El jueves primero de septiembre se estrenó en ochenta y siete cines del país la última película de Woody Allen, protagonizado por Jesse Eisenberg y Kristen Stewart.
Miércoles 7 de septiembre de 2016
Desde 1966 este controversial, fructífero y galardonado director de cine nos tiene ´mal acostumbrados´ a recibir una vez por año sus estrenos, siendo este su film número 46.
Necesariamente dicha trayectoria reconocida internacionalmente nos lleva a esperar cada vez más del pequeño judío esquizofrénico amante del jazz. Esta ocasión nos vuelve a sorprender alejándose, aunque no por completo, de su musa inspiradora: Nueva York.
Café Society transcurre mayormente en la ciudad de Los Ángeles y se encuentra ambientada en los años 30 llevándonos una vez más a un escenario “de época”, que nos recuerda y obliga a comparar con la magnífica Medianoche en París, ante la cual, este último estreno no llega a estar a la altura. Lo mejor de sus películas sin duda siguen siendo los guiones encarnados en personajes que con enredos amorosos e inteligentes diálogos hacen reír a sala llena, donde este film no es la excepción.
Un joven neoyorquino de familia judía (Jesse Eisenberg) que es algo tímido pero persigue el sueño de ser alguien importante en la vida viaja en busca de un tío exitoso (Steve Carrel) en Los Ángeles; cuna del éxito y las marquesinas hollywoodenses en aquellos años. Allí su tío le presentara a una muchacha (Kristen Stewart) que lo hará conocer la ciudad, el amor, el engaño y desafortunadamente los problemas familiares.
La elocuencia y el humor de Woody Allen no se apagaron, pero en este film quizás podemos encontrar momentos demasiado cliché o que en parte parecieran plasmar homenajes a su propia historia con marca personal en la cinematografía. El ejemplo a esto son los papeles de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart ante lo cual Allen confesó: “Si hubiese filmado ‘Café Society’ años atrás, yo hubiera interpretado el personaje que tuvo Jesse (Eisenberg)”, y nosotros agregamos que Stewart podría cerrar la fórmula rememorando a la emblemática compañera que supo ser Diane Keaton.
Sin dudas es una película que vale la pena ver, aunque no sea de sus mejores producciones. Siempre es interesante meterse en una sala para escuchar a Woody relatar con una voz en off las historias bien pensadas para un público incansable, que también se hace presente para deleitarse con las bandas sonoras que en sus puestas en escena prácticamente no suelen defraudar.