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CONFERENCIA NACIONAL DEL PTS HACIA EL XVII CONGRESO. Cambiar la militancia para preparar una respuesta revolucionaria al saqueo capitalista

El 8 y 9 de diciembre realizamos la tercera Conferencia Nacional del PTS, preparatoria del XVII Congreso partidario, que se realizará en abril del 2019. Aquí una síntesis de las discusiones sobre las tareas y la orientación para la próxima etapa.

Sábado 22 de diciembre de 2018 19:17

El 8 y 9 de diciembre realizamos la tercera Conferencia Nacional del PTS preparatoria del XVII Congreso partidario, que se realizará en abril del 2019. Venimos de reunir, durante este año, una Conferencia de Organización (9 y 10 de junio) y una Conferencia Programática (28 y 29 de julio). Las tres conferencias funcionaron con delegados/as elegidos/as por los equipos de militantes plenos y aspirantes (militantes nuevos), junto con el Comité Central votado en el último Congreso (abril 2017). Editamos 11 boletines internos de debate con más de un centenar de textos escritos por militantes con críticas, aportes y polémicas respecto a los documentos presentados para cada Conferencia. Como se ve, atravesamos mucho debate interno, que hace a la formación teórico-política, sobre variados temas, a la vez que fuimos parte de las luchas de la clase trabajadora, el movimiento de mujeres y estudiantil, peleando a su vez en el Congreso y las Legislaturas con nuestras diputadas y diputados.

En la última Conferencia, los temas fueron la situación internacional y nacional (que desarrollamos en nota aparte), y cuáles son nuestros desafíos como organización de cara a la etapa que se abre en la “Argentina del FMI”. La preocupación central que recorrió la Conferencia es la misma que le planteamos a toda la izquierda y a las luchadoras y a los luchadores ¿Seremos capaces de construir un gran partido de la izquierda revolucionaria y socialista que se proponga revolucionar las organizaciones de la clase trabajadora y la juventud para ponerlas al servicio de imponer nuestra propia salida?

La Conferencia completa fue transmitida por sistema cerrado de video para toda la militancia.

El desafío del PTS a la luz de la historia del trotskismo

En el documento de convocatoria a la Conferencia partíamos de una reflexión de “largo plazo”:

“En la historia del movimiento trotskista, han existido varias organizaciones que llegaron a reunir algunos miles de militantes, pero en todos los casos fracasaron en responder de forma revolucionaria a los procesos que les tocaron vivir y no pudieron así resolver la difícil transición hacia conquistar influencia en sectores de las masas, es decir, hacia convertirse en verdaderos partidos leninistas. Como está resumido en el artículo “En los límites de la ‘restauración burguesa’” (Parte II: “El legado de Trotsky y la Cuarta Internacional”), esto implica encontrar las respuestas teóricas, políticas, estratégicas y tácticas a la realidad de la lucha de clases de cada país y a nivel internacional, que guíen la acción y la construcción de partido. Ninguna de las corrientes del trotskismo de posguerra logró evitar respuestas centristas a los graves problemas políticos que enfrentaron, y así las que lograron cierto desarrollo (el WRP de Gerry Healy en Gran Bretaña o la LCR en Francia) no pudieron encontrar una relación honesta y revolucionaria entre la vanguardia y el movimiento de masas.

Si analizamos brevemente las corrientes trotskistas argentinas, la etapa que se inicia en el ’69 encontró al PST con cierto desarrollo, con la debilidad relativa producto de haberse adaptado a las corrientes guerrilleristas, en particular la de Santucho con quienes habían conformado el PRT entre el ’65 y el ‘68, cuando se dividen en “PRT-El Combatiente”, que luego dará origen al PRT-ERP, y al “PRT-La Verdad” que luego dará origen al PST. El PRT-ERP adoptó una estrategia abiertamente guerrillerista poniendo en el centro la lucha armada a partir de la fundación del ERP (1970), lo cual significó una catástrofe para miles de heroicos combatientes provenientes de la vanguardia obrera y del movimiento estudiantil que hubieran sido fundamentales para la construcción, al calor del proceso de los ’70, de un verdadero partido revolucionario. El PST puso su centro en las luchas obreras y estudiantiles, y el enfrentamiento político al gobierno de Perón, presentándose de forma independiente a las elecciones del ’73, pero llegó debilitado al comienzo del proceso por la adaptación previa al eclecticismo de Santucho y las consecuencias de la ruptura (por ejemplo, quedaron sin militancia en Córdoba, un año antes del Cordobazo). El PO era una corriente mucho más débil y testimonial. No queremos aquí hacer toda la historia, que está ampliamente desarrollada en “Insurgencia Obrera” (el libro de Ruth Werner y Facundo Aguirre), sino fundamentalmente señalar que, si bien cometieron errores políticos importantes en dicho período que los ubican como una corriente centrista (ceder a las corrientes democrático-burguesas y no luchar consecuentemente por la autoorganización obrera, incluyendo las milicias obreras para enfrentar a la Triple A), de conjunto el morenismo fue más de izquierda en esos años que en las conclusiones teóricas y prácticas en que se basaron a partir de los ’80” .

Nuestro balance crítico del fracaso del “viejo” MAS, partido del cual provenimos los fundadores del PTS, está resumido en el artículo “La crisis del Movimiento al Socialismo, lecciones para el presente” de Matías Maiello. El PO no fue una alternativa: haciendo honor a su origen en la tendencia fundada por el francés Pierre Lambert, se mantuvo como una corriente más “ortodoxa” en el discurso pero oportunista en su práctica política, desde acuerdos con caudillos del interior (alianza con un candidato burgués como Parajón en Tucumán) en los ’90 y participación en el Foro de Sao Paulo (con Lula, Fidel Castro, Daniel Ortega, etc.) hasta la adaptación a la asistencia social del estado vía colaterales piqueteras desde el 2000. Por esto comparten con el morenismo el increíble “récord” (para una corriente que se dice revolucionaria) de no haber hecho ningún tipo de balance del ascenso revolucionario más importante de las últimas décadas (’69-’76).

Pero lejos de todo conformismo o autoproclamación, planteamos:

“Nuestro lugar en la historia del trotskismo será definido por si logramos evitar ser un avatar más de una larga historia de fracasos, impotencia y adaptación de aquellas organizaciones que llegaron a reunir miles de militantes y lograron presencia política en cada país, pero fueron incapaces de encontrar un camino revolucionario a las masas. Para llegar en condiciones de conquistar influencia en franjas de las masas al calor de las grandes batallas de clases que vendrán, no se trata sólo de acertar en la línea política cuando estos hechos ocurran, sino de también definir y realizar correctamente las tareas preparatorias necesarias (en todos los niveles) antes que esos acontecimientos estallen. Estas tareas consisten en formular correctamente la teoría revolucionaria que actúe como “guía para la acción”, es decir, que permita definir el programa, la estrategia y las tácticas, y conquistar dirigentes y cuadros leninistas entrenados en su aplicación (en la medida que lo permita la lucha de clases directa y la lucha política más general contra el gobierno, el régimen y los partidos patronales -también en la superestructura). Estos cuadros, para actuar como tales, no pueden ser gente “suelta” (como ocurre en los partidos organizados territorialmente para las elecciones) sino enraizados con corrientes militantes e influencia en el movimiento obrero (en los sindicatos y comisiones internas) y estudiantil” .

Cómo enfrentar las tendencias de los “movimientos” (sindical, de las mujeres o estudiantil) a la adaptación al régimen

Para hacer más concretas las “tareas preparatorias”, la Conferencia debatió las fuertes presiones a la adaptación al régimen en los “movimientos” que se desarrollan en la realidad:

a) Las luchas de la clase trabajadora, algunas relativamente potentes pero esporádicas (sobre todo las jornadas del 14 y 18 de diciembre del 2017 contra la Reforma Previsional y el más importante conflicto de fábrica que fue el del Astillero Río Santiago), además de los conflictos del Posadas, Turbio, INTI, diversos sectores estatales y empresas contra despidos, como el de SIAM (que logró 7 reincorporaciones), paros por paritarias como en bancarios, docentes (universitarios y de enseñanza primaria y secundaria), etc., fueron procesos que no lograron romper la dinámica de tregua de la dirección de la CGT, de la que fueron cómplices las direcciones k, aunque destacaron sectores que hicieron la experiencia con ellas y se acercaron a las corrientes de izquierda que intervenimos en dichas luchas y procesos. Nuevas crisis y procesos de lucha pueden profundizar esta experiencia y el desarrollo de sectores antiburocráticos, combativos y clasistas, como se propone el Movimiento de Agrupaciones Clasistas.

b) La “marea verde” que tuvo como motor fundamentalmente a “las pibas” (o “hijas”, estudiantes secundarias) y se amplió hacia estudiantes universitarias, trabajadoras (docentes, estatales) y mujeres en general, junto con muchos varones, enfrentando a las iglesias y su reacción celeste, luego de la derrota en el Senado frenó su desarrollo. Con posterioridad a la Conferencia, se vio canalizada en el movimiento contra la violencia machista que desató la denuncia de Thelma Fardín, sobre la que se han montado tendencias a transformar el “punitivismo” (“dormir con un abogado en la almohada”) y el “escrache” en estrategias tendientes a la “lucha de géneros” contrapuesta a lucha “de clases”. A condición de una dura disputa contra estas tendencias, existen miles y miles de mujeres estudiantes y trabajadoras, así como varones que fueron parte de este proceso, que hicieron una experiencia de lucha contra el Senado, la Iglesia y los partidos del régimen, que pueden “empoderarse” en el desarrollo de un feminismo de la clase trabajadora y socialista que construye la agrupación Pan y Rosas.

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c) El corto renacer estudiantil universitario, que se extendió a nivel nacional, junto con otros conflictos puntuales como el de terciarios de CABA o los técnicos de PBA, no llegaron a constituir un movimiento estudiantil que “pateara el tablero” de los centros burocráticos. Sin embargo, hubo centenares de estudiantes que hicieron la experiencia con la claudicación de la direcciones kirchneristas de los sindicatos docentes y del movimiento estudiantil, así como la inconsecuencia de las corrientes de izquierda. Allí está la base para extender el desarrollo de corrientes estudiantiles que busquen unirse con los sectores clasistas de la clase trabajadora, defiendan el marxismo contra todas las ideologías que sólo buscan reformar el capitalismo y se propongan revolucionar los centros de estudiantes. Esta es la batalla que impulsan la red de agrupaciones universitarias En Clave Roja, No Pasarán en secundarios y la “9 de Abril” en terciarios, integradas por la Juventud del PTS e independientes.

Al carácter limitado de cada proceso aportó la política de las direcciones burocráticas, en especial las k, enemigos de cualquier tendencia a la espontaneidad y a la lucha “desde abajo” porque toda su estrategia “desde arriba” es evitar que se abra una situación revolucionaria apostando a que el peronismo en alguna de sus variantes vuelva al Gobierno a gestionar el decadente capitalismo argentino sin romper con el FMI.

El carácter parcial de los movimientos hizo que, a nivel de masas, termine por ahora primando la rutina en los sindicatos y los centros de estudiantes, imponiéndose los ritmos y el contenido conservador del régimen (defensivo de “mantener lo que se pueda” en el movimiento obrero, presión para recibirse y “defender la educación pública” tal cual es en el movimiento estudiantil), reduciendo toda estrategia de cambio de conjunto a las elecciones del 2019. Y en el plano de nuestra propia organización, dimos batallas en común y nos ganamos el respeto de miles de compañeros y compañeras por nuestra consecuencia y determinación en las luchas y en la defensa de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, enfrentando a las distintas burocracias, lo que llevó a que centenares de compañeros y compañeras estén avanzando en integrarse a la militancia revolucionaria en el PTS. Sin embargo, por la situación de conjunto donde, pese a la bronca generalizada, todo el régimen impuso la perspectiva de “derrotar a Macri en las elecciones” con su consecuente pasividad (que puede verse alterada por nuevos saltos en la crisis, ataques del gobierno o las patronales por fuera de la relación de fuerzas, etc.) y la nefasta ilusión de que es posible una renegociación con el FMI que impida el saqueo (como promete el kirchnerismo y el conjunto de la oposición peronista), no es tarea fácil convencer de la militancia partidaria. En la Conferencia profundizamos los fundamentos (expresados en el artículo referido a la situación internacional y nacional) para debatir con compañeros y compañeras que creen que nuestro programa es “demasiado máximo” subestimando la profundidad de la crisis y la brutalidad del plan que impulsa el FMI (con o sin “renegociación”, como muestran todos los países que debieron enfrentar acuerdos similares) y con las y los que dicen acordar con nuestra perspectiva pero su desacuerdo real se expresa en que no quieren dedicar tiempo a la militancia. La construcción de la organización partidaria es así “contra la corriente”, lo contrario de lo que ocurre cuando hay lucha de clases aguda. Sin embargo, cuando esta llegue, si no concretamos previamente una gran acumulación y extensión partidaria, será mucho más difícil poner en pie una organización revolucionaria con cuadros, dirigentes y corrientes en las organizaciones de masas que pueda movilizar las fuerzas suficientes para proponernos vencer.

Ser parte de los procesos que se vienen dando adaptándose a sus límites lleva a la degradación del carácter revolucionario de nuestra militancia. Es lo contrario de dar pasos en “revolucionar los sindicatos y centros de estudiantes” (lo cual significa no sólo romper su rutina burocrática y vaciada de participación sino también generar instancias de coordinación que tiendan a crear organizaciones en la perspectiva de los históricos “consejos” o “soviets”) y prepararnos para actuar “a la altura de las circunstancias” frente a los grandes combates que anticipa el “saqueo” que están llevando adelante las clases dominantes.

El gran debate de la Conferencia fue definir que hay dos planos inseparables en los que tenemos que responder: por un lado, plantear iniciativas políticas (con programa y tácticas para llevarlo adelante) frente a cada proceso, incluyendo las críticas, incluso teóricas, a las tendencias a la integración al régimen de cada movimiento, aprovechando también las campañas electorales que vendrán en 2019 a nivel nacional y en cada provincia para llegar con nuestro programa y perspectiva a millones; por otro lado, desarrollar una militancia en común (“cruzada”) que permita que los sectores más dinámicos (provenientes de la juventud combativa y del ala izquierda del movimiento de mujeres) impacten, alienten y a su vez aprendan de los sectores obreros de más experiencia y tradición, que están viviendo una situación por ahora profundamente conservadora. En todos los sectores donde actuamos se trata de combatir el “corporativismo” de tener como único fin la defensa de las demandas de cada “movimiento” (sindical, de la mujer, estudiantil), tarea por demás utópica en los marcos del ataque de conjunto que estamos viviendo.

Definimos que las presiones que enfrentamos son muy fuertes, ya que se apoyan en tendencias históricas e internacionales.

Como recordaron varios delegados en la Conferencia y señalamos en la carta antes citada, en el caso del movimiento sindical, ya Lenin definía hace más de 100 años que la política meramente “sindical”, que se limita a buscar mejorar las condiciones de explotación pero no abolirlas, es “burguesa” y no conduce automáticamente a una conciencia socialista. Por el contrario, termina siendo funcional a que la decadencia capitalista prepare nuevas catástrofes para la humanidad, como son las crisis y las guerras. Por lo tanto, planteaba que los militantes de un partido socialista y revolucionario debían actuar como “tribunos populares” levantando un programa de conjunto, que tome las demandas de todos de los oprimidos (no sólo los trabajadores) como parte de lo que hoy llamamos “política hegemónica”, revolucionaria y socialista.

Las distintas alas del “sindicalismo”, que tiene mucho peso en nuestro país (considerado como uno de los de mayor nivel de sindicalización del mundo, alcanzando un 36 % de los trabajadores registrados, aunque si se consideran los no registrados –“en negro”- baja al 28 %), hoy tienen su expresión política en la estrategia que comparten el kirchnerismo, Massa y los gobernadores de “unir toda la oposición para sacar a Macri” en las elecciones presidenciales.

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El debate en la Conferencia (y con posterioridad a ella) surgió porque había compañeros que consideraban que, hasta tanto el movimiento obrero no rompa su pasividad y desate procesos más generalizados de lucha, no podíamos proponernos crear “fuerzas materiales” (de trabajadores, mujeres y jóvenes) que den pasos en “revolucionar” los sindicatos y centros de estudiantes, así como nuestra propia organización partidaria. Polemizamos con este planteo señalando que, si bien cambiar de raíz los sindicatos y los centros de estudiantes depende de que surjan sectores de los propios trabajadores y estudiantes que se lo propongan junto a nuestra organización, lo que sí podemos hacer desde ahora es reunir en las luchas, en actividades comunes y dentro de la propia organización partidaria, a sectores de trabajadores, mujeres y jóvenes, fomentando la influencia mutua, el aprendizaje revolucionario y el espíritu de lucha común. Hacer esto seriamente y hasta el final, ya es “revolucionario”.

En el caso del movimiento de mujeres, se planteó en la Conferencia el ejemplo de que, mientras estaba desarrollándose la movilización de más de 10 mil mujeres repudiando la absolución de los acusados por el femicidio de Lucía Pérez (de Tribunales a Plaza de Mayo), en Constitución la Policía desplegó un enorme operativo para impedir el paso de una marcha de organizaciones piqueteras, en su mayoría mujeres. Autocríticamente, señalamos que hubiera sido una iniciativa necesaria impulsar que todas las mujeres que quisieran de la primera marcha se dirigieran a Constitución para repudiar el accionar policial y apoyar a las mujeres desocupadas o cooperativistas. Esto hubiera hecho muy difícil al Gobierno sostener el operativo represivo. Se hubiera conquistado un ejemplo de unidad que las organizaciones feministas “populistas”, “radicales” e incluso de la izquierda, nunca impulsan, ayudando a que el movimiento de mujeres quede limitado a luchar por demandas parciales y no se desarrolle en una perspectiva de unidad con la clase obrera de enfrentamiento al estado y al sistema capitalista, única forma de comenzar a debilitar en serio el patriarcado y tender a liquidarlo.

Como ejemplo por la positiva, producto de los debates en la Conferencia, el corte del acceso al Puente Pueyrredón por la reincorporación de las trabajadoras y trabajadores de SIAM del 20/12, reunió a las comisiones de mujeres de esa fábrica con las de Coca Cola, de MadyGraf (ex Donnelley), del Hospital Posadas, estatales, docentes y estudiantes. Una gran bandera decía: “SIAM: mira cómo nos ponemos si nos despiden y nos discriminan”.

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El PTS cuenta con una tradición no sólo teórico-programática sino de práctica en la lucha de clases donde demostramos ser audaces, decididos y perseverantes en cada punto de nuestro programa: defendiendo a contratados y tercerizados (en el ARS en los ’90, IVECO, ferroviarios, Subte, telefónicos, aeronáuticos, Kraft, Casino, FATE, petroleros, aguas gaseosas, etc.); no cediendo a las presiones de la burocracia sindical y las patronales para entregar conquistas obreras o puestos de trabajo (ex Jabón Federal, Mafissa, Kraft, Subte, Lear, Pepsico) siendo protagonistas centrales de las luchas obreras reprimidas por los gobiernos k; sosteniendo una fábrica como Zanon bajo gestión obrera desde hace 17 años, pese al aislamiento económico y las presiones claudicantes de los “independientes”, y 4 años de gestión obrera en la ex Donnelley, enfrentando un mercado gráfico en crisis; impulsando la autoorganización del movimiento estudiantil con un programa para unirlo con la clase trabajadora, contra el Gobierno del FMI, Macri y los gobernadores del PJ, contra las claudicaciones de las direcciones kirchneristas (docentes y estudiantiles) y la política conciliadora del PO con la Mella “cristinista”; luchando en el movimiento de mujeres contra las iglesias y por un feminismo socialista y de las trabajadoras y los trabajadores. Mostramos ser “los últimos en retirarnos del campo de batalla” en cada pelea. Producto de esta tradición, contamos en nuestras filas con decenas de dirigentes obreros/as trotskistas que han sido protagonistas de estas gestas, siendo Raúl Godoy el más destacado, así como dirigentes estudiantiles y referentes del movimiento de mujeres, así como una militancia fogueada en estas batallas. Queremos revalorizar esta tradición siendo creativos a la hora de articular los distintos procesos que se den en cada ciudad o región, así como la construcción de nuestro partido.

Pero no se trata sólo de luchas: es necesario generar el espíritu de batalla y organización por una perspectiva revolucionaria en común entre trabajadores, trabajadoras y estudiantes aprovechando toda instancia que lo permita. No puede haber ninguna reunión de agrupación, comisión interna o centro de estudiantes, incluyendo las fiestas, campeonatos de fútbol o la actividad social o recreativa que sea, que no cuente con al menos delegaciones de otros sectores, para intercambiar opiniones (tanto críticas como aportes), experiencias y debatir objetivos políticos comunes que trasciendan las reivindicaciones parciales de cada lucha.

Estas instancias de intercambio también queremos que se expresen en la organización militante, con reuniones en común entre equipos de trabajadores/as de distintos gremios y estudiantiles, donde se propongan en común no sólo discusiones políticas o teóricas sino también actividades que permitan ganar nuevos compañeros y compañeras para la militancia. En la propia Conferencia hubo ejemplos de experiencias que se venían concretando en este sentido, donde las y los estudiantes mostraban que podían desarrollar críticas constructivas con el fin de conmover la rutina sindicalista, a la vez que aprender de la larga tradición de lucha que tiene cada equipo obrero del PTS. Se destacaron tanto estudiantes universitarios/as como, lo nuevo, compañeras y compañeros secundarios.

Este método de conjunto, que en la Conferencia se desarrolló sobre todo respecto al combate al sindicalismo, es el mismo que nos permite combatir las presiones a la adaptación al feminismo, al estudiantilismo o al electoralismo/parlamentarismo, de acuerdo con los procesos que nos toque vivir en cada momento.

Hipótesis estratégicas

La Conferencia discutió que, hacia el XVII Congreso, es muy importante buscar nuestra inserción en la juventud trabajadora, que es el sector más explotado de la clase trabajadora (más precarizado y con mayor desocupación) y donde pueden emerger nuevas fuerzas para “revolucionar” los sindicatos y demás organizaciones de masas, mientras que muchos sectores “en blanco” tienen fuertes presiones conservadoras por sus mejores salarios y condiciones de trabajo.

A su vez, cada regional del PTS debe estudiar que “hipótesis estratégica” puede desarrollar en el sentido de pensar eventuales escenarios más agudos de la lucha de clases y qué articulación entre la clase obrera y los demás sectores oprimidos podemos prever, ensayando políticas que tiendan a la unidad de las filas obreras (Frente Único Obrero) y a la alianza obrera y popular (hegemonía). Por ejemplo, la regional de La Plata, Berisso y Ensenada viene debatiendo el papel central que jugarán los obreros y obreras del Astillero en las futuras luchas de la región, por su tradición combativa de décadas y porque cuentan con una corriente orientada por el PTS que, aunque minoritaria, es una alternativa a la dirección de la Blanca, articulada con una fuerte presencia militante del PTS en la universidad, estatales y salud, con un creciente desarrollo en secundarios.

Aunque tienen un peso objetivo mucho menor en sus respectivas ciudades, tanto Zanon en Neuquén como Madygraf (ex Donnelley) en Pacheco-Escobar, apostamos a que mantengan y desarrollen su tradición de “bastiones obreros” que son punto de apoyo de cada sector antiburocrático y combativo.

El Subte en CABA, los ferroviarios en la Zona Sur y Oeste, las grandes líneas de colectivos, así como los aeronáuticos en Ezeiza o Aeroparque, son también sectores estratégicos que pueden jugar un gran papel en eventuales ascensos de luchas, y sobre los proponemos desarrollarnos junto con otros sectores de la clase obrera y el movimiento estudiantil. Reafirmamos el papel fundamental de “bisagra” entre la clase trabajadora, los sectores medios y las barriadas pobres que pueden jugar fuertes corrientes clasistas y revolucionarias en los sindicatos docentes.

Clubes obreros y nuevas camadas de militantes

Relacionado con lo anterior, la Conferencia resolvió dar impulso a clubes obreros durante el verano. En particular, una iniciativa muy importante de toda la regional Zona Norte del GBA es impulsar el club de MadyGraf, que ya cuenta con canchas de fútbol, vóley, pileta y quincho. La asamblea abierta con más de 700 compañeros y compañeras de dicha regional realizada el sábado 15/12, debatió las conclusiones de la Conferencia y decidió impulsar la afiliación al club para ayudar a que se transforme en un lugar de reagrupamiento de los trabajadores, las mujeres y la juventud de la región.

En todas las regionales del PTS viene siendo una de las prioridades la organización de una nueva camada de miles de compañeros y compañeras militantes, luego de los actos simultáneos que realizamos el 6 de octubre en Argentinos Juniors y en 6 ciudades del interior del país. Es una necesidad imperiosa, para llevar adelante el desafío que nos estamos proponiendo, multiplicar la fuerza militante estructurada en lugares de trabajo, estudio y barrios.

La Conferencia resolvió que la Campaña Financiera tenga el objetivo de lograr que aporten todos los compañeros y compañeras que cada equipo se propone organizar.

Luchas teórico-políticas

Tanto en los aportes de varios compañeros y compañeras (en los boletines internos) como en la propia Conferencia, insistimos en la importancia a la lucha ideológica, lo cual es tradición en el PTS, aunque los problemas que señalamos arriba en la militancia en los “movimientos” (en el marco de la crisis más general del marxismo a escala internacional) presionan por no desarrollar el estudio, debate y elaboración teórico-políticas. La publicación de los libros del Instituto del Pensamiento Socialista, así como la revista Ideas de Izquierda y el suplemento de los domingos de La Izquierda Diario, son producciones que están al servicio de este terreno de lucha. El último número impreso de Ideas de Izquierda, que acaba de salir, contiene importantes artículos muy útiles para las batallas que nos planteamos en la Conferencia.Insistimos en que es necesario la organización de cursos y seminarios pero que debe ir acompañado de una disposición consciente de las y los militantes a estudiar los textos clásicos así como las elaboraciones contemporáneas que pueden enriquecer nuestra visión de la realidad y de los procesos políticos en curso, sin por esto caer en el eclecticismo.

En la Conferencia se expresaron debates teóricos, que quedaron abiertos hacia el Congreso, sobre: a) aspectos de la “Teoría de la Reproducción Social” que sostienen algunas autoras marxistas feministas, varias de las cuales adhieren al llamado “feminismo del 99%”; b) un debate sobre el contenido histórico de la educación pública en Argentina y nuestro programa transicional frente a ella.

Aunque no lo desarrollaremos aquí, lo que sí acordamos es que nuestro criterio de crítica a las diversas corrientes ideológicas no puede limitarse a reconocimiento o no de la clase obrera como sujeto, sino a la necesidad de un programa y estrategia revolucionaria, en lucha contra las direcciones conciliadoras y reformistas, por lo cual es insoslayable la construcción de un partido revolucionario.