Las protestas convocadas como "evasión masiva" son protagonizadas por cientos de estudiantes que saltan los molinetes para no pagar el pasaje de metro, que aumentó hace dos semanas.
La Izquierda Diario @izquierdadiario
Viernes 18 de octubre de 2019 20:00
Carabineros retienen a un grupo de manifestantes en una estación del metro de Santiago en medio de una manifestación este viernes, quinto día consecutivo de protestas contra el alza del boleto. EFE/ Alberto Peña
Desde el lunes la ciudad de Santiago de Chile está sacudida por masivas protestas de jóvenes estudiantes que irrumpieron en las estaciones de metro saltando los molinetes para no pagar el pasaje, que aumentó hace dos semanas.
Con el correr de los días la protesta se fue haciendo cada vez más popular, y bajo el llamado de una #EvasiónMasiva, muchas de las estaciones fueron objeto de las protestas estudiantiles, que cuentan con gran apoyo de la población.
Desde el jueves el Gobierno de Piñera desplegó un enorme dispositivo policial con los Carabineros a la cabeza que reprimieron a los estudiantes y detuvieron a decenas de manifestantes.
La protesta ya se transformó en crisis política nacional. Este viernes hubo llamados a la "evasión" masiva (saltar el molinete) protagonizadas por miles de jóvenes y acompañada por la simpatía de cientos de miles de trabajadores. Esta rebelión, que protagoniza la juventud y expresa un malestar social más profundo, abrió una crisis política al gobierno y amenaza con transformarse en una revuelta social.
El gobierno respondió criminalizando y reprimiendo. Durante la jornada del viernes militarizó prácticamente toda la red de metro de Santiago, reprimió brutalmente con palos, detenciones, bombas lacrimógenas y gases sobre el conjunto de la población. La gerencia de metro, ante los enfrentamientos, suspendió desde las 15 horas los servicios de las líneas 1, 2 y 6, con otros lugares cortados. El resultado fue un viernes de caos total en casi todo Santiago.
La estrategia de represión con cierre busca oponer a la población a la protesta protagonizada por una vanguardia juvenil, principalmente de estudiantes secundarios pero que se han ido sumando diversos sectores.
AHORA #EvasionMasiva en Estación Plaza Puente Alto.#EvasionMetro pic.twitter.com/cz5ibnzSMS
— PIENSA.PRENSA (@PiensaPrensa) October 18, 2019
Luego de una reunión de emergencia en La Moneda, la Casa de Gobierno, el ministro del Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, calificó de hechos de "vandalismo" realizado por "grupos organizados", ocultando la masividad de las protestas espontaneas y la enorme simpatía que tienen en la población.
El Gobierno invocó la Ley de Seguridad del Estado, que acelera los procedimientos judicial e incrementa las consecuencias penales de los condenados. En un discurso provocador, Chadwick afirmó que "Condenamos estos actos de violencia con toda energía", y dijo que "a partir del día de hoy, hemos reforzado la presencia y dotación de policías para "proteger el orden público".
Finalmente, a la tarde Piñera se dirigió a la población y redobló la apuesta represiva con una medida inédita desde el fin de la dictadura del general Augusto Pinochet: el Estado de Emergencia. La población contestó de inmediato con cacerolazos en varias ciudades del país. Al cierre de la edición seguía la represión con balas de goma en las calles de Santiago.
Estado de excepción en Santiago, algo nunca antes visto post dictadura. Piñera busca todas las vías para resguardar el orden neoliberal, la precariedad de la vida de las y los trabajadores y la ganancia de los super ricos. No + represión! No al #EstadoDeEmergencia! pic.twitter.com/J67Hdh9pWm
— Bárbara Brito (@Barbara__Brito) 19 de octubre de 2019
Los estudiantes reclaman contra el alza de la tarifa del boleto que hace dos semanas llevó el valor a 830 pesos chilenos (unos 70 pesos argentinos) en horario pico, uno de los precios más altos de Latinoamérica.
Las protestas encuentran un gran apoyo en la población trabajadora, que viene sufriendo alzas en la luz, el boleto en Santiago y en el interior, problemas con el agua en el norte, la férrea oposición del Gobierno al proyecto de reducción de la jornada laboral, además de la línea fuertemente represiva.
#Cacerolazo en Chile tras la brutal represión a la juventud que protesta contra el tarifazo en el #MetroSantiago. #EvasiónMasivaTodoElDía https://t.co/BjPNP4BnZH pic.twitter.com/trWBOfDOjp
— La Izquierda Diario (@izquierdadiario) 19 de octubre de 2019
La Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), convocó a una paralización nacional para el próximo lunes en respaldo a "los actos de desobediencia que se han llevado a cabo estos días". Por su parte, los trabajadores portuarios convocaron a una huelga general en rechazo al tarifazo en el metro y por otras demandas populares.
Trabajadores portuarios hacen llamado a huelga general tras manifestaciones por alza de la tarifa de Metro https://t.co/zYZvRy99Q3 pic.twitter.com/3hIyCbSDLs
— CNN Chile (@CNNChile) October 19, 2019
Los jóvenes otra vez a la cabeza
La última década y media vio al menos dos grandes irrupciones de la juventud en la escena política chilena, que amenazaron con sacudir los cimientos de la herencia pinochetista que aún permanece en el país.
La primera fue durante la denominada "Revolución de los pingüinos" en 2006 en la que estudiantes de secundaria y primaria salieron a pelear por la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), que garantizaba la privatización de la educación de la época pinochetista.
La segunda fue durante el 2011, también conocida como "Primavera chilena", en la que miles de estudiantes universitarios protagonizaron una verdadera batalla de meses por la gratuidad de la educación, algo a lo que se opone todo el estáblishment político y económico chileno.
Sin llegar al nivel de estos dos procesos, el reciente llamado a realizar "evasiones masivas" contra el aumento del metro, muestra que la juventud en Chile se puede volver a poner a la cabeza de demandas que son sentidas por toda la población. De hecho, en el marco del crecimiento de la cantidad de trabajadores precarios, el aumento de precio de boleto impacta en grandes sectores de los trabajadores y trabajadoras, que en el caso de quienes cobran el salario mínimo ya estaban destinando al menos 15% del total del sueldo para pagar el transporte.
Es por esto que los estudiantes secundarios se han ganado la simpatía y el apoyo popular de trabajadores, trabajadoras, mujeres y jóvenes que ya no toleran más ver cómo el Gobierno y los empresarios impulsan diversas medidas que apuntan a precarizar aún más las condiciones de vida; a la vez que se oponen férreamente a reivindicaciones básicas como es la reducción de la jornada laboral (actualmente en discusión en Chile), y responden mediante la represión policial, tal como ha sido denunciado en diversos videos donde se ven carabineros y guardias del Metro golpeando con bastones a menores de edad.
VIOLENCIA: Oficial (Coronel) de carabineros realizó violenta detención contra un estudiantes que participó de una #EvasiónMasiva en metro Santa Ana (ayer)
Primero da un golpe en la espalda y luego usa una llave de estrangulamiento. (Asfixia)— Karlos (@CPB42) October 16, 2019
El Gobierno de Piñera ha impulsado durante estos dos años una potente línea represiva y criminalizadora contra la juventud y, en específico, contra las y los secundarios, expresada de manera clara en la política represiva hacia los estudiantes del Instituto Nacional. Pero, y pese a esta dura ofensiva, la juventud nuevamente muestra que es un sector clave de oposición al régimen chileno autoritario. Ya lo demostró en el 2006 y, posteriormente, en el 2011, abriendo una profunda grieta y cuestionamiento al régimen que hasta el día no hoy no logran cerrar hasta el final.
Los compañeros del Partido de Trabajadores Revolucionarios, que impulsan La Izquierda Diario en Chile, se pronunciaron por la derogación de la Ley de Seguridad del Estado y la derrota de la ofensiva represiva del Gobierno, y exigieron que "las principales organizaciones sindicales y estudiantiles convoquen a un Paro Nacional de 24 horas con jornada de movilización nacional, para derrotar la represión y las alzas". También se pronunciaron "por la estatización del transporte público bajo gestión de trabajadores y usuarios", para avanzar en una solución de fondo a la cuestión y echar por tierra la herencia pinochetista de mercantilización de los servicios públicos.
¿Se podría desatar un nuevo ’pingüinazo’?
Ángela Suárez, editora de La Izquierda Diario Chile, contesta a esta pregunta: "hasta el momento las acciones de evasión y las diversas protestas contra el alza del pasaje tienen aspectos más bien espontáneos, muy progresivos y revulsivos, que muestran el potencial que hay detrás. Tienen como desafío transformarse en acciones coordinadas que reflejen la articulación de distintos sectores de estudiantes, secundarios y universitarios, a través de coordinadoras y asambleas que unifiquen la bronca y el descontento y lo canalicen por medio de un plan de lucha y movilización con objetivos comunes como, por ejemplo, luchar en las calles por un transporte estatal y gestionado por trabajadores y usuarios, codo a codo junto a estos sectores".
Además señala que "Para avanzar en este camino no se parte de cero. Se tiene la experiencia de autoorganización y lucha de miles de secundarios que dieron el ejemplo en el 2006, durante la conocida "revolución pingüina", donde un sello que caracterizó esta movilización fue justamente el factor de la autoorganización, que se expresó en la conformación de asambleas en todos los liceos y colegios, y en una asamblea nacional de estudiantes secundarios que unificó las demandas y propósitos. Este es un desafío clave planteado en esta reciente, pero revulsiva, lucha. Cómo transformar la bronca en coordinación consciente, como una vía concreta para frenar el alza en los pasajes y la usura empresarial; para luchar por un sistema de transporte estatal y al servicio del pueblo trabajador y sectores populares; y para plantearse la articulación de movilizaciones en las calles que avancen a cuestionar más profundamente al gobierno de Piñera, unificándose con la clase trabajadora, las mujeres y la juventud precarizada, que hoy exigen reivindicaciones profundas, como la propia demanda por la reducción de la jornada laboral".
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