Este 14F tendrán lugar unas nuevas elecciones impuestas por el Régimen del 78. Ni el riesgo epidemiológico detiene la maquinaria de la Judicatura para abrir paso a la operación Illa del PSC y Comuns. El procesismo avanza en su retorno al autonomismo y la extrema derecha se fortalece. Mientras tanto la CUP avanza en un giro a la moderación y la integración, alargando su mano extendida para “asumir todas las responsabilidades que toque”. Ante esta falta de una alternativa anticapitalista y de independencia de clase, desde la CRT llamamos en esta ocasión al voto nulo o la abstención.
Sábado 13 de febrero de 2021
Un nuevo golpe institucional de la Judicatura y el bloque “progresista” de Moncloa, con la venia del procesismo
El 28 de septiembre del 2020 el Tribunal Supremo decidía destituir un president electo por la colocación de una pancarta en favor de la libertad de los presos políticos que esta misma instancia judicial había encarcelado. El presidente destituido junto a su partido y ERC aceptaron sin mayor problema una nueva injerencia de la Judicatura para interferir en la política catalana. Por su parte el bloque “progresista” que gobierna en Moncloa comenzó a operar para aprovechar la ocasión, siempre sin renunciar ni detener la ofensiva represiva que sigue sumando procesos y condenados.
Como el 21D surgido del 155, el 14F, serán unas nuevas elecciones autonómicas impuestas por el Régimen del 78. Un nuevo intento para forzar una aritmética parlamentaria en favor, en esta ocasión, de esta restauración autonómica que encarnan el PSC, los Comunes y los propios partidos procesistas. Todo por medio de un nuevo golpe institucional.
Pero esta nueva operación de Estado se ejecuta en medio de una situación especialmente dramática. El Estado español de conjunto, y también Catalunya, se encuentran en medio de una tercera ola completamente descontrolada que vuelve a llegar a ritmos de incidencia iguales o superiores a los vividos durante la primavera.
Sindicatos y colegios de diferentes categorías sanitarias, junto al conjunto de los partidos políticos y la misma Generalitat, habían solicitado un retraso de las elecciones alegando los riesgos sanitarios. Pero la voluntad del gobierno “progresista” por asestar un golpe electoral a ERC y JxCat no entiende de números de contagios ni de muertos.
La “operación Illa” que se puso en marcha desde Ferraz y el PSC, cuenta con el silencio cómplice de sus socios de gobierno, Unidas Podemos y los Comunes, y el brazo ejecutor de la Judicatura. Los partidos “procesistas” acatan la decisión. Ni si quiera la CUP está denunciando como se merece este nuevo ataque, dedicando más esfuerzos a las recomendaciones sanitarias que a decir alto y claro que para el PSC y los Comunes la presidencia de la Generalitat bien vale unos cuantos miles de muertos.
Este escenario reaccionario beneficia también a los elementos más a la derecha del tablero. Ciudadanos se descalabra en favor del PSC, pero también de la recuperación del PP y de la emergencia de Vox. La derecha populista gana terreno en el campo españolista. Ni el “progresismo” a la Moncloa, ni el procesismo autonomista, son ningún dique a este avance, más bien siguen abriendo el camino a su fortalecimiento.
La CUP renuncia a ser una alternativa desde una izquierda anticapitalista y de clase
Después de unas semanas en las que se han cruzado comunicados críticos con respecto al acuerdo con Guanyem por parte de corrientes como Endavant, la publicación de un compromiso de 12 puntos con elementos más de izquierda en el programa social o los últimos documentos aprobados por el Consell Polític que criticaban las declaraciones en favor de poder sumarse a un gobierno de coalición, este miércoles se ha presentado la campaña y el programa electoral definitivo.
En este documento se retoma un programa social de reformas posibles en el actual marco legal y autonómico. Ya no se habla de nacionalización de la banca, sino de desarrollar una banca pública a través del Institut Catalá de Finanzas, se aceptan las ayudas y subvenciones a empresas a cambio de mantener puestos y condiciones de trabajo o se plantea una reforma fiscal en la línea de las propuestas del neorreformismo hoy en el gobierno. Estos son solo algunos de los elementos más destacados de este giro a la moderación y a ser una izquierda de gestión del Estado capitalista, en este caso en su nivel autonómico.
Por lo que se refiere a la hoja de ruta “hacia la independencia”, se retoma la propuesta de un nuevo referéndum, la búsqueda de la negociación con el Estado y hasta la intervención de la comunidad internacional, es decir otros gobiernos capitalistas. Respecto a la participación en un posible gobierno parece que la negativa quedará en los documentos internos, cuando los periodistas han preguntado sobre esta cuestión en la rueda de prensa de presentación, el miembro del Secretariat Nacional de la CUP, Edgar Fernández, ha respondido con una fórmula evasiva de “la CUP está dispuesta a sumir todas aquellas responsabilidades que sean necesarias”.
Este 14F: voto nulo o abstención, por una alternativa anticapitalista y de clase
La CUP inició a mediados de 2020 un proceso de debate para la elaboración de la propuesta política de cara a estas elecciones. En este proceso, del cual la CRT fue partícipe, apostando a que a partir de las lecciones que quedaron planteadas del otoño de 2017, poder impulsar un agrupamiento bajo los ejes de pelear por un programa transicional anticapitalista ligado a la lucha por los derechos democráticos, el desarrollo de la movilización obrera y popular y una posición independiente de los partidos y gobiernos de los capitalistas, que no cayera en el seguidismo llevado a delante por la izquierda independentista a estas direcciones durante todo el procés.
Lamentablemente el proceso se encaminó en otra dirección, con un giro a la moderación en un intento de buscar encaje con otras formaciones, como son los Comunes, ERC y JxCat. La propia elección de Dolors Sabater como cabeza de lista suponía precisamente un puente hacia esa política. Por ello desde la CRT no llamamos a votar a la candidatura de la CUP y Guanyem y nos posicionamos por el voto nulo o la abstención.
Durante los últimos meses hemos planteado a todos aquellos sectores que vienen sosteniendo críticas similares a este “nuevo ciclo” de la CUP a avanzar en poner en pie un agrupamiento de la izquierda con estas coordenadas.
Lamentablemente organizaciones críticas con el curso de la CUP, como LI o Corriente Roja, rehusaron trabajar en esta dirección. En el caso de LI optó por apoyar finalmente la candidatura. Lo hicieron escudándose en el ambiguo acuerdo de 12 puntos que hoy el programa electoral deja en papel mojado. Corriente Roja por su parte optó por integrarse en una lista con un programa de implementación de la república desde las instituciones autonómicas, que finalmente logró solamente los avales por Tarragona. Tampoco sectores internos de la CUP, como Endavant, que cuestionó en un reciente comunicado las pulsiones gobernistas de Sabater, pero se niega a llevar estas críticas a una resolución que permita poner en pie un nuevo agrupamiento.
El 14F pasará y seguirá siendo una tarea urgente levantar una izquierda anticapitalista y que tenga total independencia de la política tanto de los sectores procesistas de ERC y JxCat como de los sectores de los Comuns. El grupo parlamentario de la CUP-Guanyem, con Sabater al frente, está lejos de proponerse algo así.
Una alternativa que trabaje por fortalecer la organización y movilización obrera y popular, por imponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas desde las calles y los centros de trabajo y por abrir el camino a una ruptura con el régimen del 78 que abra el camino a conquistar verdaderas repúblicas de trabajadores.
La situación internacional y estatal pone de nuevo sobre la mesa la posibilidad de que se abran nuevos ciclos de la lucha de clases como los que dio la crisis anterior. Éstos no surgirán en el vacío, sino sobre las experiencias anteriores y en especial las más recientes. Construir una izquierda que se prepare para llegar mejor preparada para intervenir sigue siendo una tarea estratégica para que viejos y nuevos desvíos, como supuso en Catalunya el procesismo o en el resto del Estado Podemos, no vuelvan a dejar en los cajones las aspiraciones democráticas y la posibilidad de acabar con un sistema que no tiene nada más que miseria para ofrecernos.