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Red Internacional
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DECLARACIÓN CRT FRENTE AL 26-A. Cinco razones por las que no vamos a la manifestación del 26-A en Barcelona

Contra la reaccionaria unidad nacional que instrumentaliza el dolor de las víctimas y refuerza la represión, es necesario impulsar un gran movimiento independiente del Estado contra las políticas securitarias, la islamofobia y el racismo, los recortes sociales, el imperialismo y sus guerras, que son caldo de cultivo para nuevos atentados del reaccionario Estado islámico. Declaración política de la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).

Miércoles 23 de agosto de 2017 12:50

Foto: EFE / Quique García

1. Porque no marchamos detrás de la reaccionaria “unidad nacional”

Nuestro categórico rechazo a los reaccionarios atentados del Estado islámico en Catalunya, y nuestra solidaridad con las víctimas y sus allegados, no nos llevan a sumarnos al “frente de unidad nacional” con el gobierno, la corona y las fuerzas represivas, que se va a expresar nuevamente en la manifestación del 26 de agosto en Barcelona.

El clima de “unidad nacional” comenzó al día siguiente de los brutales atentados en la Plaza Catalunya, epicentro de un espectáculo de hipocresía encabezado por rey, conocido amigo de la monarquía saudí con vínculos con los grupos terroristas. Este clima se replicó en la misa de la Sagrada Familia, con la presencia de todos los partidos del régimen, incluido Podemos.

Todos los partidos parlamentarios -a excepción de Bildu- participaron de la reunión del pacto antiyihadista. Podemos participó de la reunión de 2015 en calidad de observador. Esta vez, Unidos Podemos, PNV, PDECat y ERC concurrieron como observadores. Un pacto cuya resolución central fue aumentar los recursos de las fuerzas de seguridad nacional con más dinero, más efectivos, armas y tecnología para inteligencia.

Todo un aparato que viene siendo utilizado -y ese uso se incrementará bajo el discurso de la “democracia y la libertad”-, contra la comunidad árabe y musulmana, contra los inmigrantes, y contra clase trabajadora y la juventud que sale a luchar contra los recortes y la miseria capitalista. Y también se utilizará, si es necesario, contra el derecho a decidir del pueblo catalán atacado fuertemente por el centralismo español.

Además, esta “unidad nacional” deja por fuera a los sectores más explotados y oprimidos. No contempla a quienes huyen de sus países por el mismo terrorismo que aquí decimos no temer, ni contempla tampoco a quienes huyen de las guerras provocadas por las las múltiples y sangrientas intervenciones militares. Miles de refugiados que huyen de este infierno y se juegan la vida en su huida, engordando la cifra de cuerpos tragados por el mar. Contrariamente a lo que indican las voces islamófobas, los muertos de la comunidad árabe causados por atentados del Estado islámico son 9 a 1 respecto a los de occidente.

No queremos marchar detrás del Rey, ni de este reaccionario “consenso” y la “lealtad institucional” que difunden el gobierno y la mayoría de las fuerzas parlamentarias. Con esa "unidad nacional" quieren imponer como “incuestionables” las políticas de aquellos sectores más conservadores que buscan aumentar el poder securitario del Estado.

2. Porque no es con medidas represivas que se acaba con el terrorismo de Estado islámico ¡No marchamos con los Mossos ni con las fuerzas represivas!

Esta “unidad nacional” busca reforzar el aparato represivo del Estado como garantía de eficiencia contra futuros ataques del Estado Islámico. Mientras, se hacen loas a los Mossos d’Esquadra, como si fueran los “héroes” en Catalunya.

La gran actuación de los mossos” fue reivindicada por todas las fuerzas políticas, hasta por la izquierda independentista. Todo un intento de represtigiar a las fuerzas de represión por parte del régimen en el que, siguiendo una lógica de unidad soberanista, la CUP ha terminado siendo parte. Y en una suerte de “olvido” del papel cotidiano de represión que, junto a la guardia urbana, convirtieron a Barcelona en la famosa “Ciutat Morta” para la juventud, los inmigrantes, la clase trabajadora, para los que defienden sus viviendas de desahucios o para los estudiantes que defienden la educación pública.

Los ejemplos de Francia, después de los primeros atentados de Paris, de Bruselas, Reino Unido, y también del Estado español desde 2015, demuestran que el aumento de los presupuestos de seguridad no genera un Estado más “eficiente” para terminar con los atentados -que no han cesado porque sus causas son más profundas-.

El reforzamiento de las medidas represivas contra los barrios pobres, las comunidades árabes y musulmanas, solo incrementa el descontento social y el resentimiento de sectores marginalizados, caldo de cultivo para la propaganda yihadista.

3. Porque no marchamos con quienes perpetúan las guerras imperialistas

Los gobiernos imperialistas llevan años instrumentalizando el terrorismo y sus víctimas para alimentar la rueda del odio que hace girar la barbarie capitalista. Acciones militares y ocupaciones que dejan cientos de bajas entre las poblaciones civiles en las que sus tropas cuentan con inmunidad para cometer todo tipo de crímenes y abusos.

El ejército español colabora en la coalición imperialista contra el Estado islámico con más de 400 soldados españoles que participan en Siria e Irak. Además, hay 2100 militares y guardia civiles desplegados por Turquía, Líbano, Afganistán, la zona central de África, etcétera.

Estas regiones donde la población está obligada a vivir bajo el asedio del Estado islámico son focos de permanentes bombardeos y la aviación de la coalición internacional continúa realizando "masacres" contra los civiles.

Una verdadera “barbarie” que vienen propagando desde hace décadas gobiernos, ejércitos y grandes empresas europeas y estadounidenses por medio mundo, en especial en África y Oriente Medio. Una barbarie que también golpea en Europa, hoy en el corazón de Barcelona.

El guerrerismo imperialista no es solución, es parte central del problema. La militarización de los países europeos y la formación de la coalición contra el ISIS y sus acciones, no han hecho más "eficientes" a esos Estados para terminar con los atentados, no han provocando una disminución de este tipo de ataques, sino que estos han ido en aumento. El terrorismo del Estado islámico y sus seguidores se alimenta, canalizando de forma reaccionaria, del intervencionismo militar imperialista y de la miseria material al que son sometidas las regiones donde son fuertes.

4. Porque no marchamos con los amigos de las monarquías árabes

Bajo la bandera de la “unidad” los líderes políticos junto a la monarquía española no están preservando “la seguridad ciudadana”, sino los negocios del Reino de España.

La foto que muestra la relación del Rey Juan Carlos y la casa Saudí, ya desde la época del fallecido Rey Fah ha sido una de las imágenes más difundidas estos días, de forma crítica. También se ha denunciado su larga relación con los emires de Qatar y de Kuwait. Esta “amistad” está fundamentada en negocios de miles de millones de euros, como lo muestra que un consorcio español ha ganado la licitación del Ave de Medina a La Meca por más de 6.600 millones de euros -la mayor obra española en el exterior-.

Pero, de estos negocios también ha participado la burguesía catalana. No podemos dejar de mencionar que el 40% del negocio bilateral entre el Estado español y Emiratos Árabes se debe a las empresas catalanas. O la multinacional Aigües de Barcelona con una destacada presencia en Latinoamérica. O Gas Natural con el negocio del gas en Argelia. Esta relación entre las burguesías española y catalana se va a expresar, como ya lo viene haciendo desde el pasado jueves, este 26-A.

España vendió armas a Arabia Saudí por 116 millones de euros, 5 fragatas por 2.000 millones entre otras operaciones “comerciales”. Armas que Arabia Saudí no dudó en utilizar en su invasión punitiva a Yemen. En enero de este año, el país saudita fue visitado para cerrar otra operación de ventas de armas, por parte del Rey Felipe VI.
No marchamos con quienes hacen grandes negocios sobre las ruinas y las pilas de cadáveres en países extranjeros.

5. No vamos porque es necesario una gran manifestación independiente del Estado y sus instituciones contra el racismo y la islamofobia, el imperialismo y sus guerras

Si el terrorismo del Estado islámico como fenómeno reaccionario internacional, entre otras cosas, es un producto del imperialismo, solo podemos terminar con él de forma duradera acabando con este último. Sustituyendo las relaciones de dominio y dependencia, de opresión y servilismo y de oscuros intereses económicos, por la libre asociación de los pueblos.

¡Qué diferente sería si para el 26-A, la izquierda llamara a una manifestación independiente contra la islamofobia, el racismo y el imperialismo y sus guerras! Una manifestación que llame a la clase trabajadora, sectores populares, la comunidad árabe y la juventud precaria a organizarse contra la división que quieren imponer los capitalistas con una de sus mejores armas: el racismo y la islamofobia. La única manera de superar el horror como el de los atentados del reaccionario Estado islámico de las Ramblas y Cambrils y del resto de las víctimas de la guerra, es terminando con la guerra imperialista, comenzando por la retirada inmediata de las tropas españolas y de todas las tropas imperialistas.

Al mismo tiempo, es necesario rechazar el pacto antiterrorista y todas las modificaciones al Código penal que se han introducido para reforzar la represión, que se suman a la Ley mordaza y otros ataques a las libertades democráticas.

Lamentablemente toda la izquierda institucional -desde Unidos-Podemos, Compromís, los Comunes o Ahora Madrid- está completamente integrada a la reaccionaria “unidad nacional”, y actúa de bloqueo para el desarrollo de un gran y amplio movimiento de este tipo. Incluso hasta la CUP este martes se “rectificó” y participará de la movilización del 26A.

La izquierda independentista -que en un primer momento valientemente denunció a la monarquía y amenazó con no participar este 26-A lamentando que sean las autoridades políticas quienes encabecen la manifestación y no la sociedad civil-, debería romper con esa política y llamar a una gran manifestación independiente de las instituciones.

¡Por un gran movimiento contra la guerra, el racismo y la islamofobia, independiente del gobierno y el Estado! Esta es la única política que puede soldar la solidaridad entre los pueblos contra las políticas guerreristas puertas afuera y contra las políticas liberticidas puertas adentro.