Presentamos a continuación un análisis de la Circular de 1850, de Marx y Engels, como primer artículo de una serie centrada en los inicios de la Teoría de la Revolución Permanente. A pesar de los años que la separan de la formulación acabada de Trotsky o de la experiencia de la Comuna de París; a pesar incluso de los errores en las predicciones contenidas en la Circular respecto de una nueva ola revolucionaria, la revolución permanente en Marx contiene muchos de los fundamentos e ideas que se desarrollaron en el futuro. Las siguientes líneas buscan abordar estos puntos.
i) La Circular y las revoluciones del 48-49
La Circular de 1850 escrita por Marx y Engels, es un punto de partida obligado para todos los que busquen estudiar la Teoría de la Revolución Permanente. Allí plantearon por vez primera, “su” fórmula de la misma. Idea que venía desarrollando ya Marx en textos anteriores, desde la Sagrada Familia (1845) o el Ensayo sobre la cuestión Judía (1843), concepto tomado a su vez de la Revolución Francesa [1] que en la Circular del ’50 adquiere por primera vez una formulación coherente y articulada, como plan de batalla y ligada a un programa.
La denominada primavera de los pueblos corresponde a la primera etapa de los levantamientos europeos iniciados el 1848, donde el viejo continente se sacudió completo. Países como Italia, que venía de rebeliones populares por la unificación nacional desde 1830; Francia, donde abdica Luis Felipe dando paso a la Segunda República, o todo lo que más tarde sería Alemania, el centro de la reflexión de la Circular, convulsionaron hasta sus cimientos. En muchos de estos países si bien la burguesía no detentaba el poder político, sí era ya una pieza clave de las economías nacionales, en el marco de noblezas decadentes y reaccionarias. Las revoluciones del ’48 chocan contra la Europa neo-restauracionista, heredada del régimen de 1815, donde las potencias triunfantes sobre Napoleón acordaron las condiciones para extinguir las brasas de la gran revolución francesa y acabar con el símbolo del Emperador, usurpador de los tronos de Europa.
La tarea histórica de estas revoluciones “prematuras” (o “a medias” como les diría Trotsky) era la liquidación de los regímenes burocrático-feudales y la unificación o liberación nacional de los países oprimidos, todas tareas democrático-burguesas en sentido estricto. Pero al contrario del arquetipo de revolución burguesa de Francia en 1789, aquí la clase obrera ya aparece como un actor diferenciado de las otras capas y clases, al mismo tiempo, la burguesía comienza a mostrar sus rasgos reaccionarios incluso en sus propias tareas históricas. Una vez finalizada la primera etapa de estas revoluciones, la llamada primavera de los pueblos, el bloque revolucionario se partiría, Liberales de Demócratas, Radicales de Socialistas, y este fraccionamiento es clave, pues expresó la emergencia del proletariado por un lado, y su voluntad se seguir avanzando, por el otro. C. Clark, historiador Australiano, compilador y experto en las revoluciones del ’48, lo plantea de la siguiente manera: “Para los liberales la revolución fue un acontecimiento consumado cuyas consecuencias era necesario ahora estabilizar. Para los radicales parisinos, por el contrario, era un proceso que apenas había comenzado” [2]
Estas revoluciones fueron aplastadas, con la traición y colaboración de la burguesía liberal y la pequeña burguesía democrática. Aun así, toda la vieja Europa se estremeció con ellas, y el mayor de sus terrores fue, de hecho, el propio proletariado revolucionario. No obstante, al contrario de como lo veían Marx y Engels por aquel entonces, no solamente no triunfó la revolución en Alemania, sino que el capitalismo mismo ganó extraordinaria vitalidad en las décadas siguientes al 50. De hecho, la unificación de Alemania bajo la dirección de Bismarck -y no del proletariado revolucionario, como esperaba Marx- mostró cómo parte de las tareas de la revoluciones del 48, fueron tomadas y bastardeadas por las clases dominantes; un caso similar es Italia, que tras la derrota de las clases subalternas alzadas, fue la propia monarquía piamontesa la que dirigió la unificación nacional; de conjunto, lejos de caer el capitalismo, posterior a 1848, este se desarrolla vigorosamente y la nueva oleada revolucionaria que esperaban Marx y Engels, no se produjo.
Leon Trotsky, refiriéndose a este periodo, escribía “Los autores del manifiesto pensaban que el capitalismo sería derrocado mucho antes de transformarse de un régimen relativamente reaccionario a uno reaccionario en términos absolutos.” Para el revolucionario ruso, Marx y Engels subestimaron la potencialidad latente del capitalismo, al mismo tiempo que sobrestimaron la madurez política del proletariado, confundiendo así los dolores de parto del capitalismo, con los de su agonía. Brossat, en Los orígenes de la revolución permanente lo plantea de forma bastante elocuente cuando dice que la teoría política de Marx y Engels está determinada por el momento histórico transitorio en que fue concebida: “el ¨ya no mas¨ de la revolución burguesa y el ¨todavía no¨ de la revolución proletaria”. Con todo sería injusto e incorrecto decir que Marx y Engels tuvieron una visión boba o voluntarista del ’48, o -peor- ver la formulación de la revolucion permanente como un error derivado por entero de la certeza del pronto triunfo revolucionario del proletariado. La operación de Berstein, décadas más tarde, será justamente esa, atacar a Marx en este punto. En 1895, Engels escribe en su introducción a Las Luchas de Clases en Francia que para el otoño de 1850 Marx ya veía cerrada la crisis económica internacional, que había estado tras las revoluciones de 1848, y planteaba que “una nueva revolución solo es posible como consecuencia de una nueva crisis”.
Pero a pesar de que la revolución burguesa alemana no fue el corto preludio a la revolución socialista, como planteaba el Manifiesto Comunista, ni la Revolución Permanente se transformó en el grito de batalla del proletariado, la Circular de 1850 a la liga de los Comunistas plantea discusiones esenciales para entender los fundamentos de la teoría de la revolución permanente.
ii) La batalla por la independencia política del Proletariado y la Revolución permanente en la Circular: “Un plan de guerra contra la democracia”
a.- Algunos antecedentes de la Circular
El documento denominado Circular del Comité Central a la Liga de Los Comunistas, escrito en Marzo de 1850 por Marx y Engels, concentra las principales lecciones de las revoluciones de 1848-50. Como vimos, Marx y Engels, aún mantenían por entonces la esperanza que este ascenso que encabeza la pequeña burguesía y las fuerzas de la democracia, pudiera acabar con el triunfo del proletariado, o sea, con la toma del poder por parte de la clase obrera. Gaido y Quiroga exploran la temprana relación entre el concepto de dictadura del proletariado y el de la revolución en permanencia en Marx justamente durante este periodo, citan de hecho un artículo de Marx en la Nueva Gaceta Renana escrito poco después de la Circular, en Junio del 50: “Este socialismo (es decir el comunismo) es la declaración de la permanencia de la revolución, de la dictadura de clase del proletariado”. Aparece aquí unida a la Revolución permanente un punto de programa, general aún, pero no menor: la dictadura proletaria. Por aquel entonces Marx y Engels peleaban contra la influencia de la pequeña burguesía democrática sobre las filas proletarias, su formulación de la Revolución permanente está completamente condicionada por este punto.
Un año más tarde, en 1851, Marx resume el contenido de la Circular como “un plan de guerra contra la democracia.”. Rescatar al proletariado de la influencia de la pequeña burguesía era una tarea concreta. La Circular plantea explícitamente la disgregación del partido proletario, en contraste con la fortaleza del partido Democratico.
En rigor la acción de los revolucionarios Alemanes por aquel entonces venía de actuar como ala izquierda de organizaciones democráticas, esto se refleja claramente en el Manifiesto Comunista (1847) en la formulación para Alemania, donde se contemplan alianzas con sectores de la burguesía en la medida que se opongan revolucionariamente al burocratismo-feudal. Pero el 48-49 demolió esta idea. En diciembre de 1848, Marx escribía: “La burguesía prusiana no era, como la burguesía francesa de 1789, la clase que representaba a toda la sociedad moderna frente a los representantes de la vieja sociedad: la monarquía y la nobleza. (...) inclinada desde el primer instante a traicionar al pueblo y a pactar un compromiso con los representantes coronados de la vieja sociedad (...) no representaba los intereses de un nueva sociedad contra una sociedad vieja, sino unos intereses renovados dentro de una sociedad caduca“. La incapacidad o cobardía de la burguesía para encarar su propia revolución es un axioma de la Revolución permanente que vemos por primera vez acá, por lo menos formulado con esta claridad, aunque aquí no significa aún la transformación de la revolución democrático burguesa en socialista bajo la dirección proletaria. El escenario político Alemán ponía a la burguesía liberal y los junkers/feudales a un lado, y del otro al pueblo, con la pequeña burguesía democrática y el proletariado, “unidos” por este enemigo común. De allí que Marx viera que una próxima oleada revolucionaria podía llevar a la pequeña burguesía al poder,
b.-La Circular a los Comunistas en Alemania: Independencia de clase, autoorganización (doble poder) y dinámica permanentista
La burguesía liberal en Alemania no estaba dispuesta a repetir el ejemplo parisino del ’48, y se alió a la reacción-feudal traicionando rápidamente a las clases subalternas. El punto de partida de la Circular es la incapacidad de la burguesía para ser fuerza progresiva en Alemania, por lo tanto, la Circular es una advertencia al proletariado Alemán, de que la pequeña burguesía democrática seguirá los pasos de la burguesía liberal y que cualquier confianza en ella es un peligro. Y en lo esencial, la advertencia era correcta ya que la Asamblea de Francfort demostró que la pequeña burguesía democrática no iría más allá de una Monarquía Constitucional pactada con el régimen. Para develar las diferencias programáticas entre ambas clases, la Circular expone con claridad: “La pequeña burguesía democrática está muy lejos de desear la transformación de toda la sociedad; (...) Desea, sobre todo, una reducción de los gastos nacionales por medio de una simplificación de la burocracia y la imposición de las principales cargas contributivas sobre los señores de la tierra y los capitalistas. (...) todo a los fines de librar de la presión del gran capital a los pequeños comerciantes y obtener del Estado crédito barato. (...) terminar con todos los restos del derecho señorial. Para este objeto necesita una Constitución democrática (...) En cuanto a los trabajadores, ellos deberán continuar siendo asalariados, para los cuales, no obstante, el partido democrático procurará más altos salarios, mejores condiciones de trabajo y una existencia más segura.” Y separan lo anterior del programa proletario, que la Circular marca con el famoso: “Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases, mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva.”
Marx y Engels enfatizan que la pequeña burguesía una vez en el poder, buscará frenar la revolución allí donde los proletarios deben hacerla permanente, por lo mismo los revolucionarios: “Deben actuar de tal manera que la excitación revolucionaria no desaparezca inmediatamente después de la victoria. Por el contrario, han de intentar mantenerla tanto como sea posible.” y continúan: “Lejos de oponerse a los llamados excesos, deben emprenderse actos de odio ejemplar contra edificios individuales o públicos a los cuales acompaña odiosa memoria, sacrificándolos a la venganza popular; tales actos, no sólo deben ser tolerados, sino que ha de tomarse su dirección.” Marx y Engels enfocan aquí la situación desde la perspectiva de un Gobierno de la pequeña-burguesía en Alemania, o sea, un Gobierno revolucionario de los demócratas, y ubican al proletariado en una dinámica permanentista. Visto así, este hipotético Gobierno actúa como bloqueo de la Revolución permanente, y en esa medida, como correa de transmisión a la burguesía liberal, aliada ya a la reacción.
Llegamos aquí, al punto más elevado de la reflexión de la Circular del 50. La autorganización y el planteamiento del doble poder: Puestos en el trance de un triunfo revolucionario de los demócratas en Alemania, Marx y Engels escribían: “Fuera del Gobierno oficial constituirán un Gobierno revolucionario de los trabajadores en forma de Consejos ejecutivos locales o comunales, Clubs obreros o Comités de trabajadores; de tal manera, que el Gobierno democrático burgués, no solamente pierda todo apoyo entre los proletarios, sino que desde el principio se encuentre bajo la vigilancia y la amenaza de autoridades tras de las cuales se halla la masa entera de la clase trabajadora.” La existencia de este organismo se liga - a su vez- a la construcción de milicias, subordinadas a la proto-democracia proletaria por oposisión al Gobierno demócrata: “El armamento de todo el proletariado con fusiles, cañones y municiones debe ser realizado en el acto; necesitamos prevenir el resurgimiento de la vieja milicia burguesa (...) Donde esta medida no pueda cumplirse, los trabajadores tratarán de organizarse ellos mismos en una Guardia independiente, con sus propios jefes y su Estado Mayor, para ponerse a las órdenes, no del Gobierno, sino de las autoridades revolucionarias elegidas por los obreros.” En sus rasgos generales está planteada aquí una situación hipotética de doble poder, donde si bien no se trata de una declaración tipo Lenin en las "Tesis de abril del 1917" –donde está formulada claramente la necesidad de que los organismos obreros tomen el poder contra el Gobierno provisional–, la Circular no llega tan lejos pero plantea los fundamentos para aquella estrategia, sin ser “la estrategia” aun. Visto así, es congruente con que Gramsci viera en el Lenin de 1917 el continuador de la Revolución permanente de Marx, con independencia incluso de su opinión crítica respecto de la Revolución permanente en Trotsky. Juan Dal Maso profundiza en este punto en Hegemonía y Revolución Permanente, por lo que nos basta a nosotros plantear que aquí comienzan, en la medida que emerge el proletariado, los problemas de la “hegemonía” hacia otras clases, siendo, al mismo tiempo la gran debilidad de la Circular, en la medida en su énfasis está puesto en la independencia de clases (partido y programa) y organismos propios.
Si bien aún no se plantea un programa democrático radical (que aparece mas tarde en la Comuna de París) sí hay cierta lógica transitoria: intentando infundir una dinámica permanentista Marx y Engels aconsejan tomar las reivindicaciones de los demócratas pequeño burgueses y estimularlas “(...) hasta el punto de que se conviertan en ataques directos a la propiedad privada”. Sin que hablemos aun de consignas transitoria, es sorprendente ver cómo la Circular busca casi intuitivamente esa lógica. Si los demócratas planteaban la incautación de ferrocarriles, los comunistas deben plantear la estatización sin pago, si los demócratas proponen impuestos progresivos moderados, los trabajadores deben plantearlo de forma tal que implique “la ruina del gran Capital”. Es cierto que la propia Circular plantea que el proletariado no puede tomar el poder directamente en Alemania aun, pero esta observación se hace en el marco de que esa situación política cambiará. Como vimos, este error de cálculo no era menor, los fundadores del socialismo científico verían su error más tarde, y cómo -a decir de Trotsky décadas después- confundieron los dolores de parto del capitalismo, con su agonía. Pero si volvemos a la fórmula de la Revolución Permanente en la Circular, vemos que incluso con el error de cálculo estaba bien orientada en lo estratégico, en lecciones tan elevadas como el internacionalismo, aspecto que Trotsky desarrollará como la tercera ley de la Revolución permanente, que se refiere a la transformación de la Revolución nacional a una en el terreno internacional. Marx lo plantea así: “ (...) nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder, hasta que la maquinaria gubernamental sea ocupada por el proletariado y la organización de la clase trabajadora de todos los países esté tan adelantada que toda rivalidad y competencia entre ella misma haya cesado y hasta que las más importantes fuerzas de producción estén en las manos del proletariado.” Es embrionariamente, el fundamento de la tercera ley que Trotsky resumía así“La contención de la revolución proletaria dentro de un territorio nacional no puede ser mas que un régimen transitorio”.
iii) Algunas reflexiones finales
Como vimos, la columna vertebral que une todo es una pelea sin cuartel por la independencia del proletariado respecto de la pequeña burguesía, y esa pelea está puesta en movimiento y pensada en concreto en la Circular. Por cierto, no se trata de la transmutación directa de la revolución democrática en socialista, no obstante encontramos descritos en un plan de batalla, muy concreto, elementos fundantes de la Revolucion permanente; mucho de lo que Dal Maso reflexiona como formas elementales de la misma son rastreables mas alla de Trotsky incluso y de forma muy clara, en la Circular de 1850, como la autorganizacion y el claro planteamiento de una situacion de doble poder.
Marx y Engels ven en el partido democratico un puente a la burguesía liberal, y con ella a sus aliados en la reacción burocrático-feudal. Por fuerza busca fortalecer la delimitación proletaria, allí donde amenaza con diluirse o caer bajo la influencia del ascendente partido de la pequeña burguesía. Vista así, la debilidad de la Circular es el problema de la hegemonía hacia otros sectores o capas. El énfasis de la Circular está puesto en los contornos de clase del partido, en su programa y objetivos frente a una pequeña burguesía, que avanzaba en influencia sobre el proletariado. Dal Maso estudia esta relación entre “Hegemonía y Revolución permanente” tomando a Trotsky de Balance y Perspectiva, exponiendo la dinámica de la Revolución permanente como proceso de desagregación del proletariado respecto del bloque pueblo, desde 1789 (donde está diluido la masa del pueblo), pasando por 1848 (donde emerge el proletariado y pelea por diferenciarse pero aún inmaduro) hasta 1905/1917 (donde es capaz de ser clase dirigente y liderar otras capas y clases) constituyéndose realmente la hegemonía proletaria. Aquí podemos problematizar la relación hacia el resto de capas y clases sociales. Vista así, la revolución permanente en Marx, tiene el énfasis en la independencia de clase y la diferenciación respecto de la pequeña burguesía, y su debilidad en su articulación hegemónica.
Es cierto que la Circular se refiere a los campesinos como los aliados naturales de la pequeña burguesía democrática, y cuando se plantea el problema de la hegemonía hacia otras capas y clases (búsqueda de aliados) Marx observa a los a proletarios agrícolas y no al campesinado, como principal aliado: “Así como los demócratas están combinados con la pequeña burguesía campesina, así nosotros debemos luchar hombro con hombro con el proletariado agrícola”. Marx y Engels proponen de hecho que la abolición de los derechos feudales sobre la tierra, concluya con la nacionalización y explotación colectiva bajo la dirección de los trabajadores agrícolas, al contrario de la pequeña burguesía democrática que buscaba entregar la tierra a los campesinos preservando la propiedad privada de la misma y fortaleciendo una pequeño burguesía campesina. La Circular busca conquistar en la conciencia del proletariado los elementos fundantes de su independencia política y programa, en perspectiva delimitadora, es en ese marco en que Marx establece su fórmula de la Revolución permanente. Pero sería injusto con Marx quedarse con esa definición que plasmó en la Circular, de hecho después de abandonar la idea de que el proletariado ascendería al poder en Alemania impulsado por las revoluciones del 48-50, modificó su visión de acercándose bastante al “modelo ruso” de una revolución proletaria que acaudilla al campesinado. Ya en 1856 Marx escribía a Engels respecto de este punto “En Alemania todo dependerá de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria sobre una especie de segunda edición de la guerra campesina. Si se logra esto, las cosas marcharan de un modo excelente.” Trotsky usa esta cita contra Radek, en su libro La Revolución Permanente, acortando la brecha que Radek buscaba abrir entre las posiciones de Marx y la formulación de Trotsky de la Revolución Permanente.
Ahora bien, la ubicación liquidadora de la Circular respecto de la pequeña burguesía no es solo coyuntural o puramente política. También se sustenta en la idea de que en el capitalismo las capas medias tenderían a desaparecer absorbidas por el proletariado. Trotsky lo plantea claramente, refiriéndose al Manifiesto, pero explica también la concepción tras la Circular : “se representaron de una manera demasiado unilateral el proceso de liquidación de las clases intermedias, como una completa proletarización de las artesanías, pequeños oficios y el campesinado. (...) El capitalismo ha arruinado a la pequeña burguesía más rápidamente de lo que la ha proletarizado. Más aún, el Estado burgués desde hace mucho instrumenta una política consciente dirigida al mantenimiento artificial de estratos pequeño burgueses (...) el desarrollo del capitalismo ha acelerado en extremo el surgimiento de legiones de técnicos, administradores, empleados de comercio, en resumen, la llamada nueva clase media.”. Existe entonces un sustrato objetivo en la concepción tras la Circular respecto del futuro mismo de la pequeña burguesía, que jugó un papel clave en lo que superficialmente puede aparecer como mera debilidad hegemónica o sectarismo.
Con todo, no es azar que la reflexión de la Circular tenga de telón de fondo el desarrollo -a su vez- de la concepción de la dictadura del proletariado (Gaido) no es una minucia táctica la discusión en la Circular de un Gobierno obrero revolucionario en paralelo al Gobierno Oficial, es de hecho una forma concreta en que se pensó los primeros pasos o el nacimiento de esta dictadura revolucionaria del proletariado, antes de la Comuna, los Soviets o de la estrategia leninista en Abril del 17, donde el proletariado triunfó sobre la pequeña burguesía democrática (Kerensky) tras la cual estaban todas las clases y capas reaccionarias, montando la “revolución proletaria sobre una especie de (... ) guerra campesina.”
La fórmula presente en la Circular es una primera versión de la Revolución permanente, que sin ser aún una formulación teórica general, sienta las bases para lo que después será el debate de la revolución permanente a finales del siglo XIX e inicios del XX.
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