En el país de los feminicidios y el aumento sistemático de violencia en contra de la población, Veracruz es el escenario de las fosas clandestinas, de los Duarte, del asesinato a periodistas y activistas, que ha alcanzado para terminar con la vida de Cándido Ríos.
Viernes 25 de agosto de 2017
El nombre de Cándido Ríos Vázquez se suma al de otros periodistas asesinados; Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, Miroslava Breach, Maximino Rodríguez, Filiberto Álvarez, Javier Valdez, el hondureño Edwin Rivera Paz, Jonathan Rodríguez y Salvador Adame. Los crímenes han sido cometidos este año y permanecen impunes a pesar de los pronunciamientos de repudio de organismos de derechos humanos y la implementación de protocolos que solo han sido “papel mojado” y no logran frenar la violencia de que son objeto trabajadores de la comunicación en nuestro país.
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El asesinato de Cándido Ríos se da después de hacer público en redes sociales un vídeo (según menciona el propio periodista, fechado el 13 de agosto) donde aparece lanzando fuertes acusaciones contra Samuel Huerta, Juan Javier Gómez Casarín (candidato de Morena a la Presidencia Municipal de Hueyapan de Ocampo) y Gaspar Gómez Jiménez, ex Alcalde y ex candidato del PRI a la Alcaldía de Hueyapan de Ocampo.
En el material denuncia el desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, los fraudes y las amenazas de muerte que recibió el periodista por parte de los funcionarios, donde Ríos afirmaba “No soy cola de rata ni alambre de nadie”. Las declaraciones de su familia y de personas cercanas al periodista afirman que Gaspar Gómez solía decirle cada vez que lo encontraba “Te voy a matar, pinche reportero”, lo que llevó a Ríos a poner por lo menos 10 denuncias en contra del funcionario y solicitar protección como periodista ante instancias del gobierno federal. El vídeo es aún más certero en palabras del propio Cándido Ríos, “manda matar, desaparece y nunca es investigado”.
Ante los hechos, diversos medios de prensa a nivel nacional así como organizaciones de derechos han manifestado su repudio contra el crimen de “Pabuche”, como era mejor conocido en su localidad.
¿Qué dicen los que fueron denunciados por Cándido Ríos?
Gómez Casarín, apodado “El Carón” ha mencionado a distintos medios que “está dispuesto a declarar si así lo determinan las autoridades ministeriales”. El candidato de Morena ha pedido que se investigue de igual manera como se hizo con el caso de los policías federales “caídos” en Cardel, pero permanece mudo sobre las acusaciones que se le han hecho; una manera cómoda de evadir las denuncias contra su persona y manchar la imagen de su partido, Morena.
La respuesta de Gómez Jiménez a Cándido se da por medio de un vídeo desde su casa. No hay argumentos contra las denuncias que hace el periodista, son la continuidad de las amenazas y ataques que el funcionario realizó en vida del periodista. “Que te quede claro, ya estuvo, en donde nos veamos, si nos vemos, yo no te voy a matar, no tengo sangre de matar, pero si llega el momento en que te aburre”, fueron las palabras del priista.
Recientemente, el Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa, declaró a la prensa en Veracruz que la muerte del reportero, había sido “”un daño colateral, pues la ejecución iba a otra persona que se encontraba cerca del comunicador al momento del ataque.” Desde el inicio de la supuesta investigación esté ha sido el móvil del crimen; lo que seguirá muy probablemente será ajustar el caso para exonerar a los funcionarios de cualquier cargo.
“A mi no me convencen”: familiares del periodista
Mientras este es el trato en la investigación por el crimen de Cándido Ríos, los familiares han manifestado su rechazo a la versión oficial de las autoridades, ya que aseguran haber sido testigos de las amenazas de muerte relacionadas a su labor como periodista.
“A mí me convencen”, dijo la viuda Hilda Nieves, quien asegura que Cándido murió por su compromiso social: denunciar atropellos cometidos por poderosos, y hacerlos públicos. Los familiares exigen a las autoridades que el caso sea investigado, en especial las amenazas de muerte enviadas por Gaspar Gómez, quien además en varias ocasiones mandó a golpear, a detener y a encerrar a Ríos, aseguran.
El periodismo de hoy tiene un doble deber: comunicar y tomar partido por los sectores más oprimidos de la sociedad y de la clase trabajadora. Junto a ello es necesario poner en pie un gran movimiento democrático que enfrente estos ataques, junto a la clase trabajadora –que viene resistiendo los planes del régimen con mayor explotación, bajos salarios y represión para quienes reclaman sus derechos-, el movimiento de mujeres que se expresó en el #NiUnaMenos y la juventud.
Frenar la violencia, los ataques y el crimen contra periodistas y el conjunto de la población se hace cada vez más apremiante en todo el país. Las clases dominantes han perpetuado un mayor ataque contra el ejercicio periodístico, donde se vuelve cada vez más necesario defenderlo y convertirlo – como decía Ríos– en un “arma que dispare verdades”.