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Red Internacional
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OPINIÓN. Capitalismo y desigualdad

Combatir la desigualdad ¿pasa por simplemente pensar una “distribución más justa de los ingresos” o implica combatir al capitalismo que es la fuente de la desigualdad social? En el pasado, Marx se vio enfrentado a la misma interrogante. Para comprender las coordenadas de una estrategia anticapitalista, resulta pertinente comparar las respuestas que dio Marx al problema con las respuestas en los marcos del capitalismo que propone el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en su reciente publicación “Desiguales” que aborda esta problemática en la realidad chilena.

Juan Valenzuela

Juan Valenzuela Profesor de filosofía. PTR.

Viernes 23 de junio de 2017

Marx y la desigualdad

Pensar la discusión de la desigualdad en clave marxista implica establecer la relación entre las condiciones de producción y las condiciones de distribución de los medios de consumo. Mientras el pensamiento burgués y el reformismo en sus múltiples variantes intenta pensar la distribución como un aspecto desligado de la cuestión de la propiedad de los medios de producción -precisamente por la naturalización ideológica del carácter privado de esa propiedad que la burguesía impone-, el marxismo revolucionario vincula ambas dimensiones. En el fondo, el capitalismo, basado en la propiedad privada de una clase social es inherentemente desigual. La igualdad ante la ley, en las circunstancias del capitalismo, siempre implica desigualdad ante la vida.

Marx y Engels eran especialmente ácidos con quienes pretendían resolver las contradicciones sociales recurriendo a instrumento estrictamente jurídicos. En 1870, K. Marx, polemizando con sus camaradas alemanes, escribía en 1870, en sus "Glosas marginales al Programa del Partido Obrero Alemán":

“¿Qué es "reparto equitativo"?

¿No afirman los burgueses que el reparto actual es "equitativo"? ¿Y no es éste, en efecto, el único reparto "equitativo" que cabe, sobre la base del modo actual de producción? ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas por los conceptos jurídicos? ¿No surgen, por el contrario, las relaciones jurídicas de las relaciones económicas? ¿No se forjan también los sectarios socialistas las más variadas ideas acerca del reparto "equitativo"?”

En términos de Marx “la distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y ésta es una característica del modo mismo de producción. Por ejemplo, el modo capitalista de producción descansa en el hecho de que las condiciones materiales de producción les son adjudicadas a los que no trabajan bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras la masa sólo es propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo. Distribuidos de este modo los elementos de producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural.”

Estas palabras escritas hace casi 150 años resultan muy actuales en el debate contingente sobre la desigualdad, a propósito de la reciente publicación de Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile (Uqbar editores). Este texto define la desigualdad socioeconómica como “un fenómeno multidimensional y dinámico, con diversos componentes que interactúan entre sí”. Señala que “su complejidad no impide delinear sus límites y detectar aquellos nudos que más influyen en su reproducción en el tiempo”. Los denominados nudos, para el PNUD, son los siguientes: a) una estructura productiva con circuitos diferenciados de productividad, cualificaciones y calidad del empleo, lo que deriva en una masa de trabajadores con bajos salarios; b) un patrón en que el capital y los ingresos están muy concentrados en un conjunto de grupos económicos; c) un Estado insuficientemente involucrado en las tareas de redistribución y provisión de seguridades para los ciudadanos; d) la concentración del poder político y sobrerrepresentación de los grupos de mayores ingresos en los espacios de toma de decisiones; e) un sistema educativo cuya estructura altamente segmentada no permite asegurar la suficiente igualdad de oportunidades y f) la consolidación de una serie de principios normativos que en algunos dominios justifican las desigualdades existentes y socavan las dinámicas de integración social, mientras que en otros demandan mayor igualdad.

Por mucha relevancia que cada uno de estos "nudos" tenga en la reproducción de las desigualdades sociales, es indudable que cada uno de ellos no es más que una expresión del modo en el que está organizado el capitalismo en Chile. La contradicción entre la concentración del capital y los ingresos en un conjunto de grupos económicos y la desposesión de la aplastante mayoría de la población que vende su fuerza de trabajo a cambio de salarios miserables es el punto de partida del conjunto de expresiones de desigualdad, no sólo en la distribución de los medios de vida y en el acceso a los servicios como salud y educación, sino también en la configuración del poder político.

Cada uno de los “nudos” señalados por el PNUD no puede desatarse si no son abordados como parte de una red más vasta: las relaciones capitalistas que divide a la sociedad entre un sector que no trabaja pero que controla las “condiciones de producción”: el cobre, los recursos naturales, las carreteras, los puertos, y que ejerce su dominio social de manera despiadada financiando la maquinaria política-estatal, y otro sector que es la gran masa de trabajadoras y trabajadores, junto a sus familias, que trabaja a cambio de salarios bajos y que se endeuda para estudiar.

El objetivo socialista

“Si las condiciones materiales de producción fuesen propiedad colectiva de los propios obreros, esto determinaría, por sí solo, una distribución de los medios de consumo distinta de la actual”. Esta sencilla afirmación de Marx resume el objetivo socialista: colectivizar las condiciones materiales de producción. En Chile, léase: los puertos, el cobre, los recursos naturales, el agua, las carreteras, las instituciones educativas.

En la visión del Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo, plasmada en Desiguales, se visualizan las cosas de otro modo. “el escenario actual no es deseable y el conjunto de la sociedad deberá avanzar hacia un desarrollo más inclusivo y país con mayor igualdad social”.

Mayor igualdad, pero no cuestionar el capitalismo. No pensar la tarea de combatir la desigualdad como una tarea de una clase social contra otra clase social, sino como una tarea del “conjunto de la sociedad” y preservando la propiedad privada capitalista, pero incitando al Estado a cumplir un rol redistributivo más activo. Tal vez porque en el pensamiento del PNUD el Estado es la condensación de la voluntad del “conjunto de la sociedad”:

“En este contexto, no parece positivo que el Estado Chileno se prive de tener un rol más decidido en materia distributiva. Existe un gran acervo de experiencia acumulada en otros países en materia de buenas y malas políticas públicas, que puede servir de guía en esta empresa. Entre las áreas de intervención posibles, probablemente lo más urgente sea diseñar un sistema de seguridad social considerablemente más efectivo en materia de pensiones y de salud, que entregue un piso de seguridades a la población en estas dos áreas esenciales del bienestar. Es una demanda generalizada y el país cuenta con los recursos y las capacidades para profundizar los cambios de las últimas décadas.

Por otra parte, el impuesto a la renta es la principal herramienta de que disponen los países para distribuir los excedentes de la producción. La reforma tributaria de 2014 representa un cambio significativo en este ámbito, pero está en duda su efectividad y su mantención en el futuro.”

La impugnación de Marx a los enfoques que aíslan metodológicamente la distribución del modo de producción -base teórica del pensamiento burgués y el reformismo- era dura: “El socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que esta dilucidada, desde hace ya mucho tiempo, la verdadera relación de las cosas, ¿por qué volver a marchar hacia atrás?”.

A casi 150 años de escritas estas palabras, necesitamos volver hacia atrás, pero no para proponerle a los capitalistas y su Estado una “distribución justa” como si eso no fuese más que una utopía irrealizable, sino para rescatar estas palabras de Marx en el proceso de construir una estrategia revolucionaria y anticapitalista que no se detenga en el muro de la propiedad privada y que se base no en la gestión del Estado capitalista, sino en la clase trabajadora como sujeto de transformación.


Juan Valenzuela

Santiago de Chile

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