Queremos trabajar, pero con una función social, no para el lucro capitalista. ¿Los call center de servicios que no son esenciales, no podrían ponerse al servicio de los números de emergencia por casos de Coronavirus y hospitales para que las líneas no colapsen y todos puedan ser atendidos?
Miércoles 22 de abril de 2020
Mi nombre es Paula, hace 3 años trabajo para una empresa de seguros para el hogar, cartera y accidentes personales. Siempre me resultó contradictorio vender seguros porque sé que son empresas engañosas que se aprovechan de la gente, pero la mayoría de pibes y pibas entre los 19 y 29 años estamos condenados a tomarlo no por decisión sino por necesidad. Explíqueme, ¿cómo se hace para vender un seguro a alguien que como yo, no sabe cómo sobrevivir a la cuarentena? ¿Cómo se hace para venderle a un jubilado que son los más expuestos en esta pandemia? ¿Con qué cara vendo algo que solo restará plata, cuando hoy en día contamos cada peso para la comida? Llena de impotencia ser una voz fría detrás del teléfono apuntando a vender algo que nadie necesita.
Ante cada llamado, la respuesta es la misma: “ No puedo, no estoy trabajando”, “estoy cobrando la mitad”, “me despidieron” y nos duele usar las famosas frases absurdas: “¿por qué motivo no le interesa?”, “piense que esto es un beneficio”. De las que estamos en el call, muchas son madres solteras, o como es mi caso, abruptamente nos hemos convertido en “sostenes de hogar” porque nuestros hermanos o amigos con quienes convivimos han sido despedidos o les recortaron el sueldo. Hacemos teletrabajo pero tenemos la misma o más presión desde nuestras casas. Todo por un sueldo de $15.000, mientras los jefes que recaudan entre setenta y ochenta mil pesos diarios, nos exigen desde el chat: “hay que rebatir”, “tardaste mucho en esa venta”, “tenes que volver más rápido del baño”, “no salió la venta porque le hablaste mal”. Incluso si baja la intensidad de nuestro tono de voz nos llaman la atención.
Queremos trabajar pero con una función social, no para el lucro capitalista. Por este motivo, los call centers ¿no deberían ponerse al servicio de la atención telefónica de números de emergencias por casos sospechosos de Covid 19 como son el 107 en CABA o el 148 en la provincia de Buenos Aires y se coordinen con los hospitales para que las líneas no se colapsen? ¿No podría ser una buena forma para que cada persona pueda ser atendida, incluso para que sirvan como atención a personas mayores de 70 años que no les permiten salir de sus casas? Esto se podría realizar rápidamente mediante capacitaciones pertinentes, no como hace el Ministerio de Hacienda, imponiendo a sus trabajadores a cumplir esa tarea improvisadamente, sin ninguna preparación, y precarizando aún más.
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De la misma forma en que nos hacen vender seguros que no son esenciales hay fabricas alimenticias como Mondelez o Felfort que en lugar de producir para paliar el hambre que aumenta en el Gran Buenos Aires, producen chocolates y bombones y acumulan millones mientras los trabajadores se exponen al contagio. A los dueños de las empresas no les importamos. Jeff Bezos, dueño de Amazon, el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en 116.000 millones de dólares o Paolo Rocca, dueño de Techint, con un patrimonio de USD 8 mil millones de dólares se nos ríen en la cara mientras nosotros pagamos una crisis sanitaria, social y económica que están descargando sobre nuestras espaldas con rebajas salariales, suspensiones y despidos. Lo que está en juego es quien paga la crisis.
Desde el Frente de Izquierda se ha presentado un proyecto para que sean las quince mil personas más ricas del país (muchos que de los que generan necesidades falsas) quienes a partir de un impuesto extraordinario a sus fortunas garanticen un salario de cuarentena de $30.000 para quienes no tienen licencias pagas y comprar insumos necesarios. No podemos naturalizar que el presidente plantee que “prefiere 10% más de pobres”.
Juventud rebelde o precarizada
Alrededor del mundo la juventud empieza a tejer lazos de solidaridad y organización, como son los trabajadores de Telepizza en España, los que se manifiestan contra las malas condiciones de salud e higiene de McDonalds de Marsella en Francia, que tomaron el local y repartieron la comida a barrios populares, en nuestro país los pibes y pibas de McDonald’s, Burger King, Mostaza, entre otros, que denunciaron a la empresa en el Instagram de Nicolás Del Caño que los dejó sin salario en plena cuarenta, de Rappi, Globo, Pedidos Ya, quienes vienen peleando contra las malas condiciones de trabajo en negro y sin ninguna sindicalización, o también de callcenters como Provincia Net que se vienen organizando contra la precarización y por aumento salarial. Todas estas experiencias frente a un sistema capitalista que nada nos ofrece y que solo genera más miseria, nos enseña dos caminos.
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Tenemos que tomar ejemplos como lo son la gráfica bajo control obrero, Madygraf que junto con estudiantes están produciendo alcohol en gel y mascarillas protectoras para donar a hospitales, o de los trabajadores del Astillero Río Santiago que están preparando camas de internación. Esto es muestra de que los trabajadores junto con los sectores populares y estudiantes son los que realmente están dando una salida frente a la crisis sanitaria, pero tenemos que organizarnos para que esta vez la crisis la paguen los empresarios.