Con falsedades e inexactitudes, el titular de Ambiente no solo no cuestionó el acuerdo porcino repudiado a nivel nacional: lo defendió con la excusa de atraer dólares.
Valeria Foglia @valeriafgl
Martes 6 de octubre de 2020 16:02
En el marco de una entrevista por los incendios que azotan el país, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible hizo nuevas declaraciones sobre el memorándum de entendimiento que el Gobierno que integra está negociando desde marzo con China, postergado a fines de agosto tras una serie de movilizaciones de repudio a causa de su potencial pandémico, acusaciones de maltrato animal y contaminación ambiental. Intentó “aclarar” varios aspectos y terminó como “abogado defensor” del plan porcino.
“El acuerdo está suspendido”, mintió el ministro en una entrevista con Crónica TV el sábado 2 de octubre. Lo que se suspendió es la firma, no el acuerdo (y mucho menos las negociaciones). “Hasta noviembre no va a haber novedades porque ambas partes decidieron que quede suspendido por algunas cuestiones que… en China… No sabría decir, porque es un tema que el punto focal está en cabeza de Cancillería”, sumó, para añadir más humo al ambiente ya espeso en su cartera. En efecto, el acuerdo se impulsa desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto que lidera Felipe Solá, y del “equipo técnico” por parte del Gobierno argentino también participan Agricultura, Ganadería y Pesca y Desarrollo Productivo. A diferencia de lo que afirmó Cabandié, Ambiente no formó parte del mismo, según resulta del informe entregado por Cancillería a los diputados Nicolás del Caño y Myriam Bregman en agosto pasado.
Cabandié, “abogado” del acuerdo porcino: del ministro planta al ministro humo https://t.co/TFp2E35Chd#BastaDeFalsasSoluciones #NoAlAcuerdoConChina https://t.co/8MX889nDiO
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Cabandié explicó que “no sabría decir” demasiado sobre el repudiado acuerdo porcino, aunque a la vez aseguró que “el Ministerio de Ambiente estuvo en el análisis de los aspectos vinculados a cuidar temas ambientales y sanitarios en el proyecto”, sobre el cual al parecer no habría objeciones desde su decorativa cartera, cuyo rol es tan superfluo como en los tiempos de Bergman, el ministro planta. Sin mencionar objeciones al proyecto, Cabandié machacó con la idea de que Argentina tiene que “asumir vencimientos de deuda” y obtener divisas. “Lo productivo tiene que ser sostenible”, expresó, con el foco puesto en garantizar suculentos negocios a los ganaderos y contentar a los especuladores.
Ante la incisiva repregunta de los periodistas Rosario Grimaldi y Mauricio López, Cabandié debió responder qué opina desde la perspectiva que le compete: las consecuencias ambientales que la instalación de decenas de megagranjas industriales de cerdos podría conllevar. “Se habla de millones de porcinos, con todos los desechos que eso implica. El tratamiento de eso, los olores… Y lo que decía mi compañera: la posibilidad de una nueva pandemia”, insistió López, indagando sobre qué posición tiene su ministerio. “Las pestes porcinas que ha habido no son del grupo de las zoonóticas, no pasan a los humanos”, se apuró a decir Cabandié. “Hay que tener prevista la situación de las excretas de los cerdos”, reconoció, y añadió que una forma de resolverlo sería con biodigestores que transformen la biomasa en biogás. ¿La otra? "Evitar" el hacinamiento.
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Flojo de papeles
“Hay que aclarar que actualmente nuestro país tiene 700 000 cabezas de ganado porcino (sic). De prosperar el acuerdo de China, aumentaría en 200 000 más”, defendió Cabandié, errándole groseramente a los datos. En verdad, a marzo de 2018 se registraba un total de 5,4 millones de cabezas, un 5 % más que en 2017, según datos de Hacienda de la administración Macri. Argentina actualmente produce casi 700 000 toneladas de carne porcina (un 250 % más con respecto al 2009). Con la triplicación del “stock de madres”, Argentina exportó cerca de 20 000 toneladas en 2019, mucho menos de lo que se propone ahora.
En la zona centro del país hay 3.855 establecimientos comerciales con un stock de 350 000 madres, y 600 000 madres en producciones de traspatio. El acuerdo que negocia Cancillería con el Gobierno chino implica “generar la capacidad” para la producción de 900 000 toneladas en cuatro años, sumándose “300 000 madres: 60 000 el primer año y 80 000 los tres restantes”, según informó la propia cartera de Solá a requerimiento Bregman y Del Caño.
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El ¿dilema? del ministro
Cabandié se queja de los incendios y responsabiliza al agronegocio, pero integra un Gobierno que premia con planes de estímulo y rebajas de retenciones a los sojeros. Le toca defender sin muchas luces el ambicioso proyecto por el cual se instalarían decenas de granjas industriales con al menos cien hectáreas, en zonas con capacidad para sembrar cerca de 12 000 hectáreas de maíz y 5000 de soja y que puedan proveer un millón y medio de litros de agua por día. Todo para que China pueda tercerizar los riesgos ambientales y sanitarios del hacinamiento porcino para su consumo interno.
“Ministro, ¿por qué cree que todas las organizaciones ambientalistas están en contra?”, le consultaron. “He hablado con algunas que están en contra. Otras ONG y asociaciones no tienen el tema en su agenda principal…”. En efecto, es notorio el abandono del rechazo al “Basta de falsas soluciones” por parte de agrupaciones de jóvenes que suelen frecuentar despachos y Zoom con funcionarios del Gobierno nacional. Pero dicho abandono obedece más a una cercanía con el Frente de Todos que al hecho de que el plan porcino no sea una amenaza para la salud del ambiente y las personas.
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