Así lo consigna un informe de la ONG Oxfam presentado en Davos.
Lunes 22 de enero de 2018 21:32
La ONG Oxfam realizó su presentación anual ante el foro de Davos. Los datos que arrojó en su informe son contundentes: el 82% de la riqueza mundial generada durante el año pasado fue a parar a manos del 1% más rico. En 2017 se habría producido “el mayor aumento de la historia en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días”.
Además, sólo en América Latina los empresarios milmillonarios cosecharon U$$155.000 millones, mientras que en todo el mundo llegaron a US$762.000 millones. Según la organización, estas cifras serían suficientes para acabar siete veces con la pobreza extrema.
La organización señala que el 56% de la población global vive con entre 2 y 10 dólares por día. Y que “los directores generales de cualquiera de las cinco principales marcas de moda ganan en cuatro días lo mismo que una trabajadora del sector textil de Bangladesh durante toda su vida”. El informe constata una realidad que millones de mujeres viven a diario: su sobrerrepresentación en los trabajos menos remunerados y más inseguros. A la vez, destaca la brecha salarial, que sitúa en un 26% en el sector formal.
Por otra parte, de acuerdo con Oxfam, a lo largo de la última década los salarios de los trabajadores aumentaron en un promedio anual del 2% promedio, mientras la riqueza de los más opulentos habría crecido un 13% por año.
Los números son estremecedores. Sin embargo, hasta puede decirse que son conservadores respecto algunas variables: en sus mediciones de América Latina y el Caribe, por ejemplo, la ONG indica una tasa de pobreza del 16% para los asalariados y un 28% para los llamados cuentapropistas. En contraste, sabemos que sólo en Argentina uno de cada tres habitantes es pobre y el 5,9% es indigente. La situación empeora en países como Paraguay o Haití -por nombrar únicamente dos casos-.
El informe al que hacemos alusión cierra instando a funcionarios y empresarios a implementar una serie de medidas para que las economías “funcionen para todas las personas y no solo para una afortunada minoría”. De esta forma, no ataca el corazón del problema: un orden social que se sostiene por la explotación y opresión de la gran mayoría del planeta, en beneficio de unos pocos.
“La acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo opuesto”, escribía Carlos Marx.
En su Manifiesto comunista, junto a Engels, afirmaba: “Los proletarios no tienen nada que perder, excepto sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar”.