La tercera y más ambiciosa película de la realizadora libanesa de calado femenino y feminista, Nadine Labaki.
La tercera y más ambiciosa película de la realizadora libanesa de calado femenino y feminista, Nadine Labaki, es un incómodo y a la vez bello e hipnótico retrato social a través de diferentes senderos vitales focalizados en la mirada de Zain, un preadolescente.
En el filme, rodado en Líbano, Zaín nos conduce a través de las calles, el interior de las casas y los mercados y lugares de ocio y negocio de zonas empobrecidas de una ciudad sin nombre, sacudida por el hambre, la lucha por la supervivencia y un régimen patriarcal, militarista, invadido y basado en el gobierno de los poderosos.
Un filme de inusitada belleza plástica, sacando poesía hasta de los rincones más sórdidos, que retrata con una mezcla de ironía y realismo, Zain (Zain Al Rafeea) nos acerca a una historia de claras raíces autobiográficas con una mirada lúcida, una interpretación colosal y un enfoque lleno de humor, inteligencia, poesía y arrebatos de desesperación y negrura.
Un adolescente embarcado en una personal cruzada contra el régimen patriarcal allí instituido y por una supervivencia a toda costa en medio de los meandros de los intereses, la desestructuración social, la codicia, las mafias y el mercado negro.
“Cafarnaúm” no es una película política, pero si un contundente fresco social sobre algunas de las zonas más maltratadas del planeta por el cruce de intereses y el inmovilismo en algunos de los aspectos vitales que atraviesan a los personajes, que se entrelazan abordando temas como los matrimonios forzosos, la inmigración ilegal, el tráfico de personas, la niñez, la familia como infierno y tabla de salvación, las relaciones humanas en tiempos de desamparo y las necesidades vitales en peligro.
Labaki apunta más alto que en las también hermosas y líricas “Caramel” y “¿Ahora adónde vamos”?, decantándose en esta ocasión por un complejo -a la vez hermoso y estremecedor- tapiz sobre la iniciación a la vida de un muchacho inteligente y arrojado en contra de un sistema que se desvela cada vez más injusto, férreo y carente de esperanzas para los más jóvenes.
Lleno de grandes ideas visuales, que mezclan el minimalismo, el refinamiento y el brutal perfil humano, “Cafarnaúm” deja un sabor agridulce por la fuerza con la que los poderes establecidos se imponen sobre las miradas lúcidas, las causas justas y las luchas coherentes, imponiendo con violencia, soterrada o evidente, su totalitarismo hacia los más débiles frente a un sistema marcado por la pobreza, el fanatismo y la lucha enconada por la libertad con mayúsculas.
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