevo contexto, constituye el leitmotiv de la película. En el film se muestra cómo el aparato burocrático se organizó apresuradamente para encubrir los hechos y para controlar cualquier iniciativa de las masas. Unos hechos que permiten a Konchalovsky presentar un magnífico retrato del clima social de la época postestalinista, las contradicciones de la sociedad y un esquema de las distintas fuerzas sociales.
Resulta fácil sumergirnos en el clima de la época gracias a las imágenes monocromáticas y en 4:3, formato de la época. También en la psicología, la agitación y el nerviosismo de los burócratas de la ciudad, los de las capas más bajas de esa pirámide de privilegiados, ante los nuevos acontecimientos gracias a los ángulos y encuadres claustrofóbicos y la agitación de algunas escenas.
Precisamente, Konchalovsky elige como protagonista de la historia a Lyuda (Yuliya Vysotskaya), una mujer que es miembro del partido comunista local, una gran defensora de los ideales del régimen y una nostálgica de la época estalinista. Durante la huelga, Lyuda ve cómo el ejército, enviado por el Kremlin, dispara a los manifestantes entre los que se encuentra su hija, trabajadora de la fábrica. Este suceso hará tambalear sus convicciones.
Lyuda parece expresar las contradicciones de la burocracia, así como las relaciones complejas entre el estado, la burocracia y la clase obrera, que como definía Trotsky, en sus polémicas sobre el carácter de la URSS “son mucho más complejas de los que se imaginan los «demócratas» vulgares.” (…) Los obreros son realistas. Sin hacerse ilusiones sobre la casta dirigente, cuanto menos sobre las capas de esta casta a las que conocen un poco más de cerca, la consideran, por el momento, como la guardiana de una parte de sus propias conquistas” [3]
En el mismo texto, Trotsky plantea:
La inmensa mayoría de los obreros ya es hostil a la burocracia; las masas campesinas le profesan un vigoroso odio plebeyo. Si, a la inversa de los campesinos, los obreros casi no luchan esto no solamente se debe a la represión, sino al miedo que tienen a una restauración capitalista. [4]
Ese odio estalló en los acontecimientos de Novocherkassk, algo que la propia Lyuda no es capaz de comprender en la película, desde su posición en la burocracia, lo que se traduce en un sentimiento de hostilidad hacia los obreros, incluida su propia hija.
Asesinado por mandato de Stalin, Trotsky no conoció la época postestalinista, pero ya mucho antes había analizado las tendencias hacia esa separación y enfrentamiento entre la casta burocrática y las masas obreras y campesinas en la URSS. Una separación que se tradujo en un rechazo creciente de los obreros hacia la casta burocrática y que, tal como expresa Broué, adquirió un nuevo carácter en la época postestalinista dando lugar a ese “acontecimiento decisivo”, es decir, a la rebelión espontánea contra la burocracia.
La sociedad soviética de fines de los años 50 y principios de los 60 era muy distinta a la de las décadas anteriores. La buena situación económica que vivió la URSS, principalmente entre 1954 y 1960, le había permitido mejorar cualitativamente el nivel de vida de la población, una situación que se asemejaba al Estado de bienestar en Occidente. Esto es algo que vemos en la casa de Lyuda, que al tratarse de una pequeña burócrata vive en un edificio popular y posee los mismos bienes domésticos de sus vecinos. Pequeños electrodomésticos en casa, nevera, plancha, televisor... Sin embargo, a partir de 1959 llega el fin de los años dorados y el gobierno de Kruschev empieza a tomar medidas impopulares, como subidas de precios y recortes salariales. Esta situación dará lugar a los hechos narrados en la película, uno de los pocos levantamientos masivos en Rusia que se asemejaban a otras luchas en los países del Este.
El director Andrei Konchalovsky ha expresado en varias entrevistas que su “objetivo era reproducir escrupulosamente y con gran detalle la época de la URSS de los años 60.” Una situación de tensión que el director logra trasmitir magistralmente. También expresó en una entrevista a The Guardian lo siguiente:
Creo que el pueblo soviético de la posguerra, los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial hasta la victoria, merecen tener una película que rinda homenaje a su pureza y a la trágica disonancia que siguió a la realización de lo diferentes que eran los ideales comunistas de la realidad que los rodeaba.
Esta “trágica disonancia” sin embargo, es la contradicción insalvable del conflicto entre las masas trabajadoras y la burocracia parasitaria estalinista. Una contradicción que se iba haciendo cada vez mayor ya amenazaba las bases mismas del Estado obrero, si no se terminaba con la casta burocrática a través de una revolución política. En este sentido es interesante la alusión a los análisis de Trotsky sobre la cuestión.
Trotsky fue quien dio la explicación más profunda del fenómeno de la burocratización de la URSS y una definición de la propia burocracia soviética. En su obra publicada en 1936 ¿Qué es y a dónde va la URSS?, más conocida como La Revolución Traicionada desarrolló todas las contradicciones del Estado Obrero ruso en la etapa de la burocratización. El fundador del Ejército Rojo elaboró el concepto de Estado obrero degenerado burocráticamente, estableciendo una distinción entre el régimen político y el Estado para definir la URSS en medio de los debates abiertos sobre su naturaleza en la década de los 30. Esta acertada definición polemizaba contra aquellos que definían la URSS como un Estado de naturaleza capitalista. La definición de Trotsky le llevó a plantear como programa la necesidad de una revolución, que sería en lo fundamental política y no social –aunque incluyera algunos elementos sociales– para terminar con la casta burocrática.
La presentación dinámica de las distintas fuerzas sociales de la época y las contradicciones de las mismas se completa en la película a través de los distintos personajes. La hija de Lyda, Svetka (Yulia Burova), es una joven trabajadora de la fábrica que participa en la huelga y desaparece durante la represión. Svetka representa la toma de conciencia de los obreros en la etapa postestaliniana, expresada también en una nueva generación, con un deseo más grande de vivir mejor y cada vez menos miedo a expresar sus reivindicaciones. Así se producirá un mayor cuestionamiento al aparato burocrático.
Este fenómeno puede percibirse también en una “nueva ofensiva de los escritores de izquierda” como indica Broué:
La novela de Dudintsev, el poema de Krisanov acerca de los burócratas que «necesitan corazones de hierro que hagan lo que se les ordena», la antología de Literaturnaya Moskva donde A. Kron denuncia el «culto», «extraño a las tradiciones democráticas revolucionarias» y creador de la «jerarquía de sus propios servidores» constituyen los hitos propios de esta campaña. [5]
Para Broué, incluso, esta crítica de los escritores cobra acentos verdaderamente revolucionarios. “En La palanca de Yashin, unos jóvenes comunistas abren las ventanas de la habitación donde los responsables se asfixian con sus mentiras y sus chantajes. En Opinión privada, Daniel Granin describe una reunión del partido donde la base, encarnada por el «héroe positivo» Barisov, hace fracasar los planes de los burócratas que había decidido no sólo quién tenía que salir elegido, sino también quiénes eran los que iban a presentar a sus candidatos. Ningún texto consigue expresar mejor (…) la profunda necesidad de democracia, concebida como la participación de todos sin excepción en el ejercicio de las responsabilidades y, por tanto, del poder que surgió en Hungría, en Polonia y en Checoslovaquia, en la URSS, en China y en otros países por la misma época.” [6]
En el film de Konchalovsky es Svetka, la hija de la protagonista, quien representa a esa nueva generación de jóvenes estudiantes y obreros para quienes el fin del estalinismo supuso una relativa libertad de información y expresión pero que, al mismo tiempo, vieron como sus aspiraciones democráticas chocaban de frente con la continuidad del régimen burocrático permanentemente degenerado.
La muerte de Stalin en marzo de 1953 fue como un anuncio para el inicio de un proceso de mayor rebelión obrera contra la burocracia en los países del Este. Un proceso que comenzó en la zona del Glacis, pero que luego se trasladará hacia los territorios de la URSS, tal como puede verse en la película.
Tal como Trotsky pronosticó, sin un régimen de democracia proletaria, sin reconstruir el poder de los Soviets u otros organismos de autoorganización, no iba a ser posible el avance hacia el socialismo. La falta de democracia obrera, junto con la aspiración a mejoras materiales, fue el motor de estas rebeliones obreras iniciadas en la década de los 50. Aunque la falta de corrientes revolucionarias que plantearan la perspectiva de la revolución política frente a la burocracia dejó desarmados estratégicamente a estos procesos, permitiendo su derrota así como que ese descontento se canalizara en las décadas siguientes hacia una política cada vez más abierta de restauración capitalista.
También ese pronóstico se encontraba en La revolución traicionada. La estabilización de la URSS a largo plazo era imposible, dejando lugar a dos hipótesis: o bien tendría lugar una nueva revolución que suprimiese la burocracia; o bien ésta avanzaría en la restauración capitalista y se transformaría en una nueva burguesía, como vimos décadas más tarde. Algo que no ocurrió sin la resistencia de la clase obrera soviética, tal como se puede intuir a partir de esa película.
Ficha técnica:
Título original: Dorogie tovarishchi!
Año: 2020
Estreno en salas españolas: julio 2021
Duración: 120 min.
País: Rusia
Dirección: Andrei Konchalovsky
Guion: Elena Kiseleva, Andrei Konchalovsky
Fotografía: Andrey Naidenov
Reparto: Yuliya Vysotskaya, Vladislav Komarov, Alexander Maskelyne, Andrei Gusev, Yulia Burova, Sergei Erlish
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