Astarsa fue el astillero más grande de la Zona Norte del Gran Buenos Aires y escenario de una enorme gesta obrera, parte de las Coordinadoras Interfabriles. Carlos Morelli fue delegado durante los 70 mientras luchaban por no dejar la vida en el trabajo. En esta nota cuenta esa experiencia y asegura: "Tenemos que transmitir a las nuevas generaciones nuestra lucha y marchar este 24 contra la impunidad, y también por todas las luchas actuales".
Martes 23 de marzo de 2021 08:05
Astilleros Astarsa Río de la Plata S.A estaba ubicada a orillas del Río Luján, en Tigre, a principios de los años 70 tenía alrededor de mil quinientos obreros en total, divididos en las 2 plantas en las que se dividía sus tareas: Navales y Metalúrgicos.
Los contratos más importantes se realizaban con empresas estatales, para la construcción de barcos para Empresa Líneas Marítimas del Estado (ELMA), Yacimientos Carboníferos Fiscales, como de locomotoras para Ferrocarriles Argentinos y el armado de tanques para el ejército, entre otros.
Los ritmos extenuantes de trabajo, gravísimos accidentes, las condiciones insalubres, eran moneda corriente, y los trabajadores para aumentar sus ingresos debían hacer 12 horas extras de manera rotativa. Estas condiciones fueron las que llevaron a los trabajadores a organizarse y presentarse a elecciones para pelear por sus reclamos y desplazar a la burocracia del SOIN (Sindicato de Obreros de la Industria Naval), con la conformación de la Lista Marrón en 1972.
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"Yo tenía 21 años cuando empecé a tomar conciencia de que pertenecía a una clase, la clase obrera. En Astarsa trabajábamos doce horas por día en turnos rotativos, eran alrededor de 700 trabajadores navales y 800 metalúrgicos, que nos veíamos obligados a trabajar en pésimas condiciones. Para que se den una idea, por cada barco que construíamos en el Astillero morían uno, dos y hasta tres compañeros. Luchamos por el control obrero de las condiciones de seguridad. Nosotros además de ser compañeros de trabajo y llevar adelante esta lucha, eramos amigos, hermanos, nos ayudábamos entre nosotros para construir nuestras casas, compartimos cumpleaños de nuestros hijos".
En Astarsa y otros lugares de trabajo las patronales intentaban imponer o mantener pésimas condiciones de trabajo: "Venimos a trabajar y no sabemos si salimos", reclamaban los obreros. Una de sus canciones decía: "Queremos que sea un astillero y no queremos que sea un matadero".
Carlos recuerda esos momentos: "Hasta que un día dijimos ¡basta! y pusimos en pie una Comisión de Seguridad e Higiene controlada por nosotros, que éramos los únicos que sabíamos lo que necesitábamos para no dejar la vida en el trabajo. Estudiantes de la Facultad de Medicina colaboraron con nosotros, y a partir de que la Comisión empezó a funcionar, no tuvimos más muertos, ni heridos graves, lo que demuestra lo importante que es organizarnos de manera independiente de la patronal, el gobierno y los dirigentes sindicales vendidos".
Como parte de esa generación de trabajadores Carlos asegura: "Quienes fuimos parte de la lucha en los 70, tenemos que transmitirles y dejarles a las nuevas generaciones nuestra experiencia, para que se sientan parte de su clase, de la clase obrera. Este 24 tenemos que ser miles en las calles, por el juicio y castigo a los genocidas pero también para apoyar a quienes hoy dan pelea contra el ajuste, contra los despidos, por un techo donde vivir. Tenemos que tomar los recaudos necesarios por el covid, pero no podemos faltar".
"Ayer teníamos un proyecto hermoso y lo seguimos teniendo, que es luchar para terminar de una buena vez con este sistema de explotación y opresión, que nos trae miseria, que nos priva de disfrutar la vida, que contamina el planeta. Por eso mañana tenemos una cita de honor, por nuestros 30.000 compañeros y compañeras, por los que hoy luchan y por las generaciones que vendrán".
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Andrea Lopez
@lopez76_andrea Cronista de la sección Libertades Democráticas de La Izquierda Diario, miembro del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.