Viernes 1ro de julio de 2016 23:51
Ilustración: Iara
Ajuste Olímpico
Como en un pequeño ensayo, sin público. No vaya a ser que el espectador sepa la verdad antes de mano. Mauricio Macri soñó que entraba en esa cancha. No era la de Boca, El Rey de España daba el puntapié inicial, no había hinchas, había unas pequeñas sombras allá en lo alto. Aranguren, una sombra, uno de esos pocos que están mirando a Mauricio correr con esa copa en la mano. No es tan grave ser una sombra, es una falta de luz, o un exceso de ella depende de cómo se lo vea. Se ríe Aranguren con su ocurrencia de Humor de Ajuste pero en algún lado de su conciencia esa risa esconde un miedo. Y Aranguren mira a sus compañeros, son varios los Ceo Barrabravas, o los Rabiosos del Ajuste como también los llama el famoso pueblo trabajador. Aranguren Miedoso echa una mirada a su compañera Patricia que piensa más en el afuera del estadio que en esa vuelta alocada del presidente con la copa dorada del capital, corriendo sin parar. Bullrich quiere seguridad, 50 cuadras de vallas para que el presidente tenga lugar y pueda respirar. Reprimir los alrededores, la frontera de los alrededores y así hasta abarcar 10 o 50 canchas de perímetros reprimidos. A todo esto el presidente sigue corriendo en su afán de festejar la llegada del segundo semestre, ser el campeón del ajuste, el campeón de la Alianza del Pacífico, de los despidos, tetracampeón de la dependencia invitando al rey, multicampeón de la Ceocracia y así circularmente como la cancha misma. Pero el presidente se despierta y la sensación no es tan placentera. A pesar de parecer victorioso en sus sueños hay un miedo que no puede explicar. Habrá sido el miedo de Aranguren a eso que no se puede nombrar pero que está ahí. Hay un fantasma que recorre…
Texto: Chiqui Nardone
