Luego de la marcha con más de 100 mil personas en Santiago, y con el aumento en la aprobación de las demandas y marchas por parte del movimiento estudiantil desde la población -según la encuesta Cadem- ¿Cuáles son los desafíos de este para enfrentar a la derecha?
Jueves 26 de abril de 2018
Bastián Silva, estudiante del Ex Pedagógico en Santiago de Chile dialogó con La Izquierda Diario sobre los desafíos del movimiento estudiantil.
El jueves 19 de abril más de 100 mil estudiantes se movilizaron en Santiago, y otros miles en distintas regiones de Chile. En Valparaíso con una de las más altas convocatorias en los últimos 3 años, marcharon cerca de 15 mil estudiantes secundarios, universitarios y profesores.
La política del gobierno que buscaba apaciguar a su principal opositor, durante su mandato anterior y del régimen en general durante los últimos años, al parecer no tuvo efecto. Los acuerdos nacionales sobre el fortalecimiento de la clase media y los derechos sociales no han respondido aún, y no buscan responder a las problemáticas del movimiento estudiantil y sus demandas históricas.
La lógica que utilizan evita atacar directamente las pequeñas conquistas alcanzadas, en cambio, a través del tribunal constitucional buscan medir los ánimos y no hacer un escándalo. Su ministro de educación, Varela, que durante las semanas previas a la marcha, mando a los estudiantes a las salas de clases, hablo de que las marchas ya estaban agotadas y que el movimiento estudiantil hoy debía preocuparse de otras cosas.
En ese mismo sentido, estas provocaciones de la derecha no solo generaron una reacción de los estudiantes, también de un gran número de simpatizantes a nivel nacional, que se expresa por ejemplo en la última encuesta Cadem, tanto en la aprobación de sus demandas como de las movilizaciones.
Luego de la primera marcha estudiantil del año, un 60% de los encuestados se muestra de acuerdo, cifra que aumenta 14 puntos respecto a su última medición en junio del 2016. El sondeo agrega que "un 47% está de acuerdo con las marchas por la Alameda”, subiendo 14 puntos, esto al menos le entrega al movimiento estudiantil un buen punto de partida y por contraparte el gobierno entra en estado de alerta.
Es por esto que se vuelve muy necesario reflexionar sobre cuáles son los desafíos que hoy se le presentan al movimiento estudiantil y como enfrentarlos. Durante los últimos 7 años hemos visto un movimiento estudiantil dinámico que fue capaz de imponer una agenda al gobierno a partir del 2011, pero que también sufrió muchos desvíos. No es casualidad que quienes hayan terminado zanjando la mayoría de los pilares de la reforma a las universidades del estado no hayan sido los estudiantes, si no los rectores.
Como tampoco es casualidad que hoy la gratuidad no sea universal y financie a privados, esto responde centralmente a las direcciones que llevaron al movimiento estudiantil al desarrollo de movilizaciones por hitos, que quedó demostrado que no transformaron al modelo educativo, y que bastó que llegara la derecha para que en un par de semanas aprobara nuevamente que los sostenedores puedan lucrar.
Entonces en este nuevo año, con Piñera nuevamente ¿Qué nos vamos a proponer? Esta es una de las preguntas que se hacen los estudiantes del Pedagógico ¿Qué rol debe jugar el movimiento estudiantil?
Y es que esta casa de estudios hoy está atravesando una crisis, que no es más que la crisis de la educación pública en donde se presentan variadas problemáticas desde la infraestructura precaria, la baja dotación de funcionarios y profesores, las precarias condiciones de trabajo, los bajos sueldos, el maltrato y abuso laboral y la peor acreditación de los últimos años. Esto pasa centralmente por el financiamiento por Boucher, que entrega a las Universidades ingresos por la cantidad de matrículas y que lleva a la lógica del autofinanciamiento y no permite responder a las necesidades del conjunto de la universidad, recayendo todo el peso sobre funcionarios, profesores y alumnos.
Es por esto que al menos un sector del movimiento estudiantil viene planteando la necesidad de no organizarnos en busca de la presión parlamentaria para luego negociar tal o cual aspecto de nuestras demandas, si no que busque responder al conjunto de las problemáticas que son mínimas.
Por estos motivos creemos clave que tanto estudiantes, funcionarios y profesores, en unidad con otros sectores, exijamos un plan de financiamiento integral con aportes basales para las universidades estatales que permita pasar a planta a todos los funcionarios y profesores, que termine con todo tipo de precarización y maltrato laboral, permita construir y reparar todo lo que sea necesario en cada casa de estudio. Pero además creemos que el problema no es solo el financiamiento, si no quien administra los recursos y toma las decisiones al interior de la universidad. Por ello es que estos tres estamentos deben ser quienes administren la universidad, que avancen a terminar con el autoritarismo universitario y se planteen disputar el gobierno universitario y conquistar una forma de organizarnos en nuestras casas de estudio.
Creemos que para dar esta batalla el movimiento estudiantil debe consolidarse como un actor político nacional con una programa claro, que debe imponer en las calles la conquista de estas demandas y para eso es clave que se fortalezca la organización de las asambleas, facultades y universidades para desarrollar un plan de movilización que vaya en ascenso y tenga como perspectiva la unidad con otros sectores, porque solo así le doblaremos a mano al gobierno y podremos terminar con la crisis de la educación.