Se sigue desgastando el gobierno, en el marco que se profundizan la crisis de las viejas instituciones del régimen.
Miércoles 9 de enero de 2019
La crisis del gobierno se viene profundizando. Ya no son sólo las encuestas que van mostrando su baja en la aprobación y el alza en el rechazo, sino que no pueden encontrar ni imponer su propia agenda. Tras el asesinato de Camilo Catrillanca ha quedado al desnudo la debilidad de la derecha piñerista. La crisis de Carabineros y las sucesivas maniobras y montajes siguen golpeando al gobierno.
Ahora quien esta en la mira es Chadwick, el súper-ministro-primo de Piñera. Está cuestionado por todos lados, se pide su renuncia.
Es un gobierno débil, no tiene mayoría social ni mayoría política, y la frustración con las expectativas económicas así como la crisis política por Catrillanca impiden que pueda llevar adelante su programa sin convulsiones políticas.
Lo que hay detrás, es que se esta profundizando la crisis de las instituciones del régimen de la transición, y en este caso, a instituciones claves del aparato estatal como la policía y el ejército. Ni que decir las instituciones políticas como el parlamento, partidos del régimen, el poder judicial, contraloría, que vienen completamente desacreditadas.
Debilitada también la autoridad presidencial que es casi una figura monárquica en un régimen tan presidencialista como el chileno, actúa en simbiosis con la crisis de las instituciones, y permite que se exprese más la tendencia a la polarización política, poniendo al país mas a tono con los nuevos fenómenos polarizantes al calor de la crisis de los partidos tradicionales.
La oposición busca debilitar al Gobierno, pero para hacer acuerdos en mejores condiciones y luego posar como falsa alternativa. Ya en la interpelación a Chadwick montaron un show que mientras hipócritamente escondía el rol histórico de la Concertación contra el pueblo mapuche, lo único que permitió fue al gobierno salir airosos.
Ahora, mientras piden renuncia a Chadwick algunos, aunque no están de acuerdo en una acusación constitucional, sin embargo están de acuerdo con Piñera con una reforma a la policía como política de Estado, en unidad nacional, como ya expresó Insulza y otros concertacionistas.
El desangramiento sigue, y el equilibrio de fuerzas se hace cada vez más frágil para un gobierno debilitado. Aunque es improbable por ahora la renuncia de Chadwick, los fusibles del gobierno se van quemando sólos.