A 41 años del golpe militar chileno dos altos Oficiales del Ejército retirados y un ex Fiscal militar fueron procesados por el asesinato de Víctor Jara.
Jueves 11 de septiembre de 2014
Gran poeta chileno de origen humilde se transformó en la voz de trabajadores y desposeídos.
Director de teatro e investigador de música folclórica, compartió escenarios con Violeta Parra, formó parte del grupo Cuncumén y fue director artístico del emblemático grupo musical Quilapayún.
Músico destacado de la Nueva Canción Chilena fue renombrado internacionalmente por sus canciones de protesta y la tan conocida Te recuerdo Amanda.
Sus letras inspiraron a toda una generación que luchó por cambiar una sociedad de opresión y explotación. De ideales comunistas, Jara fue un defensor activo del gobierno de Allende.
En 1973, el mismo día del golpe militar de Pinochet, fue llevado al Estadio Chile junto a 5 mil trabajadores, estudiantes, periodistas e intelectuales que fueron parte del proceso revolucionario que se vivió en ese país y que la dictadura, cómo en otros países de Latinoamérica, vino a poner fin dejando 3.200 muertos y desaparecidos y más de 38.000 detenidos y torturados según datos oficiales. Jara fue salvajemente golpeado y torturado, sus manos, instrumentos de su arte, hechas pedazos por los castigos.
Los militares se ensañaron con el cantautor que resistió hasta el final y en cautiverio escribió "Somos cinco mil" su último poema y testimonio de las atrocidades que vió cometer al fascismo en aquel estadio. Cinco días más tarde fue asesinado de 44 balazos.
A pesar de los nuevos procesamientos, no son pocos los responsables de la masacre, al igual que pasa en nuestro país, continúan en la impunidad.
Mientras los asesinos de Víctor Jara serán repudiados y pasarán al olvido, su poesía vivirá en las futuras generaciones.
Somos cinco mil
Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas (...)
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento...