La salida de Mauricio Rojas de la cartera de Cultura implicó la aparición de una nueva cabecilla para el cargo, Consuelo Valdés Chadwick, quien fue jefa de Departamentos de Museos entre 1982 y 1988. Cambia el rostro, pero la ligazón con la dictadura se mantiene.
Martes 14 de agosto de 2018
Las afirmaciones realizadas por el historiador y político de la derecha, Manuel Rojas, contra el Museo de la Memoria, generaron un repudio generalizado contra la cultura negacionista y del olvido que la derecha intenta instalar sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos en dictadura.
A pesar de ser su propia cultura y defender el modelo heredado de la dictadura, el gobierno no podía darse el lujo de abrir un nuevo flanco que ayudara a que siguiera cayendo su aprobación en las encuestas.
No le quedó más que presentar la renuncia de Rojas y aceptarla, lo que le trajo coletazos con personeros de su propio bloque por ser una muestra de debilidad, la que empieza a ser cada vez más evidente con el “fin de la luna de miel” del gobierno. Quedando en una posición más defensiva sale a autoreafirmarse por medio de Cecilia Perez.
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Pero por más estrategia comunicacional del gobierno e intentos de mostrarse más “sociales y renovados”, con el objetivo de que no estalle la indignación en movilizaciones; no pueden evitar negar quienes son, una derecha profundamente ligada a la dictadura.
En remplazo a Mauricio Rojas, entra Consuelo Valdés Chadwick, quien no sólo tiene parentesco familiar con el ministro del Interior, Andrés Chaswick, sino que fue jefa de Departamentos de Museos en plena dictadura, en el mismo periodo que ocurría el caso degollados, el caso quemados y un montón de vejámenes contra quienes se manifestaban en contra del régimen. Esa es la verdadera cara de la derecha y sus personeros.
