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Red Internacional
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BALANCE DE CLASE. Cinco luchas obreras del 2018 y algunas lecciones para los combates que vienen

Durante el año múltiples sectores de nuestra clase han salido a la lucha. Aquí hacemos un repaso de algunos de ellos y las lecciones que aportan para preparar las batallas del 2019.

Diego Lotito

Diego Lotito @diegolotito

Viernes 28 de diciembre de 2018

Las ilusiones tras el “cambio por arriba” en el Gobierno recrearon un clima de pasivización social en 2018, justo cuando parecía comenzar a romperse en los primeros meses del año al calor de las masivas manifestaciones de los pensionistas, la histórica huelga de mujeres del 8M y diversas luchas contra la precariedad laboral.

Pero el exceso de retórica del “neoliberalismo progre” de Sánchez, al que Unidos Podemos se sumó como sostén desde el inicio -y reafirmó aún más tras la emergencia de Vox en los últimos meses- no alcanzó para detener la lucha de clases. Simplemente porque los cambios “por arriba”, en la superestructura política, no modifican lo que pasa “por abajo”, en donde operan y se reproducen las relaciones sociales de explotación capitalista.

Por ello múltiples sectores de nuestra clase siguen saliendo a la lucha para enfrentar la precariedad, el desempleo, la represión, la persecución sindical y el despotismo capitalista en las fábricas, empresas y establecimientos públicos, que continúan como todos los días.

Así vimos la lucha contra la precariedad de los tripulantes de cabina de Ryanair y del personal de tierra de Iberia en El Prat.

También la huelga de las trabajadoras de H&M de San Fernando de Henares, al lado de Amazon. A las trabajadoras del Servicio de Asistencia Domiciliaria de Barcelona (SAD) enfrentando al Ayuntamiento.

En junio, miles de trabajadores del sector del metal de la Bahía de Cádiz salieron a la huelga contra la precariedad laboral, el cumplimiento del convenio y por la carga de trabajo. Antes, en mayo, los docentes interinos andaluces, también fueron a la huelga para exigir un plan de estabilidad.

A estos proceso de lucha se suman la plantilla de Airbus Puerto Real y posteriormente en Getafe; los trabajadores de residuos en Burgos que impusieron a la empresa sus reivindicaciones; los “riders” de Glovo y Deliveroo, el sector del taxi, y decenas de otros conflictos parciales: la plantilla de Iveco en Zaragoza; de Lacoste en Barcelona; del Casino Gran Via de Madrid; los repartidores de prensa de Madrid; la combativa plantilla de Cotronic en Barcelona; los trabajadores de SuperSol en Madrid; las huelgas impulsadas por CGT en Renfe y Adif; las huelgas en Correos; la lucha de Phonehouse; la batalla contra el cierre de la planta de Gallina Blanca en Sant Joan Despí; contra los despidos en Prysmian Barcelona y la empresa Lyma en Getafe, de los bomberos forestales en Aragón, o la lucha en defensa de la Atención Primaria en Vigo.

Hemos visto también el huelgón del sector público de Catalunya el pasado 29 de noviembre, que ha cuestionado mucho más que los recortes. Y también la lucha de la plantilla de Alcoa contra el cierre en las plantas de A Coruña, San Cibrao (Lugo) y Avilés en Asturias, que siguen luchando tras varias huelgas y manifestaciones por mantener la planta abierta, exigiendo su nacionalización.

Estos conflictos no son todos, ni siquiera una mínima parte, de los que han tenido lugar en todo el Estado. Muchos combates de nuestra clase, por no decir la mayoría, son desconocidos, ya sea por su aislamiento o porque son silenciados adrede por la prensa capitalista. Especialmente cuando la clase trabajadora triunfa.

En esta nota, sin embargo, queremos destacar cinco, que aún no hemos mencionado y no es un olvido. Cinco luchas obreras, algunas muy distintas entre sí, pero que concentran para nosotros una serie de lecciones clave para preparar los combates del futuro.

Amazon San Fernando: enfrentando al capitalista más rico de la historia

La lucha de las trabajadoras y trabajadores de Amazon ha sido una de las más importantes del último período. Hace ya 10 meses que sostienen un duro combate contra la empresa de Jeff Bezos, el capitalista más rico del mundo.

Tras la histórica huelga de 48 horas de los días 21 y 22 de marzo, y su continuación con la de 72 horas que paralizó el almacén de San Fernando de Henares en julio, la plantilla de Amazon ha vuelto a la carga con una nueva batería de paros y huelgas desde el ‘Black Friday’, que culminarán el 4 de enero.

La patronal mantiene la determinación de imponer el ataque a las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores tras la imposición del Convenio Sectorial de Logística. La plantilla no está dispuesta a aceptar mansamente las nuevas condiciones de explotación, pero el combate es duro.

Junto con su poder económico, Amazon tiene otro secreto: es una de las empresas con mayor tasa de temporalidad en el empleo. En el caso de San Fernando de Henares, 1100 trabajadores pertenecen a la plantilla fija mientras que 800 son contratados temporalmente vía empresas como Manpower y Adecco. Esta división de las filas obreras ha sido uno de los principales recursos de la empresa contra los trabajadores, despidiendo temporales cuando estos se suman a la lucha, contratando nuevos con el objetivo de romper la huelga.

Una de las principales lecciones de esta lucha, que aún no ha concluido, es la necesidad de superar la división de las filas de la clase trabajadora terminando con todas las variantes de precarización y fragmentación que han impuesto a nuestra clase. Una tarea estratégica no sólo para los próximos combates de la plantilla de Amazon, sino para la lucha del conjunto de la clase trabajadora contra el capital en el siglo XXI.

Las Kellys: la lucha de las mujeres trabajadoras contra la precariedad laboral

Las Kellys no necesitan presentación. Gracias al esfuerzo de lucha y organización que han hecho en los últimos años han logrado visibilizar la hiperexplotación y las humillantes condiciones de explotación que sufren las camareras de piso.

Por esta lucha han logrado triunfos, como el de las trabajadoras de los hoteles Barceló y NH de Bilbao que tras un mes y medio de huelga consiguieron una subida salarial del 30% el pasado 18 de diciembre. Este agosto, también consiguieron que se aprobase el reconocimiento de algunas enfermedades profesionales, como son las “relacionadas con determinados movimientos repetitivos en brazos y manos propios de su trabajo”.

Pero aún siguen siendo miles las camareras de piso que deben limpiar habitaciones por 1,5 euros, que son despedidas impunemente, y que soportan las brutales condiciones de precariedad laboral que imponen las empresas subcontratadas por los hoteles.

Por eso su lucha continúa. Una lucha que no han llevado adelante solas, sino con el apoyo de múltiples organizaciones, entre ellas nuestras compañeras de Pan y Rosas. Porque la precariedad laboral tiene, sobre todo, rostro de mujer. Por ello, otra gran lección que nos deja la lucha de Las Kellys es que las mujeres de la clase trabajadora, cuando se ponen a la vanguardia, tienen la capacidad de romper la fragmentación y el individualismo, ayudando a regenerar la lucha colectiva del conjunto de la clase trabajadora.

Temporeras de la fresa: contra la explotación laboral y el abuso sexual

La feminización de la fuerza de trabajo es un proceso que no ha dejado de desarrollarse en las últimas décadas. Y lo ha hecho de la mano de la creciente precariedad laboral que afecta especialmente a las mujeres trabajadoras. Por ello no son pocos los conflictos en los que las mujeres se hayan al frente de la batalla, como hemos visto con el caso de Las Kellys.

Aunque uno de los conflictos más resonantes protagonizados por mujeres trabajadoras en el último período quizá haya sido el de las jornaleras inmigrantes de Huelva que se pusieron en pie de guerra contra los abusos y la explotación. Las trabajadoras, en su mayoría inmigrantes marroquíes, denunciaron abusos sexuales por parte de los empresarios y capataces de la fresa. Un caso brutal que encendió la indignación y motorizó manifestaciones de solidaridad con las jornaleras en varias ciudades del Estado español.

La denuncia de cuatro temporeras a su patrón por acoso sexual, sin embargo, acaba de ser archivada, ya que según el juez “no aparece debidamente justificada la perpetración del delito”. Una noticia indignante que no debería sorprender viniendo de parte de una de las instituciones con mayor prontuario en materia de garantizar la impunidad patriarcal.

Las trabajadoras que denuncian que “las fresas que te comes están manchadas de esclavitud”, merecen que el movimiento de mujeres ocupe las calles contra la justicia capitalista, racista y patriarcal. El impulso decidido de la unidad entre el movimiento de mujeres, el movimiento antirracista y la lucha contra la esclavitud asalariada es la principal lección de este nuevo episodio de la larga y siniestra cadena de violencias contra la que luchan y resisten las temporeras de la fresa.

Carrefour Getafe: la lucha de un sindicato militante contra la persecución patronal

La multinacional francesa Carrefour representa el prototipo de empresa precarizadora (como también lo son sus competidoras) que para sostener y aumentar el grueso de sus beneficios y de sus directivos, no escatima esfuerzos en perseguir a los representantes sindicales combativos. Este es el caso de Natacha y otras trabajadoras organizadas en CGT, que vienen siendo perseguidas y sancionadas por denunciar las arbitrariedades de la empresa y especialmente por defender a sus compañeras del servicio de limpieza.

Desde el sindicato CGT Zona Sur vienen desarrollando un calendario de movilizaciones en Carrefour, tanto en Leganés como otros centros de la multinacional, para hacer frente a esta injusta persecución antisindical. “La represión sindical en Carrefour viene porque ellos están acostumbrados a tener un sindicato completamente amarillo que es Fetico, que les firma absolutamente todo a cambio de prebendas”, ha denunciado Natacha.

En efecto, si hoy la persecución se ceba contra las y los delegados combativos, es también porque las burocracias sindicales enquistadas en los sindicatos mayoritarios como Fetico, CCOO o UGT, han permitido durante décadas que las empresas hicieran lo que quisieran, vendiendo los derechos de los y las trabajadoras por mantener sus privilegios. Los mismos que hoy renuncian explícitamente a derogar la reforma laboral y que han dejado pasar todas y cada una de las políticas que han hecho de la flexibilización laboral y la precariedad el pan de cada día de nuestra clase.

La lección de la lucha de Natacha y el resto de las compañeras de Carrefour organizadas en CGT no podía ser más clara: para enfrentar el despotismo patronal y la precariedad laboral, es necesario luchar contra las burocracias sindicales y construir sindicatos democráticos, militantes y que impulsen la lucha de clases.

Coca-Cola Fuenlabrada: el fin de un conflicto testigo para toda la clase obrera

El colectivo detrabajadores y trabajadoras de Coca-Cola Fuenlabrada, los “espartanos y espartanas” como los conoce ya todo el activismo obrero y de izquierda en el Estado, libró una batalla sin cuartel de cinco años contra la multinacional.

El pasado 13 de diciembre, después de un largo período de negociaciones, los representantes de CCOO en el comité de empresa sellaron definitivamente con la empresa el cierre del conflicto. El acuerdo contempla el cierre de la planta de Fuenlabrada y la apertura de un centro con actividad logística y productiva en dos años, poniendo fin a un duro conflicto que comenzó en 2014 y se luchó en todos los terrenos.

La lucha de Coca-Cola ha sido uno de los conflictos obreros más largos y emblemáticos de las últimas décadas. Un conflicto testigo por la resistencia infinita de su colectivo de trabajadores y trabajadoras contra los ataques de la empresa. Un colectivo que se autoorganizó desde el inicio e hizo de la asamblea el eje de su lucha; que debió enfrentar los intentos de traición de un sector de su propio sindicato; que buscó coordinarse con otras luchas dando y recibiendo solidaridad, como lo hicieron desde el inicio con las heroicas luchadoras y luchadores de Panrico Santa Perpetua con quienes inmortalizaron su vocación de unidad y coordinación obrera en el famoso “Panrico y Coca-Cola, la lucha es una sola”; que consiguió no uno, sino varios fallos judiciales, que la empresa hasta ahora se había negado a cumplir íntegramente; que puso uen pie una comisión de mujeres luchadoras que fueron uno de los principales factores morales para sostener la lucha. Un conflicto que se hizo bandera de lucha y resistencia obrera.

La lucha de Coca-Cola ha dejado muchas lecciones para la clase trabajadora. Pero quizá el mejor resumen lo ha hecho uno de sus protagonistas, Alberto Pérez, integrante del Comité de empresa de Coca-Cola en lucha, en su intervención en el Foro-Debate organizado por Izquierda Diario hace unas semanas en Madrid.

En todo este tiempo, aseguró Alberto, la “fórmula de este colectivo de trabajadores han sido las asambleas para decidirlo todo, la autogestión del conflicto por el propio grupo de trabajadores, la resistencia y la solidaridad con otras luchas”.

“Dentro de esta fórmula empezamos fortificando mucho la asamblea desde el inicio del conflicto en 2014. Es importante focalizar en una asamblea de trabajadores, de compañeros y compañeras. La lucha colectiva es muy importante también, seguimos con la autogestión del conflicto. Y todo esto hay que multiplicarlo por la resistencia, que es parte vital para ganar y vencer en cada combate que tenemos con las multinacionales, patronales, gobiernos y administraciones.”

Pero la fórmula de Coca-Cola en lucha no termina ahí. La “lucha colectiva” es imprescindible. “Si no externalizamos nuestro conflicto, el conflicto está acabado”, asegura Alberto. “Si no llegamos a todas y cada una de las movilizaciones existentes, sociales y laborales, si no participamos de los movimientos sociales y no somos partícipes de ellos, no podemos generar conciencia de clase de los trabajadores. Lucha colectiva, resistencia y abandonar el individualismo.” Y, lo último, las “cajas de resistencia”. Son los propios trabajadores “los que tienen que manejar esas cajas de resistencia”, porque si no las luchas se quiebran.

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En el Estado español, como en otros países de Europa, desde el inicio de la crisis capitalista en 2008, los distintos gobiernos y los empresarios han descargado la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y los sectores populares mediante recortes, despidos, desahucios, cierres de empresas. Y lo siguen haciendo.

En todo este proceso, las burocracias sindicales corruptas han jugado un nefasto rol de contención y aislamiento de las luchas obreras, en el mejor de los casos, si no de traición abierta.

Al mismo tiempo, Unidos Podemos ha profundizado su política pasivizadora, que en el último período se ha resumido en la estrategia de lograr algún cambio cosmético desde el parlamento pactando los presupuestos con el PSOE -que dicho sea de paso penden de un hilo-. Pero no en desarrollar la lucha de clases, apoyar activamente las luchas obreras para que estas triunfen, apoyando las cajas de resistencia y movilizando masivamente (y no sólo hacer alguna visita de vez en cuando con algún figurón).

A pesar de todo ello, millones se han rebelado y se siguen rebelando contra esta situación. En cada batalla, tanto en los triunfos como en las derrotas, estas lucha aportan elementos clave para sacar las lecciones necesarias que permiten preparar la victoria en los combates por venir.


Diego Lotito

Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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